Dra. Patricia Tarruela: "No hay médicos "fríos". Nos hacemos los fuertes para soportar el dolor"
El 3 de diciembre fue establecido como el "Día del Médico" en el Congreso Médico reunido en Dallas
El 3 de diciembre fue establecido como el "Día del Médico" en el Congreso Médico reunido en Dallas, (Texas), en 1933 en conmemoración del nacimiento de Juan Carlos Finlay, un médico e investigador cubano nacido el 3 de diciembre de 1833, que hizo aportes trascendentales para la erradicación de la fiebre amarilla. En la Argentina se conmemora por iniciativa del Colegio Médico de Córdoba, avalada por la Confederación Médica Argentina, y oficializada por decreto del gobierno nacional, en 1956.
Ser médico es una de las profesiones que más dedicación y amor por el prójimo exigen. Ante una afección, el paciente y su familia dejan la salud y la esperanza en manos de estos profesionales de los cuales no debemos olvidar que son personas como todos nosotros, con sus fortalezas y debilidades, con su ciencia y con sus intuiciones y que muchas veces necesitan de la contención de sus pares, de su familia, de sus mismos pacientes. Pero por si esto fuera poco, desde comienzos del año 2020 viene luchando con la pandemia de Covid 19, enfrentando un virus desconocido para el mundo con los elementos que tienen al alcance, durante períodos sin tregua entre la vida y la muerte de pacientes, familiares y colegas.
Es por esta razón, Segunda Sección conversó con la Dra. Patricia Tarruela, actualmente responsable de la campaña de vacunación contra Covid junto con la Dra. Andrea Castro.
-Yo soy de Capital Federal; estudié en la UBA. Mi especialización la hice en Buenos Aires, en la Sociedad Argentina de Anestesiología, con la suerte de estar en el Sanatorio Güemes, cuando estaba Favaloro. Hice anestesia cardiovascular con él. También ahí hice terapia intensiva y reanimación cardiovascular. Cuando terminé mi especialización en Anestesiología, decidimos con mi marido trasladarnos al interior. Así comenzamos nuestro trabajo en Gualeguay, criamos cuatro hijos. Cuando nació el último de ellos, que tuvo bastantes problemas, necesitaba una atención especializada; en ese entonces, en mi especialidad, mis guardias eran de una semana y era dificultoso con el tratamiento, las idas y venidas, con mi hijo Ezequiel. Entonces, hice una interrupción hasta que vino Mariano Carboni Bisso, quien supo de mi especialidad, de mi formación con Favaloro y me invitó a participar de la unidad de terapia; pude adecuar mejor mis horarios familiares con los de mi profesión. Estuve veinticinco años en la terapia, años bien vividos. Cuando cumplí los treinta años de trabajo en el Hospital, pedí la jubilación. Ahora estoy aquí, invitada por la doctora Castro, trabajando en la Administración Sanitaria Municipal, comenzó diciendo la Dra. P. Rarruela..
Le preguntamos acerca de la vacunación: -En la pandemia, teóricamente, la vacunación era responsabilidad, sobre todo, del Hospital. Ellos comenzaron con la vacunación al personal de salud, pero cuando empezaron a aumentar los casos, empezaron también a complicarse las tareas. Así es que nos pidieron ayuda y nos hicimos cargo, para alivianar un poco, de varias cosas. No sólo de la descentralización de la vacunación, sino también de los consultorios externos del Hospital para que su gente trabajara más distendida en la internación, sobre todo en el momento del brote, cuando había muchos internados y la terapia estaba totalmente ocupada; nos dedicamos de la atención primaria de la salud, consultorios externos y la vacunación.
Más adelante agrega: -En cuanto a la vacunación, había días en que estábamos sobrepasados en cuanto a preguntas, demandas, insultos. Después se mete la política también; se mezcla todo y resulta un cóctel como una molotov. Por ahí, cuando comenzó a vacunarse la gente no entendía cómo era el sistema. Primero, para nosotros era una situación totalmente nueva. No se trataba sólo de aplicar la vacuna; implicaba una estrategia, una tarea administrativa que todavía se hace y hay que continuar con ella. Hubo errores humanos en las inscripciones, en el sistema. Había muchas cosas antes de llegar al final, el cual era la vacunación. Ahora estamos en una etapa de tranquilidad momentánea. Esperamos que venga otra ola, porque está sucediendo en otras partes del mundo. Tenemos la suerte de que nuestra población, en general, aceptó bien la vacuna; hay un porcentaje alto de vacunados. En particular Gualeguay, los mayores de 18 años, creo que el 90 % ya está vacunado con las dos dosis; falta vacunar los chiquitos y alguna parte de los adolescentes. Y ya estamos arrancando con las dosis de refuerzo. En general, por lo que nos dicen en Paraná, nosotros, como municipio, trabajamos muy bien.
-Todo se hace mucho más fácil cuando uno trabaja en equipo, con gente que responde. Trabajamos juntas con la doctora Castro, somos como indispensables la una para con la otra. Tenemos la misma visión respecto a la salud pública. Y aquí, en la Administración Sanitaria, desde el primero hasta el último, todos han colaborado; por supuesto, hemos tenido apoyo del municipio.
Volviendo a la etapa en que trabajo en la Terapia Intensiva, expresó: -Lo más importante para trabajar en terapia intensiva es estar bien formado. Se dice que para soportar ese trabajo "hay que ser frío"; no lo considero correcto. Cada uno tiene su sensibilidad, no creo en ningún médico frío. A veces nos hacemos los fuertes para soportar todo el dolor que vemos. Se trata de casos graves, es la pelea entre la vida y la muerte. Hay que hacer empatía con los familiares. Me sirvió mucho haber estado del otro lado de la puerta, cuando mi hijo estuvo en terapia intensiva. Entonces uno puede entender las reacciones, todas reacciones humanas; a veces uno reacciona como puede y no como quiere. Para todo eso, uno tiene que estar preparado; lleva tiempo y es experiencia.
La doctora Tarruela ha conocido la mayor parte de las aristas de la profesión, por eso le preguntamos si volvería a elegirla: -Volvería a elegir mi carrera; me recibí muy joven, a los veintitrés años, con una niña de un año. A los veintisiete, ya era especialista. He vivido y vivo intensamente esta profesión y me apasiona.
Saludo a todos mis colegas y agradezco a la vida que pude hacer y estudiar lo que quise.