El idioma universal
Desde los primeros años supe que la canción junta, hermana; sintetiza el espíritu tibio de la existencia humana.
Las viejas melodías chamameseras que silbaba mi padre al regreso de la melga sufrida y esperanzada, o las alegres notas que llegaban a mi corazón gurí desde la radio que mi madre encendía al lado de la máquina de coser, se incrustaron en mi pecho para florecer definitivamente en cada aurora de vida.
Con el tiempo, los sonidos de la guitarra inicial que tuve en mis manos, fueron como los murmullos del arroyito del pago que, sencillamente, prolongan por cauces de primavera las vivencias de la tierra de uno.
Y desde entonces canto. Desde entonces saludo a Dios y a mis hermanos con la canción que sigue abriendo rumbos en la humanidad; sigue despertando zorzales en la piel sensible y horadando los paredones de la indiferencia y el olvido.
(*) Poeta, cantante, periodista y gestor cultural - Asesor Cultural del Gobierno de la Provincia de Entre Ríos.
Por Roberto Romani (*)