Tuky Carboni
El tan deseado libro de Tuky Carboni
Este viernes por la noche en el Museo Quirós se presentó la reedición de “El tan deseado rostro”, la novela ganadora del premio Fray Mocho que hace treinta años espera por una reparación. La crónica y algunos fragmentos en esta nota. por Santiago Joaquín García
Un acto de justicia. Ese podría ser el resumen de lo que sucedió anoche en el Museo Quirós de nuestra ciudad. Mal que le pesen estas palabras, lo más importante es que Tuky Carboni ha sido tratada como una artista de su calidad y trayectoria se merecen. No sólo por su talento como escritora, sino también por su condición humana. Las sillas estaban repletas de personas que han sido beneficiarias de su inagotable generosidad. Su felicidad era la nuestra. Y aunque todos los que la conocen saben que ella no anda buscando el aplauso ni la palmada, ayer tuvo que soportar un maremoto de elogios sinceros. Pasamos a la crónica antes de que se ofenda la homenajeada.
Más de treinta años
Esta segunda edición revisada de “El tan deseado rosto” viene a reparar un daño innecesario. Tuky ganó el Premio Fray Mocho de 1989 por esta novela. Recién en el año 1993 fue editada con numerosos errores y un lamentable descuido. Nos contaba su autora hace unos meses: “Cuando me dieron el libro de la Editorial de Entre Ríos agarré una libretita y empecé a anotar. Treinta años después estuve revolviendo cajas, valijas, portafolios, hasta que la encontré medio borroneada, pero la encontré”. Gracias a esas anotaciones y al trabajo del editor de Oyé Ndén, Nicolás Darchez, hoy tenemos la posibilidad de acceder a una lectura más amigable de una novela central en la obra de nuestra escritora y de las letras entrerrianas.
Una sociedad virtuosa
El año pasado se presentó en la Feria del Libro de nuestra ciudad la editorial Oyé Ndén de Nicolás Darchez. En aquella oportunidad, con “El boliche de Impini” pudimos descubrir un par de cosas. La primera es que había una búsqueda profesional en la edición de los textos. No se trataba simplemente de una impresión el trabajo que hacía este emprendedor. Lo segundo es que los libros que entregaba eran objetos hermosos. Había un cuidado por todo lo que tiene que ver con la encuadernación, ilustración y demás. Quiso el destino que Darchez estuviera presente en la charla que dio Tuky por el premio Fray Mocho en el salón de la Biblioteca Carlos Mastronardi y escuchara la historia de esta edición fallida. Sin siquiera haber leído el libro le ofreció a Tuky una reedición. Así se gestó este vínculo que se fue fortaleciendo, con un ida y vuelta de esos que ella sabe moldear, con cariño y agudeza.
Amor del verdadero
Otra persona que forma parte de esta historia con final feliz es Evangelina Franzot. Conoció a Tuky investigando la obra periodística de Emma Barrandeguy que volcó en el libro ‘Cronosíntesis’ de Eduner. Se enamoró de lo que a todos nos enamora. Su disposición, su memoria sobrenatural, su amor por la cultura y su humildad. Luego, trabajó en la antología de poesía de Tuky Carboni titulada ‘Bajo el signo del agua’ también publicada en Eduner. Sin embargo, lejos de quedarse en lo afectivo, Franzot es una estudiosa de la obra de Tuky, y escribió un prólogo para este libro del cual más adelante compartiremos algunos fragmentos.
La crónica de anoche
La recepción por parte de la Directora de Cultura Nora Ferrando fue acorde con el marco. La iluminación y la disposición del Quirós estaban en ideales condiciones para un evento de tal magnitud. De a poco, fueron llegando las y los protagonistas de esta historia. Antes de las nueve, que era la hora prevista para la presentación, ya no había una silla vacía. Quienes entendíamos la importancia de esta presentación estábamos ansiosos. Alejandra Cordero ofició de maestra de ceremonias, destacando la trayectoria de cada una de las personas presentes, y sin poder ocultar la alegría que ella misma sentía por lo que Tuky significa. En el primer turno, Nicolás Darchez hizo una cronología del vínculo entre los dos. Explicó que, si bien la lectura lo hizo “llorar todo el tiempo”, por la belleza de la literatura que desborda esta novela, su trabajo como editor fue el de junto a Tuky ofrecer una versión revisada de “El tan deseado rostro”. Le agradeció por haber confiado en un editor sin experiencia y se mostró orgulloso por contar con este libro en su catálogo. Después, tomó la palabra Evangelina Franzot. Además de recuperar también la historia de su vínculo con Tuky, de mucho cariño y respeto, dio cuenta de una lectura profunda, propia de una profesional de las letras. Franzot remarcó el trabajo que hace con el lenguaje, la ironía y la reflexión en torno a la situación de la cultura de los escritores de provincias. Sostuvo que la novela no sólo es una obra de enorme valor, sino también de notable actualidad. Luego, le llegó el turno a Tuky y mentiría si dijera que me sorprendió lo que hizo: decir gracias. Todo su discurso fue destinado a agradecer el reconocimiento de un pueblo que la declaró ciudadana ilustre; a los espacios culturales; a quienes trabajaron en el libro como Nicolás Darchez y Evangelina Franzot. Sobre ‘El tan deseado rostro’ indicó algo muy importante, en relación a otras obras: “Este libro todavía me representa”. Hace cinco meses inauguramos la columna adelantando que se venía este libro. Valió la pena la espera. Tener el objeto en las manos mientras escribo me llena de una enorme felicidad que ninguna de las personas que ama nuestra cultura debería privarse.
El interior de la escritura
Compartimos parte del prólogo de Evangelina Franzot que es una invitación a leerlo inmediatamente:
“En toda literatura, pero sobre todo en la literatura escrita en provincias, ocurre con frecuencia que muchas obras quedan fuera del circuito lector, por motivos diferentes –entre ellos, la falta de edición, distribución y promoción de las producciones-.
(…) quienes leemos y escudriñamos las literaturas provinciales nos encontramos, frecuentemente, frente a verdaderos tesoros literarios casi desconocidos. La novela que presentamos aquí es uno de estos casos.
(…) la obra exhibe una labor impecable sobre los registros discursivos de los personajes, la estructura del relato, el trabajo sobre la perspectiva, y, sobre todo, la discusión que se construye acerca del lugar de la escritura, el rol de la crítica y de las instituciones que legitiman o condenan la creación literaria. Es, además, un homenaje a la verdadera amistad.
(…) Leer a Tuky Carboni es siempre un placer, un goce estético e intelectual que nos lleva, como afirma Barthes, a levantar la cabeza a menudo y escuchar otras cosas (…)
Breves extractos
Con el mayor de los respetos, compartimos también algunos fragmentos para disfrutar de un breve adelanto de esta novela indispensable:
“La sangre de los antiguos hijos del a tierra llegó hasta mí saltando de muerte en muerte, de humillación en humillación, de oscuridad en oscuridad. Y recaló en el vientre de mi madre –nacida en esta misma región, pero hija de campesinos de Calabria –para florecer tres hijos: dos varones y una mujer; yo. La herencia de mi padre es poderosa, sus tres hijos tenemos, como él, la piel mate, los ojos rasgados, los pómulos altos, el pelo lacio, casi azul. Nadie diría, al vernos, que tuvimos dos abuelos de piel clara”.
(…)
Nadie, aparte de mis cuatro amigos, conoce mis trabajos. Hay, por ahí, dispersas en diarios y revistas literarias, siete u ocho poesías sueltas; son de mi primera época, cuando escribir mal no significaba nada más que acaso un apuro muy comprensible para mostrar lo que se hace. A medida que pasaron los años, fueron surgiendo aquí mismo, tan cerca mío, tantos buenos poetas que sí se animaban a publicar, que me pareció que el pueblo ya estaba cumplido con la poesía.
En algunos lugares se dan bien las manzanas, en otros el arroz, o las uvas. Aquí se dan los artistas. Misteriosas conjunciones cósmicas hacen de esta la tierra propicia para que nazcan los poetas”.