Por Santiago Joaquín García
El tenis de acá
Gualeguay, fiel a su estilo, a las costumbres que importa del “exterior” decide darle su estilo. Tal es el caso del tenis criollo que, si bien no nació acá, sí tiene sus características propias por estas latitudes. En esta nota conocemos cómo se vive desde adentro.
Cada fin de semana (y también en los días hábiles) las canchas de tenis de la ciudad se llenan de jugadores que van con su paleta a pasar un buen momento. No importa si es un torneo o un desafío para ver quién paga el asado. Los gritos y la pasión están presentes de la misma manera. Para que nos cuente cómo es esta disciplina dialogamos con Juan Manuel Gálligo, Profesor de Educación Física y Licenciado en Actividad Física y Deportes, e integrante de la categoría A de esta disciplina: “Al tenis criollo en Gualeguay lo trajo Di Sciocco, un hombre socio del náutico que trabajó mucho también en el club y gracias a él se hicieron las canchas ahí de polvo de ladrillo. Este precursor viajaba, conoció gente de Santa Fe, vio al deporte y lo trajo a Gualeguay”, comenzó.
Mito de origen
Los deportes con pelota nos remontan a los pueblos originarios de nuestra américa, y el tenis moderno a Inglaterra y Francia. Pero como toda buena historia hay una leyenda que sostiene la invención de este deporte particular. Un incendio en el Club Regatas de Santa Fe alrededor del año 1940 destruyó buena parte de las instalaciones. Un grupo de jóvenes, seguramente aburridos porque no podían practicar de manera habitual, fueron a una terraza, tomaron remos, colocaron un mástil por encima de dos caballetes y, con una pelota comenzaron a realizar los primeros esbozos de lo que posteriormente se convertiría en el tenis con paleta actual. Viendo que se divertían, el carpintero del club les confeccionó algo similar a la moderna paleta y así comenzaron a practicarlo habitualmente. Con el correr del tiempo, otros clubes de la zona empezaron a imitarlos y el 2 de agosto de 1942 se formó la Federación Santafesina de Tenis Criollo, precursora incluso del ente nacional. Pero volvamos a Gualeguay.
La impronta local
Gálligo nos cuenta que el tenis criollo de Gualeguay sufrió modificaciones del original: “En Santa Fe se juega en superficie dura y con el saque de arriba. Se hace picar y se saca de arriba al cuadrado de adelante. Acá en Gualeguay se saca de abajo y al cuadrado de atrás cruzado. Acá se juega a veintiún puntos y en pareja”, resume. El tema de las superficies en Gualeguay es indistinto: “Acá se jugó mucho también en lo que eran los ranchos que estaban linderos al balneario, y eran canchas de césped, como por ejemplo en el rancho de Yacob. En el náutico están como decíamos las de polvo de ladrillo, pero se jugó mucho también en BH, en superficie dura” resumió. Respecto a los lugares, algunos son tradicionales y otros van cambiando: “Se sigue jugando mucho también en Smash ya que Eduardo Chiozza fue un impulsor del tenis criollo, alquilando sus dos canchas y organizando torneos también. También hubo una etapa en el CEF 2 cuando estaba la “Pichi” Harispe y se llevaba un ranking. Ahora también habilitaron para jugar en Central. En su momento, también se jugó en Barrio Norte, donde había una cancha de superficie dura; se jugó mucho en una cancha de tierra en el predio que tiene el Sindicato de Comercio”, enumeró. Además de Di Sciocco y Chiozza, Juan Manuel recuerda otros nombres que hicieron historia: “Es un deporte que se hizo furor, creció mucho y hoy lo juegan desde gurises de quince años hasta un hombre de setenta. Hubo jugadores de renombre como Lito Argot, Faelo, Chancha Bassino, Cristian Lobbosco, Pancita Morales, Marcelo Villabona, Marcelo Colazo, Carlitos Sciutto, Víctor Hermoso, muchos jugadores de distintas épocas.
“Los puntos son más largos”
Por si algún desprevenido nunca se paró a mirar un partido, o por si la magia de Internet esta nota llega a alguien que no sea de la zona, le pedimos que especifique las diferencias y similitudes con el tenis tradicional: “El calzado tiene que ser adecuado para tenis, tipo suela sin tacón. Al tenis criollo se juega con paleta de madera o de fibra y al ser con paleta la pelota sale más lenta que con raqueta. Ahora comenzaron a fabricarse paletas de fibra con el interior de eva o de carbono. Es lo mismo que ocurrió en el pádel. Eso da mayor potencia, control, son más livianas y evitan lesiones. De todas formas, no necesitás mucha técnica para pegarle a la pelota, en el tenis necesitas más técnica en el golpe para poder jugar puntos con continuidad. En el tenis criollo los puntos son más largos, hay más peloteo”, resume, pero aclara: “Los jugadores buenos, en general, son aquellos que hicieron tenis, pelota paleta o pádel”.
Hasta los torneos son originales
El furor es tal que en las canchas que se alquilan casi todos los turnos ya están reservados. Cada grupo ya tiene turnos reservados. Y se van sumando canchas en la ciudad de distintas superficies para cubrir esta demanda. Gálligo tiene su opinión sobre las superficies: “La ideal es polvo de ladrillo, porque hay menos impacto y es más lento que superficie dura. Sirve para todas las edades”. Le consultamos de qué forma se hacían los campeonatos: “Si son abiertos cada uno tiene libertad de elegir su compañero, siempre respetando en qué categoría se juegue. Si se juega categoría B, no pueden entrar a jugar jugadores que son de la A. Por ejemplo, este domingo (por hoy) es un campeonato de la B, pero pueden jugar 2B, o pueden jugar un A y un C, y entonces un A y un C es como que equilibran. Pueden jugar un B y un C o dos C, en eso no hay problema, mientras que no se pasen. Y ahí sí, se eligen las parejas”, explica y da cuenta de otro método por demás extraño a otros deportes: “Después se implementó en un tiempo los torneos a la bolsa, en los que ponían, por ejemplo, los que son de la categoría A en una bolsa y los de la B en otra bolsa; se iban sacando y se formaban las parejas”, detalla. Esto da cuenta de la camaradería que abunda.
“La pasás bien”
Sorprendidos por esta forma de elegir al compañero en los torneos, le preguntamos a Gálligo cómo era el ambiente de este deporte: “La verdad que es un deporte que pregona el buen ambiente, las buenas relaciones. Donde vos vas la pasás bien, es un ambiente en el que no hay problemas. Hay muchos grupos formados de WhatsApp donde salen las gastadas lógicas, y hay muchos desafíos. Nosotros tenemos un grupete que ahora con el frío estamos medio parado, pero jugamos un súper 8 de noche, a partir de septiembre ya empezamos a jugarlo todos los miércoles. Se juega por un fondo en el que cada pareja pone mil pesos para la inscripción y el que gana se lleva el pozo. Después para terminar se come un asadito o algo que se haya organizado ahí en el Náutico (en nuestro caso) y la verdad que es un ambiente re lindo”, enumeró. Dejando de lado lo personal, le pregunté por el resto de los grupos: “Como te decía hoy hay gente de todas las edades, por ejemplo, en lugares que las alquilan la cancha puede ir cualquiera, en el Club Náutico van los socios y los invitados. En un turno, a veces hay dos canchas y por ahí hay 25 o 30 personas. Entonces van entrando cuatro, salen otros cuatro. Se complica para jugar varios partidos, pero es un ambiente re lindo. Se comparte más allá de jugar y los desafíos y las gastadas. Se han hecho grupos lindos, se organizan comidas y se invitan a los grupos, y ahí hemos llegado a ser hasta treinta personas compartiendo un asado con jugadores de distintas categorías”, finalizó.
La simpleza
Una de las características que sobresale de este deporte es la simpleza. Si lo comparamos con el tenis y su forma de contar los puntos (15, 30, 40, iguales, ventaja), nos encontramos que acá se simplifica del 1 al 21 o del 1 al 16 en el caso de Santa Fe. El tema de la paleta no solo lo empareja desde el punto de vista de la técnica, sino también en lo que refiere al precio de una raqueta de tenis profesional. Sin embargo, la característica más importante, parece ser la posibilidad de compartir un momento entre amigos. No es casual que se haya hecho popular en la región centro (Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba), y no haya pasado lo mismo con Buenos Aires. El tiempo es un tesoro que no sabemos valorar hasta que lo perdemos. Y si es compartido con amigos, mucho mejor.
por Santiago Joaquín García