En vísperas del "Día del Amigo"
El 20 de julio de 1969 el hombre llegó a la Luna. Por diversas razones ese día fue tomado como el Día del Amigo. Quizá lo más importante que ocurrió ese día fue que toda la humanidad estaba pendiente de esa hazaña, de esos hombres.
Así, pensando en los seres que nos rodean, preocupándonos, ocupándonos, disfrutando con ellos nace una amistad, uno de los sentimientos más fuertes que vive el ser humano que podemos resumirlo en dos conceptos claves: confiar y compartir.
A mis amigas queridas
Zélika Alarcón de Tamaño
Han transcurrido muchas décadas de mi vida y de las imágenes que se suceden a través del espejo de mis nostalgias, tienen un lugar privilegiado aquellos momentos de sincera amistad, sobre todo con amigos con los que continúo, a pesar del tiempo y la distancia,un vínculo sólido e imperturbable, los que me llevan a rememorar el espíritu entrañable de la unión verdadera y auténtica que genera la palabra "amigo".
Retengo en mi memoria, siendo estudiante de la secundaria, los ecos de nuestra algarabía yendo por la calle San Antonio hacia la plaza Constitución, escenario auténtico de todas las generaciones de estudiantes gualeyos. En días en que salíamos más temprano de la Escuela Normal porque algún profesor había faltado, cosa que no era muy frecuente en aquellos años, o cuando nos retirábamos después de un acto en vísperas de fecha patria, era indiscutible como lugar de reunión, el de la bella plaza con sus jardines y sus hermosas palmeras, tipas y jacarandáes en flor. Y en ese grupo de compañeros y amigos de una estudiantina que rememoro con cariño, las sonrisas de Evange y Cirene son las más nítidas. Mi querida Evange, con su alegría desbordante, su incomparable belleza y simpatía, su inocencia, su amor por el arte. Cirene, su figura etérea, su elegancia, su clara conciencia de la ética, su mirada firme, su palabra justa en el momento preciso. Con Evange éramos amigas de muy chicas, cuando compartíamos nuestros juegos en la plaza Constitución, dada la proximidad de nuestros hogares a ella. Con Cirene nos encontramos en primer año de la secundaria junto con Evange. No fue la circunstancia de que compartiéramos el mismo curso lo que nos unió, sino fue esa rara y única magia que acerca a las personas en ese especial vínculo que se llama Amistad. Y no es que desconozca a mis otros amigos. Al contrario, valoro sobremanera su presencia en momentos alegres y en los de grandes pesares. Agradezco a Dios de tenerlos, conservarlos y, a pesar de mi edad, haber construido lazos de amistad con personas mucho menores que yo, a los que valoro y de los que sigo aprendiendo. Sólo destaco que aquel vínculo con Evange y Cirene se mantiene incólume hasta hoy, a pesar de los años y la distancia, de las dificultades y ausencias que cada una ha sabido sobrellevar con entereza, del cariño que hace que siempre estemos presentes, más aún en estos momentos en que todo es más difícil para encontrarnos físicamente. Conservo en mi memoria muchos momentos compartidos, los de aquella alegre estudiantina y los de la irremediable separación. Son muchas las anécdotas que atesoro, pero en este instante viene a mi memoria el de aquella tarde en que estudiábamos para un examen en la casa de Cirene. Hacía un buen rato que estábamos sumergidas en un tema de una materia que precisamente no era de nuestras preferidas. Estábamos solas y a Cirene la tentó una botella de licor de huevo que permanecía prácticamente entera en una mesita junto a otras bebidas. Fue irresistible. Tal vez, era atrayente el color de aquella botella. Para nuestra defensa, sólo quisimos matar el tedio. Fue así que mientras estudiábamos, prácticamente desapareció el apreciado licor que hacía Joaquina, la mamá de Cirene. Nunca más pude tolerar dicho licor. Por suerte, aprobamos el examen.
Celebro que haya una fecha para el reencuentro de amigos. Hoy, tal vez a la distancia, a través de las redes. El tenerlos presentes ayuda a sobrellevar los tropiezos y vicisitudes, porque un verdadero amigo es aquel que comprende nuestras flaquezas y tiende siempre sus brazos para contenernos sin pedir nada a cambio. Estar alerta para retribuir tanta bondad es la mejor manera de mantener sólidos esos lazos invalorables.
Un abrazo sincero para todos mis amigos. Ellos saben quiénes son.