Por Ana María Zanini
ESPACIO DE PSICOLOGIA: La Nostalgia
En siglos pasados se creyó que la nostalgia era una enfermedad, pero hoy sabemos que solo es un estado de ánimo.
A través de la nostalgia se encuentran a menudo, vías de escape para un presente a menudo complejo y habitado por los problemas.
Una canción despierta el recuerdo de un amor del pasado; el olor de un bizcocho transporta a la infancia porque recuerda a los que preparaba la abuela; un grupo de jóvenes sonrientes con mochilas a punto de subirse a un tren evoca la despreocupación y la alegría de la juventud. Cuando se mira por el retrovisor, algunos episodios de antaño parecen perfectos. Un paraíso que se siente como perdido pero que, en realidad, nunca se ha tenido, un pasado idealizado. Hay tan pocos momentos de felicidad en la vida que casi podemos recordarlos todos. Y por eso los idealizamos".
Así que estamos ante un sentimiento tramposo, porque no hay más paraísos que los que se inventa nuestra memoria. Al volver la vista atrás, se olvidan los motivos que llevaron a la ruptura con aquella pareja que tanto se echa de menos, no se recuerda que en la infancia no todo es jugar en el recreo y se omite que los buenos tiempos también tuvieron sus espinas. La nostalgia tiene una interpretación polisémica, esto es, admite diferentes significados y la podemos reconocer cuando nos conectamos con el pasado (un lugar, una actividad, una creencia, una costumbre, un trabajo, un amigo o familiar, una condición de salud o incluso algún tipo de diversión a la que antes se tenía acceso y ahora ya no), es el dolor que se experimenta por haber tenido algo o alguien, y ya no tenerlo, o también es un sentimiento de añoranza de algo que ya pasó (los días felices de la niñez o de una interacción social positiva). Puede llevarnos a su vez, a navegar entre los sentimientos de soledad, falta de sentido de la vida y desconexión con quienes nos rodean. Ahora bien, otras veces puede mejorar el estado de ánimo y ofrecernos mayor seguridad. Cumpliría por tanto una finalidad psicológica y un refuerzo emocional. Según Svetlana Boym en "El futuro de la nostalgia" hay dos tipos de ella: la nostalgia "restauradora" y la nostalgia "reflexiva".
La primera intenta retornar al pasado porque ve en ese momento del ayer, un estado de felicidad y bienestar. La segunda por su parte, es la más saludable. Es la que vuelve de vez en cuando al pasado, pero entiende que lo que importa es el aquí y ahora. Poner conciencia en el momento presente es un antídoto para gran parte de nuestros males (ansiedad, depresión, miedos, inseguridades...), pero también conlleva unas responsabilidades que no siempre somos capaces de asumir.
Implica que aquí, ahora, contactemos con nosotros y con lo que nos rodea y nos ocupemos en gestionar lo que nos sucede. Pero posiblemente la implicación más difícil y complicada de todas sea la de aceptar el presente tal y como es.
Aliosha, un personaje de la novela Los hermanos Karamazov, de Dostoievski dice que lo mejor que podemos proporcionarle a un niño son recuerdos sagrados de su infancia. No se añora una tarde de la infancia en concreto o la infancia en sí, sino la inocencia y la alegría con la que se vivía de niño. Se añoran las emociones positivas, aunque idealizadas, asociadas a la niñez, por ejemplo, los olores tienen el poder de despertarnos recuerdos nostálgicos. "La información olfatoria va a parar directamente al sistema límbico, el área del cerebro en la que residen las emociones. Por eso, un olor nos conecta inmediatamente con una emoción del pasado".
La nostalgia podría ejercer una función de homeostasis psicológica, contrarrestando los efectos negativos de la soledad y la percepción de falta de apoyo social. De hecho, se ha visto que la nostalgia suele aparecer en respuesta a emociones negativas de soledad, tristeza, exclusión social, aburrimiento o un estado bajo de ánimo. La nostalgia, por tanto, podría ejercer una función reguladora del estado de ánimo, elevando nuestra autoestima, sensación de conexión social y empatía. Actuaría como lo hace un termostato que regula la temperatura de una sala. Siguiendo con la metáfora, cuando la temperatura de nuestro estado de ánimo baja más allá de un cierto umbral, la nostalgia se dispararía, haciéndonos sentir un poco de calidez. La nostalgia, además, aumenta nuestra percepción de continuidad entre nuestro pasado y nuestro presente y nos ayuda a encontrar significado. Por lo tanto, a pesar de la mala reputación de la nostalgia durante gran parte de la historia, los estudios muestran que presenta un gran número de beneficios psicológicos.
Sin embargo, aún nos queda mucho por aprender. Todavía no sabemos si la nostalgia es igual de efectiva en aliviar todo tipo de emociones negativas, por ejemplo. Además, algunos estudios apuntan a que sus efectos podrían variar entre personas. En las personas con una mayor inseguridad en sus relaciones sociales, la nostalgia podría no tener un efecto positivo para recuperarse de un estado de ánimo triste, mientras que sí que ayudaría a aquellas personas con mayor confianza en sus vínculos personales. Por lo tanto, aún no conocemos todos los detalles, pero la ciencia parece indicar que no deberíamos preocuparnos si de vez en cuando al rememorar tiempos pasados sentimos esa emoción agridulce .