Día de la madre
Evocación de madre
Se acerca el día de la madre y Zélika Alarcón de Tamaño, nos comparte unas gratas palabras.
Durante muchos años de mi vida estuve abocada a la crianza y educación de mis hijos. Esa era mi cotidiana y exclusiva tarea. Luego, ya con mis hijos crecidos ejercí la tarea docente, otra de mis vocaciones.
Con mi esposo siempre soñamos con tener y formar una familia numerosa, tal vez porque ambos habíamos tenido la felicidad de haber pertenecido a aquellas tradicionales familias, en donde la inmensa mesa era compartida por los hijos junto a padres y abuelos. Eran momentos de aprendizaje, de algarabía, de unión.
La palabra madre es el sublime símbolo de amor. Para mí siempre significó la amalgama de ternura, seguridad, paciencia, atención permanente e infatigable, con el regazo presto para aliviar las penas, con la mirada y el instinto alerta a un posible peligro de mis niños.
Hoy, con mis seis hijos con sus propias familias, formando con mis nietos y bisnietos la gran familia que con mi esposo soñáramos, vuelven a mí las imágenes de mis primeros pasos como madre, e invoco la respuesta a aquel primer interrogante: “¿Seré capaz de ser una buena madre? ¿Podré irradiar el amor que necesitan los hijos para crecer, cultivarse y desarrollarse para ser portadores de virtudes que los trasciendan como hombres y mujeres de bien?
En este tiempo de vida que me resta doy gracias a Dios por la fe inclaudicable que me sostuvo en años de gran pena, que me dio la fuerza y perseverancia para continuar con este sublime legado de amor, compartido con mis maravillosos hijos que día a día me sostienen y alientan en el camino de la vida.
Creo que he cumplido como madre, me siento inmensamente feliz por la tarea cumplida, con aciertos y errores. No fue difícil, pues todo lo que se proyecta y se cumple con auténtico amor fluye con las bendiciones del Altísimo.