Gualeyos por el Mundo
Fabricio Sánchez Lazcano desde Picanya, España
¡Buenos días, gualeyos! Hoy por fin después de varios días he encontrado un pequeño hueco de tiempo para escribirles, y digo hueco porque la vida acá es muy muy acelerada. Mis amigos de allá no me creen cuando hay días no les respondo mensajes porque no tengo tiempo; mi horario laboral es de 8:00 de la mañana a 14:00 y de 15:00 a 18:00hs., pero en ese tiempo se trabaja casi sin parar, yo estoy en el mundo de las instalaciones eléctricas, y mi esposa trabaja en prevención de riesgo laborales. Acá las empresas con más de 5 empleados, creo que están obligados a contratar a otra empresa que les hagan vigilancia de la salud a sus trabajadores. Esto quiere decir que una vez al año tienes que pasar por controles médicos, análisis, vista, audición, etc.
Bueno, paso a contarles un poco mi vida acá en España. Estoy desde el año 2002, llegamos con uno de mis mejores amigos que la vida me dio, de Concepción del Uruguay. Él y su novia por aquel entonces, llegamos como se dice con una mano atrás y otra adelante; hemos trabajado en todo lo que se te pueda ocurrir, desde la construcción, que es lo más habitual cuando no tienes los papeles en regla, hasta hacíamos servicios funerarios por las noches, cosa que en la vida se me hubiera ocurrido hacer en mi querida tierra. Todos los comienzos en un nuevo país son muy duros, y los nuestros los fueron, hasta que vas encontrando tu lugar y la cosa empieza a cambiar poco a poco. Dos años fueron los más difíciles, hasta que conseguimos la residencia; mi amigo se fue a Italia para conseguirla por lazos de sangre; yo me quedé acá y con una oferta de trabajo de una empresa de instalaciones eléctricas conseguí mi permiso de residencia.
Los años fueron pasando muy rápido, tengo que agradecer a la vida la familia que tengo, una mujer y un hijo maravilloso de 13 años, y sobre todo agradecer el poder ir prácticamente todos los años a visitar a mi hermosa familia y mis amigos de toda la vida. Tengo que decir que los extraño a todos igual que el primer día, extraño tanto las reuniones o asados de los viernes en algún taller con buena compañía. Te acostumbrás a no tenerlos cerca, pero se extraña tanto, por eso siempre cuando alguien de allá me pregunta cómo está la cosa por aquí para venirse, yo le digo la verdad por supuesto, pero no se lo aconsejo a nadie que se mueva de su lugar, su gente y sus costumbres. Y, aunque no me puedo quejar como decía antes, porque estoy muy feliz con lo que tengo, yo no volvería a emigrar, pero bueno es una opinión personal. Hay mucha gente que es menos arraigada y que prefiere marcharse a buscar un futuro mejor.
Vivir acá tiene muchísimas cosas buenas, lo más importante es la seguridad que hay en las calles y la tranquilidad de que tu hijo está por las calles y no tenés preocupaciones, la educación vial es tremenda, sobre todo con los peatones, ponés un pie para cruzar la calle y no pasa ningún coche hasta que cruzas caminando. La gastronomía tampoco está mal.
(continuará)