Gualeguay te quiero verde
Flora autóctona, hoy: el Aguaribay
Este espacio está destinado a la difusión y a la concientización de la importancia de conocer nuestra flora. Con aportes de Ramón Velázquez y Germano Enrique
El monte nativo cumple funciones imprescindibles para el desarrollo de la vida. Cuando éste desaparece, el suelo queda a merced de las adversidades climáticas, generando daños irreparables. Son muchas las zonas que han sufrido las consecuencias de prácticas inadecuadas, el resultado de ello ha sido la desaparición de especies de gran valor ecológico.
Las especies nativas crean ecosistemas muchos más complejos que aquello que se puede apreciar a simple vista, tienen insectos y fauna asociados. Algunas de las que se destacan en la nuestra provincia son el ñandubay (Prosopis affinis), el algarrobo negro (Prosopis nigra), el espinillo (Vachellia caven), el chañar (Geoffroea decorticans), el incienso (Schinus longifolius), el quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco), el molle (Schinus molle) y el tala (Celtis tala), el sauce criollo (Salix humboldtiana), el amarillo del río (Terminalia australis), el ceibo (Erithryna crista-galli), el mataojo (Pouteria salicifolia), el canelón (Myrsine laetevirens), el timbó (Enterolobium contortisiliquum), higuerón (Ficus luschtnathiana), curupí (Sapium haematospermum), las palmeras yatay (Butia yatay), pindó (Syagrus romanzoffiana) y caranday (Trithrinax campestris), entre otros.
Los árboles no sólo tienen importancia natural, sino que son depositarios de memoria e identidad y constituyen una categoría explicativa de los procesos culturales. Educar en la valoración y conocimiento de nuestros árboles nativos implica un aporte a la construcción de ciudadanía e identidad, posibilitando a la vez una herramienta para la formación de comportamientos que impulsen una nueva relación sociedad-naturaleza.
Hoy: el Aguaribay
(Schinus molle) Familia: Anacardiáceas
Género: Schinus.
Especie: angiosperma, plantas con flores y frutos con semillas. Dioico.
Origen: Nativo de Sudamérica: centro de Argentina, norte de Chile, sur de México y Perú. Introducido en Europa por los españoles, tras su conquista del nuevo mundo.
Magnitud: entre 15 y 20 metros de altura. De rápido crecimiento.
Copa: redondeada, abierta y elegante. De porte llorón.
Follaje: perenne. Hojas compuestas imparipinnadas, grandes con disposición alterna, con ramas gráciles. De textura muy fina.
Color: verde oscuro.
Floración: de color amarillo, en panículas colgantes terminales y axilares, en primavera-verano.
Fruto: su fruto, comestible, es una pequeña drupa globosa, similar a un grano de pimienta. De color rosa-rojo brillante y resinoso. Maduran entre el verano y el otoño; y permanecen en la planta hasta el invierno. El sabor del falso grano de pimienta, es más suave que la pimienta tradicional.
Tronco: retorcido. Corteza: pardo oscura.
Suelos: no es exigente en cuanto a las necesidades edáficas.
Clima: muy resistente a la sequía y a las altas T°. No tolera muy bien las heladas. Prefiere clima templado y tropical.
Propiedades: la corteza y resina poseen propiedades: antiespasmódicas, cicatrizantes y tónicas.
Usos: en parques, jardines y avenidas. Como ejemplar destacado, es un árbol muy ornamental, tanto por su porte llorón, su fina textura foliar y sus decorativos frutos. Es un interesante ejemplar para tenerlo en cuenta como árbol de sombra por su amplia copa.