104 años
Florinda Izaguirre de Possamay cumplió 104 hermosos años Una vida de trabajo, de familia y de recuerdos hermosos
Estuvimos conversando con la señora Florinda Izaguirre de Possamay quien el pasado 20 del corriente cumplió 104 bellísimos años.
Era una tarde gris, pero los recuerdos de Florinda la iluminaron, le pusieron la inocencia del campo, de su quehacer desde pequeña, de sus tareas que iban más allá de las propias del hogar porque todo lo aprendía sola, dándose maña para cuidar niños, esquilar ovejas, hilar, tejer, hacer costuras muy prolijas.
Tiene seis hijos: Marta, Martín, Magdalena, Mabel, Liliana y Rodolfo (hijo del corazón), catorce nietos y 18 bisnietos.
Compartimos con ustedes algunos de sus recuerdos:
-“Cuando era chica, tendría 11 años, me llevaron con la familia de Alejandro Vico y Margarita Solari, padres de Beto (Humberto Vico) para cuidarlo a él. Ellos eran maestros y trabajaban en una escuela del 2º Distrito, uno a la mañana y el otro a la tarde. “Beto” hacía rezongar bastante a la madre, sobre todo a la hora de comer. Todas las comidas comenzaban con la sopa y él no quería tomarla. Entonces yo me iba una mesita chiquita y lo sentaba conmigo y así, entre juegos y cuentos se la daba en la boca y se tomaba todo. Era muy regalón, sobre todo conmigo”.
Le preguntamos si trabajó en otros lugares y recuerda:-“Luego trabajé con la familia Crespo, con doña Felisa, enfrente a la fotografía Sajnin; cerca vivía doña Maruja, la hermana. Ahí conocí a los doctores Crespo que, iban a comer a la casa de abuela”.
Nos enteramos de costuras y tejidos en lana que realizaba para la familia y para muchísimos clientes que le solicitaban trabajos, entre ellas Carmiña y Graciela Álvarez, como también Estela Carbone. Además le hizo los vestidos de casamientos para las cuatro hijas.
Al respecto, Florinda nos dice: -“Hacía costuras a máquina, guardapolvos y vestidos a media pierna y de fiesta. Tenía muchas clientas. Aprendí con las revistas. Compraba “Damas y Damitas” que traía explicaciones que me guiaban y así trabajaba. Aprendí sola. Compraba el papel para hacer los moldes y con eso realizaba los trabajos. “Hágame a mí un vestido”, pero yo no podía con tantos pedidos”.
Acota su hija Mabel que con las costuras, su mamá colaboraba con la economía del hogar. Su papá, don Martín Possamay, trabajó en el campo; desde que se casaron vivieron en el 1er. Distrito. Cuando se vinieron a Gualeguay, lo hizo en la aceitera y más adelante en lo Pitón hasta que se jubiló.
Pero volviendo a la vida en el campo, Florinda se acuerda que criaba ovejas, las esquilaba e hilaba la lana: -“Lo hacía con una maquinita que la hacía andar con el pie. A esa lana la teñía y tejía a mano y con el telar. Aprendí sola, nadie me enseñó. Quedaban unas telas hermosas, abrigadas, tan lindas que muchos hombres me pedían que les hiciera sacos; yo no daba abasto. Mi esposo me compró un telar que sabíamos que estaba en venta por ahí en una iglesia en el Segundo Distrito. Le pedí que lo fuera a ver, aunque yo también tenía ganas de ir, le pedía que me llevara. Se fue solo, calladito, y me lo trajo de regalo como una sorpresa; ¡en una jardinera lo llevó hasta casa! Aprendí sola a manejar la naveta para cruzar la lana y con el peine para el otro lado y así formaba la tela. Era tan grande el telar que lo llevaba arriba de una mesa del patio para poder tejer”.
Ya hacia el final de la visita le preguntamos por los nietos: “Tengo muchos, no los he contado, pero son muchos”; (su hija Mabel acota que son 14 nietos y 18 bisnietos).
Fue muy agradable y acogedor compartir un rato con Florinda, una mujer bonita, prolija en el vestir y en el hablar, amable, que nos entregó sus hermosos recuerdos, entre ellos el del día que cumplió 100 años y lo festejaron con los vecinos que cortaron la calle, con barbijos y de lejitos porque estábamos viviendo la pandemia.