Gualeguay
Gualeguay en sus poetas
Prof. Graciela Saavedra “Miré el río y reflejó mi rostro, oí el viento ye reconocí mi vos, toqué el rocío y palpé mi piel, aspiré el olor a tierra mojada y presentí mi origen. Uní mis sensaciones con el pensamiento y me desligué de la naturaleza…” Eise Osman
El 24 enero de 2015 recibimos la noticia de que el gobierno provincial promulgó bajo el número 10.351 la Ley que declara a la ciudad de San Antonio de Gualeguay “Capital de la Cultura de la Provincia de Entre Ríos”. La norma fue autoría del diputado radical Ing. Antonio Rubio. Esta es una distinción muy justificada y que nos llena de orgullo porque nuestra ciudad es cuna de grandes artistas en las diferentes expresiones. Entre todos los aspectos para destacar y que fundamentan esta ley, es que Gualeguay es cuna de notables escritores
En esta edición por el 241º Aniversario de nuestra ciudad, nos vamos a referir a los escritores que nos han dejado y nos van entregando hoy un gran legado en las letras. Como es imposible abarcar a tantos, nos limitaremos a algunos de ellos, entre los cuales hay quienes han trascendido nuestras fronteras, recibido distinciones en diferentes niveles, como también los que permanecen en la memoria colectiva, de algunos libros, que forman parte del acervo popular. A varios de ellos los conocemos personalmente por su transitar por las calles y las escuelas y que se han quedado prendidos de nuestra memoria con sus versos que hablan de lo cotidiano, otros están en destacados volúmenes de sus obras completas, como también aquellos que se expresan tímidamente en pequeños papeles escritos a mano.
Es así que entre tantos poetas nombramos a Juan L Ortiz, Carlos Mastronardi, Alfredo Veiravé, Carlos Mastronardi, Amaro Villanueva, Juan José Manauta, Emma Barrandeguy, Leoncio Gianello, Adolfo Cosso, Emilio Berisso, Marta Zamarripa, Julio Pedrazzoli, Teresita Valiero, Eise Osman, Aristóbulo Barroetaveña, José Cejas, Tuky Carboni, Rosendo Taborda, Alejandro Peralta, María Elena Pérez Petre, Cary Pico, Daniel González Rebolledo, Margarita Rodríguez Vivanco, Vicente Cúneo, Antonio Gamboa Igarzábal, Federico Matteucci, Stella Bello, Leonor Gianello… y muchos más.
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Gualeguay
(fragmento)
Te ubicaron guardando su secreto,
en el bajo nivel de la llanada,
a la orilla de un río sin objeto
como no fuese el darte reflejada
la luna en flor dentro de su marco quieto.
Creciste así, sin náutico destino,
agua sin vela, rada sin goleta;
y emprendiste por eso otro camino
que dibuja su heráldica discreta
en el azul florido de su lino.
Puerto sin nave te asomaste al prado
y de pujante égloga aromada
eres rubio trigal, paciente arado,
fecundo semental, huerta labrada
¡Todo en verdor de campo cincelado!
Leoncio Gianello
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Gualeguay I
(fragmento)
Te nombra este río donde asomas
con tu gente, tus lauros y tu historia,
con tus torres solemnes y la gloria,
de una paz enhebrada de palomas.
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Rosendo Taborda
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La plaza de Gualeguay
(fragmento)
… Todo en esa plaza es un invento
del reposo que vence a la hermosura,
jacarandá enhiesto, la dulzura
del ángel dormido entre sus torres.
Se me juntan en él las duras flores
de la ausencia, y el polem amarillo
de un verano, quebrado en ese brillo
que nace en un ojo de paloma
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Alfredo Veiravé
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Madrugada
La aurora se levanta risueña como un chico.
El sol publica y abre llanuras y distancias.
De las barbas gauchescas de los sauces escapan
como frases serenas las primeras bandadas.
Me siento rico en cada yuyito o flor que veo.
La mañana es ferviente como un grillo sonoro.
Voy paciendo emociones… Salud, señores pájaros.
Sacuden horizontes los vientos de mi gozo.
Carlos Mastronardi
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Gualeguay (En el aura del sauce)
(fragmento)
Salud, ciudad mía y universal, salud “rosa infinita”, salud
paisaje puro,
estado, más bien, humilde, bajo una luz o en una luz por otro
lado reverente…
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Juan L. Ortiz
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La fundación del templo
Ya estaba puesto el nombre de la villa,
repartida la tierra entre la gente,
plantados los frutales. Solamente
faltaba esa pequeña maravilla.
que nace del amor: una capilla
para albergar a Dios decentemente.
Con el sudor del brazo y de la frente,
la hicieron entre todos, muy sencilla.
Acaso ya soñaban con vitrales,
el mármol de las pilas bautismales,
las altas torres y el altar labrado…
Más Él, que ama la fe sin ornamentos,
pensó, al verlos tan pobres y contentos:
“Con la ofrenda más pura Me han honrado”.
Tuky Carboni
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El tiempo de la infancia
En tanto el tiempo de la infancia viene
por los cauces profundos de mi vida,
voy separando sólo lo que tiene
fuerza de amor y rosa florecida.
Al recordar, entonces, me entretiene
el patio con la parra frutecida,
la comba azul, la estrella que detiene
el juego de la mancha y la corrida,
el arroyo traidor, los miquichíes,
las bolitas, las tardes de verano.
Dulce figura, niño que sonríes,
quiero otra vez tomarte de la mano.
En el girar del trompo te deslíes
mientras porfío del piolín en vano.
Julio Pedrazzoli