Cultura
Gualeguay y la doble mirada del extranjero
Cómo pensar nuestra ciudad sin caer en debates que no conducen a nada. por Santiago Joaquín García
Hace unos días estuve en la Feria del Libro y de la Cultura de Frontera de Paso de los Libres (Corrientes). Lo primero que hice fue maravillarme por lo que se puede lograr cuando se trabaja en comunidad. En estos tiempos de profunda crisis económica, una ciudad muy similar en términos de población que Gualeguay decide sostener año tras año su encuentro cultural. Y lo hace con algunos estándares dignos de destacar. Apenas uno ingresaba se encontraba a su izquierda con tres stands con propuestas ideológicas casi opuestas. Como dice la famosa máxima: si dos personas con ideas diferentes se juntan a conversar, al terminar la conversación ambas tienen dos ideas en vez de una. Después siguen eligiendo, pero cuentan con otro recurso más para pensar. Y el otro punto que quiero destacar es que la grilla de actividades privilegió todo el tiempo a autoras y autores correntinos y, preferentemente, de la zona. El encuentro era una posibilidad de visibilizar el trabajo de las personas que hacen a la cultura local, y eso, aunque parezca una obviedad, no es tan habitual como parece.
Claro que toda la observación que este cronista hizo es en el marco de la famosa mirada del extranjero, de la cual quiero hablar en esta nota. Una forma de analizar un caso o un territorio sin compromisos afectivos que obturen el criterio. Esta propuesta tiene puntos positivos y negativos, es decir que tampoco debe ser idealizada, pero echa luz muchas veces sobre cosas que no vemos a simple vista.
La costumbre y la belleza
Una tarde Juanele y Amaro Villanueva salen a caminar por el Parque Intendente Quintana y este le dice a aquel: “No salgamos del Parque todavía”. Se dan cuenta que la frase tiene potencial (es un endecasílabo) y se proponen como consigna escribir un poema cada uno que comience con ella. Y mientras Juanele dice: “hasta la más humilde hierba está como transida”; Amaro no se queda atrás: “recorrimos soñando los caminos”. ¿A qué viene esta referencia? A que tenemos que contagiarnos un poco de la sensibilidad del artista que puede maravillarse ante algo que ve todos los días. Ya que menciono el Parque creo que todavía no le hemos agradecido suficiente por el papel que cumplió durante la pandemia. Mientras mi tío me contaba que su actividad física era subir y bajar escaleras en un edificio del Gran Buenos Aires, yo le mandaba fotos de las tortugas que asomaban por las ramas de los árboles que se recuestan sobre la orilla del reservorio. Dicho sea de paso, una vez que avanzó la civilización, a esos reptiles no los vi más. Vuelvo. Cuando pasó el tiempo de confinamiento y ese pariente vino de visita, preguntó maravillado ante el recorrido de todo el paseo de la Costanera: “¿Todo esto es público?” Esos kilómetros de espacio verde, todo ese potencial aun no explotado de lugares para realizar actividades al aire libre, el corazón de la vida pública de nuestros fines de semana, es solamente un ejemplo. Lo mismo vale para nuestro río y arroyos, para nuestras costas y nuestras aves. Sin perder de vista su conservación, no estamos lo suficiente orgullosos del lugar en el que vivimos, o no lo demostramos por lo menos con hechos concretos. Y uno que ha recorrido ciudades y provincias, ve que otros lugares, por ahí con menos guiños de la naturaleza que Gualeguay, le andan gritando al mundo que son la belleza personificada y el mundo de pura curiosidad se pega una vuelta para confirmarlo. Si no estamos convencidos nosotros, no vamos a poder convencer a nadie.
El mito de la envidia
Existe una teoría extendida en muchas conversaciones gualeyas que intenta explicar la falta de desarrollo económico de la ciudad. Y es tan potente que yo también me he visto repetirla en ciertas situaciones concretas. Se puede resumir así: “El problema de Gualeguay es la envidia. Si vos ponés un negocio que funciona, a las dos cuadras viene otro y pone lo mismo y se terminan fundiendo los dos”. Algo así como “yo hago ravioles, ella hace ravioles”. Es una adaptación, pero estoy seguro que usted lectora o lector ha escuchado esta teoría alguna vez. Ahora bien, acá le voy a dejar elementos para refutarla.
Hebe Uhart fue una escritora argentina que cuando se jubiló decidió recorrer el mundo y escribir crónicas. Me voy a fijar en las más cercanas, las que dedicó a Uruguay y Entre Ríos. Hablando de una ciudad cercana a Montevideo mucho más chica que Gualeguay escribió lo siguiente: “A juicio de ellos, lo que paraliza el progreso de Santa Rosa es la envidia: si alguien tiene un proyecto constructivo, viene otro y lo boicotea”. Solamente hace falta cambiar el nombre de la ciudad y parece que estuviera hablando de nosotros. O hay algún gen envidioso que conecta el litoral con la patria de los treinta y tres orientales o forma parte de una creencia extendida en el sentido común, el más peligroso de todos los sentidos. La verdad que usted puede creer en lo que quiera, pero nótese como en este caso la mirada del extranjero no es condescendiente. ¿Cuántas otras teorías tendremos arraigadas en el sentido común gualeyo que nos impiden hacer un diagnóstico realista de cuáles son nuestros verdaderos problemas y cuáles son sus posibles soluciones?
Extranjero en su propio país
Supongamos que llegamos hasta acá y usted me dice: todo muy lindo, pero yo no soy extranjera o extranjero en Gualeguay. De lo que estamos hablando es de una mirada, no de lo que dice el DNI. Acá aparece otro gran escritor, el estadounidense Kurt Vonnegut, quien enojado con lo que estaba haciendo el gobierno de su país decide escribir un libro llamado ‘Un hombre sin patria’. Le comparto un extracto:
“Las conjeturas convincentes han sido la base del liderazgo desde hace tanto tiempo, durante toda la existencia humana hasta el momento, que no sorprende para nada que la mayoría de los dirigentes de nuestro planeta, a pesar de toda la información de la que disponemos ahora repentinamente, quieran que las conjeturas continúen.
Ahora es su turno de conjeturar, y seguir conjeturando y lograr ser escuchados. Parte de las conjeturas más desmedidas y jactanciosamente ignorantes del mundo se concentran hoy en Washington. Nuestros dirigentes están hartos de toda la información de peso que la ciencia, el estudio y el periodismo de investigación han vertido sobre la humanidad. Creen que el país entero también está harto, y tal vez estén en lo cierto. No pretenden que volvamos a seguir el patrón oro. Quieren algo todavía más básico. Pretenden que volvamos a seguir la voz del charlatán.
-Las pistolas cargadas son buenas para todos, excepto para los internos de las cárceles y los manicomios. Correcto.
- Invertir millones en la salud pública crea inflación. Correcto.
-Invertir miles de millones en armas baja la inflación. Correcto.
-Las dictaduras de derechas son mucho más afines a los ideales estadounidenses que las dictaduras de izquierdas. Correcto.
-Cuantos más misiles con bombas de hidrógeno tengamos preparados para explotar en cuanto se dé la orden, más a salvo está la humanidad y mejor será el mundo que le darán nuestros nietos. Correcto.
-Debería permitirse a las industrias hacer lo que quieran, sobornar, degradar un poquito el medio ambiente, fijar los precios, joder al tonto del consumidor, poner fin a la competencia y saquear el tesoro público cuando quiebran. Correcto.
-La libre competencia consiste en eso. También correcto.
-La gente pobre debe haber hecho algo muy malo o no serían pobres, así que sus hijos deberían pagar las consecuencias. Correcto.
-No se puede esperar que los Estados Unidos cuiden de su propio pueblo. Correcto. ---Ya lo hará el libre mercado. Correcto.
-El libre mercado es un sistema de justicia automático. Correcto.
Es broma”
Una de las cosas más maravillosas de este texto escrito en 2005 son esa dos palabras del final. Vivimos en la época en la que hay que explicar los chistes, y en la que todo es demasiado literal. Pero volviendo al tema, Vonnegut demuestra que no hace falta ser extranjero para tener una mirada crítica sobre el propio territorio. La doble mirada del extranjero entonces implica no acostumbrarnos ni menospreciar todo el potencial que tenemos, ni tampoco caer la defensa cerrada de lo propio, sólo por costumbre. Se vienen los meses en los cuales Gualeguay se muestra más al mundo. Habrá que agudizar el oído.