Hasta siempre, Federico
No lo imaginamos de esta manera, no lo queríamos tan pronto. Pensábamos en tu pueblo que tendríamos tiempo para un encuentro más, para una risa desbordada en el medio de la calle, para un abrazo de crecido afecto con el corazón feliz.
Dios y la vida eligieron esta forma. Los que quedamos a la sombra bienhechora de tu compromiso ciudadano y tu servicio con alegría nos deberemos acostumbrar a tu ausencia y a extrañarte con un pañuelo de gratitud a flor de alma.
Gracias, querido hermano, por haber dedicado esenciales primaveras a las instituciones de Gualeguay.
Gracias, querido Federico, por dedicarnos desde el municipio o desde tu casa, los instantes decisivos de tu existencia.
Ah! Y Gracias también, por haberte aparecido aquella mañana de lluvia en el Congreso de la Nación, y acompañar a este amigo en una jornada plena de emociones y recuerdos del pago.
Rezaré por tu alma buena, llevaré una caricia de río y ternura a tus seres queridos, y después me quedaré en silencio, esperando que tus duendes madrugadores me despierten y me digan que has vuelto en las alas de un pájaro islero a perfumar de luz las plazas de Gualeguay.
ROBERTO ROMANI