HUELLAS Por Carlos Campodónico
Hoy: Gastón Matorra, Huella de Música y Canto.
Gastón Matorra, músico oriundo de nuestra ciudad de Gualeguay, siempre deja muy bien representado a nuestro Departamento, a nuestra Provincia y sus Huellas musicales en lo más alto en nuestra Argentina.
Sus comienzos en la música fueron con el piano, tocaba acordes que le había enseñado su hermano Hernán Matorra (excelente músico y referente de la música de nuestro País), cantaba canciones de Lerner, algunos boleros y algo de Cèsar “Banana” Pueyrredón; también le gustaba cantar en un inglés inventado canciones de Los Beatles y Bon Jovi, por aquel entonces su casa era el único negocio de venta de instrumentos de la ciudad, “La Tecla”, así que tenía acceso a prácticamente a diferentes instrumentos musicales para poder interpretar diferentes obras.
Su pasión por la guitarra comenzó a los 11 años aproximadamente, ya antes de tener una excelente práctica con la guitarra; pasando horas frente al espejo, cantando canciones de Fito, Charly, Spinetta, con lo que encontraba que simulara ser una guitarra. Luego empezó a estudiar con el músico Japo Vela de nuestra ciudad de Gualeguay, con el tiempo comenzó a agregar a su repertorio obras de Silvio y Fandermole. A los quince años empezó a viajar a Buenos Aires los fines de semana, mientras terminaba la escuela secundaria acá. Allí empezó su formación en música clásica con su maestro y amigo Miguel San Marco. Luego de terminar la escuela se mudó a Buenos Aires donde continúa estudiando y hubo más maestros, pero ya es otra historia.
El estilo que más le gusta es el Rock. Si bien su formación en guitarra es clásica y estudió algo de folclore y de jazz, el rock , sobre todo nacional, creo que es lo que más le mueve. Su hermano le grababa cassetes con compilados de Fito, Charly, Sabina. Hasta que se compró la grabadora de cd y ahí hubo un momento épico cuando escuchó Queen por primera vez; le voló la cabeza, literalmente: “Recuerdo que le dió el cd recomendándome que prestara atención a las voces y hasta el día de hoy sigo siendo un gran fanático”. Hoy en día uno de sus mayores referentes es Ricardo Mollo, guitarrista de divididos. Si bien los descubrió más de grande, es una banda que le encanta en un formato de trio que le fascina. Al mismo tiempo escucha mucho a músicos como Juan Quintero y Edgardo Cardozo, Fernando Cabrera, Kevin Johansen, etc. Es difícil encasillarse en un género musical. Piensa que además de sus gustos internacionales como son Beatles y Queen, lo que realmente le encanta es la música rioplatense. Desde el rock, viajando por toda Sudamérica incluyendo en ese viaje a la trova cubana, y el folclore latinoamericano en general.
En el dialogo con Gastón y su vínculo con el escenario nos contaba: estar arriba del escenario es una responsabilidad enorme, no solo con el público y con uno mismo, sino también para con la música. Siento que ella en si misma nos solicita muchísimo respeto. Mi trabajo ha sido casi siempre solista o como cesionista en bandas y siempre la responsabilidad está en tocar para la música. Como mensaje a los jóvenes manifiesta: el mejor mensaje que se les puede dejar a los que están iniciando su camino en la música o cualquier lenguaje artístico es tener disciplina, constancia y no bajar los brazos. A medida que uno va creciendo como artista, los umbrales de frustración se vuelven más difíciles de sortear, pero allí aparecen el trabajo previo y la experiencia para darnos una mano y seguir adelante en un camino que es infinito.
Para Gastòn, la música significa muchísimo, le ha dado las más grandes satisfacciones siempre. Al mismo tiempo muchos momentos de querer bajar los brazos. Pero, por ejemplo, una guitarra lo llevó a viajar por Sudamérica por dos años y medio, trabajó de muchas cosas durante esos años, pero en todo momento sabía que planchando dos acordes en una peatonal o cualquier sitio, alcanzaba y sobraba para encontrar lugar donde dormir y ni hablar de dónde comer. Básicamente la música le ha dado los más grandes momentos que ha vivido y le ha presentado a las más grandes personas que ha conocido.
Si pienso en escenarios, pienso en los de teatros como el Astral, el Maipo, el Metropólitan y muchos teatros, un poco más pequeños en donde tuvo la suerte de tocar. Pero al mismo tiempo, recuerda estar tocando canciones de Sui Generis en un restorán de Quito y que la gente se pusiera como loca. O en la casa de Cristina, una señora que le dió asilo en el Valle del Elqui en Chile, donde eran, élla, una vecina y él cantando, (recuerdo que cante la canción caminito del dúo Orozco Barrientos) la satisfacción de esos momentos con la música, muchas veces fue más grande que tocar ante cientos de personas.
Con esto quiere decir, que tocar en programas como “la hormiga imperial” junto a Flor Otero, Ger Tripel y el mismísimo Petinatto (imagínate, si soy fans de divididos, lo que representa éso, además de que era para la tele donde lo vieron miles de personas), pero los mejores escenarios han sido siempre, por ejemplo, un mercado en Colombia donde cantó la canción “a primera vista”, de Chico Cesar, versión de Pedro Aznar y una pareja rompió en llanto, u otra ocasión en que andaba buscando restoranes para tocar y no me estaba yendo bien, entré a uno, canté manifiesto de Víctor Jara y una persona se acercó y me invito a almorzar además de darme una generosa -colaboración para la gorra de mi día-.
En conclusión, cada vez que hubo una guitarra en mis manos, fue un lugar importante que marcó mi camino en la música.