Despedida
Hugo Salvador Solari: ¡Papá!
Desde el fondo recóndito del tiempo donde las ansias duermen y el alma se abroquela en remolinos de luminosas horas y opacados esplendores que en su correr la vida va dejando en la trastienda, vamos a recuperarte Papá... con las manos pobladas de recuerdos.
La vida es muchas cosas... pero ante todo... ella es un préstamo, y hay que devolverla. Nunca se sabe cuándo. Cuando Melpómene cruce murallas imprecisas, y en noches tenebrosas, arremeta contra el viento, el fuego o la montaña. Nunca sabemos ni cuándo ni dónde con su ropaje tan genuino... ha de venir y ha de llevarnos.
Fuiste un Grande Papá. Difícil llegar a tu estatura.
Amabas tu profesión, y la abordaste con la frente alta, con las manos limpias y con la Dignidad que solo es propia de algunos elegidos.
Comenzó tu vida familiar y profesional.
Corría el año `75 o algo menos cuando decidiste formar con algunos pocos colegas una Sociedad que se llamó S.A.I.E.R. Iba a construirse la Represa de Salto Grande y la Nueva Ciudad de Federación. Hubo una licitación para llevar a cabo semejante empresa. Se presentó S.A.I.E.R. y la ganó. No fue fácil, porque ese pequeño grupo de profesionales que integraste fue la cabeza conductora y responsable de esa obra faraónica. Mucho tuyo quedó allí... quedó tu impronta y tu presencia.
Creciste inmensamente en esa empresa junto con tus colegas y, de aquel entonces, quedaron muchas anécdotas graciosas.
Después volviste a Gualeguay para seguir trabajando y a su vez seguir creciendo. Nosotros aprendimos tus valores que hemos practicado toda la vida.
El tiempo siguió su curso y en su correr trajo El Estudio. Estudio Solari Notarial y de Agrimensura. Gracias Papá por tanto, por ser siempre nuestra guía.
Tranquilo Papá. Ese Estudio es nuestro orgullo en el que seguiremos llevando como estandarte tus imperativos y axiomas.
Después... después vendrían los días grises y sombríos, y la muerte acechando, cuando la vida en oleadas, se adormecía en un quebranto. Vertientes inútiles de Vida, la Muerte ya había ganado esa partida y nosotros habíamos caído, derrotados.
No te llevaste olvido ni recuerdos, porque nadie se lleva lo que sobra. Ni siquiera nuestro amor y tu hidalguía. Solo cumpliste con el Alfa y el Omega de la Vida.
Algún desgarrador gemido y una tristeza embravecida. Todo está escrito... con un final incierto. No volverás a sufrir, has cortado las cadenas de esta vida terrena. No habrá dolores ni estériles ligaduras. El alma serenada te mostrará otros soles y otras lunas de otros anocheceres y de otras madrugadas.
Pero fuiste feliz, conociste el mundo, disfrutaste de amigos y de ésta, tu familia.
Por eso, con las mejillas bañadas por las lágrimas, con la tristeza que da la despedida y con el orgullo de ser hijos de un Gigante, te abrazamos, te agradecemos y en nombre del amor Papá ¡TE BENDECIMOS!
Cristina, Miguel, Juanchi y Agustín