Pbro. Jorge H. Leiva
La vocación y el destino del canto
Con motivo de la jornada del Buen Pastor en estos días en los templos católicos anda dando vueltas el término “vocación” ¿Qué quiere decir la palabra vocación? Es una inclinación que siente una persona para dedicarse a un modo determinado de vida. Sin embargo, también puede estar relacionada a lo profesional, ya sea a un trabajo específico, a una carrera universitaria o a un oficio.
En el sentido etimológico, la vocación es un llamado (del latín vocatio, sobre vocātus, participio del verbo vocāre, por «llamar», y el sufijo -ción, al respecto de -io, como agente de acción y efecto). Durante mucho tiempo ha designado el llamado a participar de la vida consagrada (sacerdocio, monacato, etc.). El concepto tiene sus raíces en la Biblia y se correlaciona con el tema de la escucha: Dios llama y un interlocutor oye ese llamado. También esta palabra se usa en un sentido más amplio para designar la llamada que las personas pueden sentir por una misión particular: humanitaria, profesional, espiritual, científica, etc. En plural, esta palabra designa el número de aspirantes a la vida religiosa y, en particular, al sacerdocio. Los héroes y los mártires son la expresión de la plenitud de las opciones vocacionales: alguien que es capaz de sufrir y morir por fidelidad a su misión es porque la asumió como una verdadera vocación de servicio. La educación y la conversión es siempre y proceso de búsqueda o de regreso a la vocación propia porque nadie está llamado a destruir ni a destruirse, sino a desplegar la plenitud de las potencialidades: toda verdadera vocación es para el servicio o no es. Entre los dirigentes de la política, la economía, las comunidades religiosas o educativas y entre las asociaciones intermedias se hace más urgente el “llamado” a trabajar con “vocación” y no con dobles intereses. A veces aceptamos los honores del cargo, pero no los dolores de la carga. (Lo decía un amigo en un juego de palabras).
En el seno de las familias sobre todo se hace más urgente la necesidad de varones y mujeres con verdadera vocación de esposos y padres generosos y responsables. Atahualpa Yupanqui expresaba admirable y bellamente su vocación al arte del canto en este poema: “Nada resulta superior al destino del canto. Ninguna fuerza abatirá tus sueños, Porque ellos se nutren con su propia luz./ Se alimentan de su propia pasión./Renacen cada día, para ser./ Sí, la tierra señala a sus elegidos/ El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres/ Indicados para traducirla en la esperanza, en la pena,/ En la soledad. Si tú eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra,/ Si comprendes su sombra, te espera Una tremenda responsabilidad./ Puede perseguirte la adversidad,/ Aquejarte el mal físico, Empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,/Pueden burlarse y negarte los otros, Pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,/ Porque no es sólo tuya. Es de la tierra, que te ha señalado./ Y te ha señalado para tu sacrificio, no para tu vanidad./ La luz que alumbra el corazón del artista/ Es una lámpara milagrosa que el pueblo usa…”
Digamos también en este domingo que, hoy más que nunca, nuestra sencilla gente necesita vocaciones que se entreguen para hacer memoria del Hijo Amado en la “Fracción del pan”. Y que la tierra sigue señalando a elegidos para que no dejen de cantar y edificar al Pueblo de Dios.
Pbro. Jorge H. Leiva