Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo
Los pequeños son lo más grande que tenemos
El Día del Niño nos mueve de modo especial a celebrar la inocencia, la alegría y el futuro de nuestra sociedad. Cada año, el tercer domingo de agosto, miles de familias se unen para honrar a los más pequeños, reconociendo la importancia de esta etapa vital en el desarrollo de cada persona. Los hogares, las plazas, los centros recreativos, las calles, son escenarios en los cuales vemos cantidad de niños y familias paseando en búsqueda de hacer fiesta.
Sin embargo, esta celebración no debe limitarse solo a momentos de gozo; también debe ser una oportunidad para reflexionar sobre la realidad de aquellos niños, niñas y adolescentes que enfrentan adversidades socioeconómicas, educativas y de salud. En esta jornada debemos mirar la belleza e importancia de la infancia, así como la imperiosa necesidad de brindar apoyo a los más necesitados, recordando el amor y la preocupación que Jesús mostró hacia los más pequeños.
Sabemos que la infancia es una etapa crucial en la vida de un ser humano, donde se sientan las bases para el desarrollo físico, emocional, cognitivo y social. Es el período en el que los chicos experimentan un rápido crecimiento corporal que nos sorprende a veces mes a mes, para lo cual necesitan la alimentación adecuada. También es una etapa marcada por el aprendizaje, absorbiendo conocimientos y habilidades que los acompañarán a lo largo de su vida. Y no menos importante es considerar que es una fase en la que se forjan los valores, las actitudes y las creencias que determinarán su comportamiento como adultos. Estimulación, afecto, ternura, cobijo, juego… son las bases para un desarrollo pleno.
Este es el momento en el que los adultos debemos recordar la importancia de proteger sus derechos y garantizarles un entorno seguro, amoroso y propicio para su crecimiento. Hagamos foco en la situación de vulnerabilidad que enfrentan. La pobreza, la falta de acceso a una educación de calidad y a servicios de salud adecuados son algunas de las barreras que dificultan la plena evolución de más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes en el país.
Miremos a quienes enfrentan graves desafíos que afectan su bienestar físico y emocional. La falta de recursos limita su acceso a una nutrición adecuada lo que incide negativamente en su crecimiento. La miseria los expone a ambientes inseguros y carencias emocionales, aumentando el riesgo de que enfrenten abusos y situaciones traumáticas.
Siendo la educación un pilar fundamental en esta etapa, desafortunadamente, muchos de ellos en Argentina no tienen acceso a una educación de calidad. Así se perpetúa el ciclo de pobreza y se niega a estos pequeños la igualdad de oportunidades para un futuro mejor.
Asimismo, la salud es un aspecto esencial para el bienestar de los niños. El acceso a servicios adecuados es fundamental para prevenir enfermedades, detectarlas en el momento oportuno, tratar afecciones y asegurar un crecimiento saludable. Quienes carecen de acceso a atención médica adecuada enfrentan riesgos significativos para su salud y bienestar a largo plazo.
Por eso es fundamental que recordemos la importancia de priorizar a los más necesitados. La enseñanza de Jesús “les aseguro que si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los cielos” (Mateo 18, 3) es un llamado a ponernos en las zapatillas rotas o los pies descalzos de los pobres pequeños muchas veces invisibilizados.
Las autoridades del Estado, la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales tienen un papel crucial en la búsqueda de soluciones para mejorar la situación de los niños más vulnerables. Cuando construimos una casa es fundamental prestar atención a los cimientos, según la altura de la construcción proyectada. Me animo a decir que como sociedad no estamos aspirando llegar muy alto.
Mañana celebramos el día de los catequistas. Varones y mujeres, jóvenes y adultos, que comparten la alegría del encuentro con Jesús en nuestras comunidades. Recemos por ellos y tengamos un corazón agradecido por tanta entrega generosa.