Editorial
Marchamos…Héctor D. Jaime
Como tantas veces marchamos. En los 90 por situaciones y decisiones de gobierno que no entendían que la educación pública es eso, educación pública.
Y el Gobierno nacional contestaba con la transferencia lisa y llana de las escuelas nacionales a las provincias. Solo respondía a una necesidad económica y pedagógica. Un sistema nacional que estaba implosionado solo encontraba en la reducción del gasto público la única salida a la crisis de aquellos años. Y la educación era un gasto. No una inversión.
A más 30 años de haber ganado aquellas batallas, que por cierto fueron muy duras, el Gobierno Nacional quiere imponer otra vez la idea de que la educación es un gasto.
Utilizando sofismas de otras décadas, descalificando y con un discurso que asemeja más a un Estado Fascista que a una Democracia, creyó que era suficiente para neutralizar el reclamo.
El desfinanciamiento de las Universidades Nacionales adrede, con una intención velada de terminar con la única posibilidad de cualquier ciudadano a superarse, donde el albañil o su hijo pueden estudiar con las mismas posibilidades es el mejor ejemplo de una sociedad en movimiento, habla a alguien claras de la ideología gobernante.
El desfinanciamiento claro está, termina con el cierre de claustros. Y de servicios que las propias Universidades brindan a la población, por ejemplo, Hospitales. Ni que hablar de las investigaciones que llevan adelante.
Números. Los recursos destinados a la UBA, este año caerán un 72%. Si incorporamos la última actualización de partidas del programa de Desarrollo de Educación Superior, con el que se financian 50 Universidades, será en 2024 el 0.22% del PBI. Cuando en 2018 fue de 0.81%. En 2019 de 0.61%, en 2020 del 0.76%, en 2021 del 0.68%, y en 2023 del 0.73%. De eso se trata. Ahí está el corazón del problema. En el desfinanciamiento.
Y marchamos. Tal vez por una de las pocas cosas que se termina en forma automática con la grieta. Una vaca sagrada para la religión laica de los ciudadanos.
Acá confluimos agnósticos y ateos, amarillos y negros, peronistas y radicales. Sin importar ni siquiera preguntar de donde viene cada uno.
Nos hermanamos y marchamos. Y mostramos que hay cuestiones que nos superan y son del pueblo mismo. Así entendemos la educación pública.
Inferir que casi 3.000.000 de almas salieron a la calle a nivel país, hechizadas y eclipsadas por un slogan y dirigentes vetustos y anquilosados, es no entender que se trata. Más grave aún, no saber la historia, de dónde venimos…
¿Auditorias?. Dependen del Poder Ejecutivo y Legislativo. E incluso de Organizaciones independientes. La Auditoria General de la Nación es quien debe hacerlo, por mandato constitucional además. Ese argumento no cabe en una discusión seria. Nadie que se precie de observador imparcial puede sostener semejante mamarracho.
Inferir también en darle un tinte político fue otro error de cálculo y de apreciación. ¿O acaso no había votantes del Presidente que marcharon?.
Venimos de las plazas.
Venimos de las marchas.
Venimos de abrazar por igual al estudiante y al obrero.
Venimos de sindicatos y de partidos políticos.
Venimos de la Pastoral social y cada uno de los credos de la Nación.
En la convicción de que la movilidad social es fruto de la educación pública y gratuita, que además tiene rango constitucional. Y que el Estado debe ser el garante de estos derechos.
Aquí no hay ganadores ni perdedores. Aquí hay un pueblo que se expresó el 23 de abril porque hay cosas que no deben tocarse. Y que esta dispuesto a marchar las veces que sea, para sostener sus ideas.
Héctor D. Jaime