Día de la Madre
María Rosa Plazaola de Gamboa, con sus 100 jubilosos años
Una maravillosa mamá de 8 hijos y mucha descendencia
Estuvimos conversando con la Sra. María Rosa Plazaola de Gamboa quien hace pocos meses cumplió sus 100 años y que se mantiene bonita, elegante, con total lucidez, mucha memoria y feliz con la hermosa familia que posee y que la miman como a un tesoro. Y nos comentó de su vida.
-El 19 de julio cumplí 100 años; hubo algún festejo. Somos tantos que ya que tengo ocho hijos, todos bien, gracias a Dios; nietos tengo veintiuno; biznietos, treinta y tres y algunos en camino.
-Yo vivía con mis padres en Galarza, me crie ahí, porque me llevaron de chiquita. Mi padre era de Gualeguay, se fue a Galarza. Muy jovencita trabajaba en la Compañía de Teléfonos, era personal único, estaba sola con un mostrador con un equipo para que hablara quien iba a pedía una comunicación. Yo iba todos los días, a las siete y media de la mañana, lloviera o tronara. No había asfalto, así que había que meter los pies en el barro; ahora Galarza está muy linda. Nosotros éramos diez hermanos, de los cuales quedamos dos; un varón de ochenta y pico de años y yo, la mayor de todas con cien años y gracias a Dios y a la Virgen Santísima, ando bien.
-Cuando yo tenía unos 20 años, mi papá decidió volver a Gualeguay; tenía una carpintería grande.
-Acá trabajé en la zapatería Thompson que estaba en donde hoy es la heladería Grido. Me puse de novia con Edilio Néstor Gamboa; al poco tiempo nos casamos y tuve mi primer hijo a los veintidós años. De los ocho hijos, uno sólo es varón, Néstor. La primera que nació fue Amelia Alicia; al año siguiente, nacieron las gemelas. En un momento tenía “tres sin caminar”; había que lavar pañales “a lo loco”; era otra la vestimenta que se usaba: pañales, ombliguero, batitas, fajas. Dios me los mandaba y yo tenía que aceptarlos.
-Mi esposo vino de Puerto Ruiz; fue director de la Escuela Marcos Sastre. También daba clases en la Escuela Normal, de actividades prácticas, como carpintería, por ejemplo.
-Ahora, me vienen a visitar los hijos, los nietos y los biznietos que viven muchos acá, otros en distintas partes del país. También gente amiga de la familia; la casa se llena de gente, es una fiesta.
Fue muy lindo compartir un rato con María Rosa Plazaola, un canto a la vida y una mujer agradecida a lo que Dios le ha brindado.