Muy grata sorpresa: "Este río nos trajo el arroz" de Z. Ayala
En este tiempo tan extraño que nos toca vivir, podemos encontrar de todo; de lo malo, quiero decir.
No obstante, para los que tenemos los ojos adiestrados a descubrir la belleza, ésta no sólo sigue existiendo en todo su esplendor, sino que además, es ella quien nos busca a nosotros.
Así es que, una tarde recibo un llamado y me anuncian que me envían de regalo un libro de relatos. Un libro, sobre casi cualquier tema (menos matemáticas; me traumé en la secundaria) representa para mí una especie de piedra-imán que me atrae con una energía positiva y muy poderosa. Casi inmediatamente de recibirlo, abrí el paquete y me encontré con una serie de relatos que enseguida comencé a leer. La autora es la querida Zulemita Ayala, con la cual hemos tenido algunas charlas telefónicas sobre libros y autores varios. Así que ya sabía que ella es una gran lectora; y también que escribía desde la infancia. Sin embargo, su extrema modestia le impedía editar algo de lo ya escrito. Hasta que sus hijos le dieron su confianza y, seguramente, también habrán andado detrás de la edición. No hubieran podido estar más acertados los tres hijos de Zulemita; y celebro la fuerza de su convicción, porque de no haber sido por ellos tal vez nos hubiéramos perdido una escritora (Si, Zulemita: una escritora) dotada de gran sensibilidad social y con un poder de síntesis que es, en sí mismo, un gran valor. En dos páginas Zulema presenta un cuento casi perfecto porque, desde su inicio hasta su resolución, sabe concentrar el contenido sin irse por las ramas. Eso se logra sólo si existe una sólida base de lectura y muchos, muchos borradores descartados y, al eliminar los borradores, Zulema borra también la hojarasca que nos enreda, nos hace tropezar y nos demora en la resolución.
Son cuentos, en su gran mayoría, inspirados en anécdotas vividas en la infancia, en el campo de la familia Ayala. Comprendo perfectamente la gratitud a los personajes que nos ayudan a despertar la conciencia cuando pisamos los umbrales de la vida. Y creo que los que tuvimos el privilegio de conocer la fidelidad, la generosidad y la entereza de la gente campesina, sabemos valorarlos y amarlos en el recuerdo. Zulema lo hace con una escritura ágil, descriptiva, precisa y valiente; conoce el lazo afectivo que la hermana a esa gente y se vincula a ellos desde el amor que le inspiraron. Y con ellos, los campesinos, vienen también sus creencias, (que los ignorantes llaman superstición), llenas de colorido, de fervor ritualista, de respeto hacia seres que, sin mostrarse del todo, dejan huellas de su presencia: poderío imaginativo, realidades o irrealidades envueltas en la tenue gasa de la fantasía popular... Y podría seguir enumerando toda esa suerte de mitología que también recibí y conservo viva.
Sobre el final, separado y unidos por un poema de Juanele, hay cuatro cuentos que tienen otro perfil: el de los personajes artísticos y cuestionados, donde también se percibe la admiración de la escritora. Están muy bien plasmados, con ese suspenso que va in crescendo hasta el final.
Como dije al principio, una muy grata sorpresa. Debemos felicitar a la autora y agradecer al poder del amor de sus hijos que nos regala esta alegría.
Tuky Carboni