¡Bienvenidos a la segunda temporada de Retratos Íntimos!
Nicolás Schepens, referente del básquet y el deporte en general de nuestra ciudad
Yo no soy nacido en Gualeguay sino en Concepción del Uruguay. Vine acá a estudiar educación física y me quedé también porque vine a jugar al básquet cuando todavía podía jugar y tenía el chasis más o menos derecho..
A medida que iba pasando el tiempo, que ya sabía que me estaba costando jugar, tomé el rumbo de tratar de llevar esto a ser entrenador, no con el objetivo de dirigir primera sino de formar la parte del mini básquet del club y demás. La verdad que me gustó, me capacité e hice los tres niveles que hay que tener para hacer la carrera de entrenador. Es decir, es una escuela donde tenés que cursar 3 niveles para tener la categoría correspondiente. Después, me metí un poquito en el fútbol también porque me llamaba la atención.
Un día un amigo me dijo: “tratá de tomar lo más serio posible el tema de la capacitación, de meterte con toda en lo que estamos haciendo y rodeate de gente que tenga el mismo pensamiento y las mismas ganas”.
Me ha tocado tener buena como todos, me ha tocado tener malas como todos también. Pero no sé si soy referente, sé que donde he ido he dejado todo de mí para tratar del que me contrató quede satisfecho y yo también sentirme cómodo.
Nunca fui un jugador destacado en el deporte que hacia. Me ha tocado estar alguna que otra vez representando la provincia o en algún otro club, sí, pero nunca fui un destacado de este deporte. ¿Qué significa para mi la actividad deportiva? Todo lo que hice lo desarrollé con mas pasión que otra cosa. Cuando era más chico y vine a estudiar a Gualeguay hacia el esfuerzo de ir a jugar a Concepción, por ejemplo. El deporte ocupó una parte importante de mi vida, he conocido a la Argentina gracias a él. Pero bueno, hasta cierto punto, en un momento en el que sentí que el cuerpo ya no podía, me dediqué a lo otro, que es ser entrenador y que está bueno y no está tan bueno .
En Concepción tenía el club Sanguinetti a una cuadra de mi casa y por curioso seguramente pregunté y me mandaron. Tenía 6 o 7 años y salía corriendo y me quedaba ahí hasta la noche, hasta que me llamaban o me iban a buscar. La verdad que me gustó el básquet, me generó esa curiosidad, de chiquito ya me empezó a gustar. Después mirarlo por televisión, que en esa época no era tan común como ahora que apretas un botón y te salen 2000 partidos a la vez (risas). Me llamó mucho la atención, me gustaba el reglamento de juego y bueno, creo que desde esas edad viene el amor por el deporte.
En el último año de profesorado ya estaba bastante cansado de viajar los fines de semana a Concepción, me tenía que ir los viernes a jugar y volver los domingos y ya era bastante. A veces me traía un amigo en remis. Hasta que un día Gabriel Carpenco me pregunta si no quería ir a BH en el año 99, por ahí 2000, no me acuerdo bien. Entonces probé ir al club y me quedé. Sin bien volví un par de veces a Concepción a jugar, después ya me quedé acá en BH definitivamente.
Mi relación con BH ya tiene 20 y pico de años. Tal vez tuve una temporada o por un tiempo trabajando en Gualeguaychú, después un tiempo que no estuve por otras cuestiones familiares y demás, pero siempre ligado, siempre relacionado haciendo a algo por el club y para el club. A veces dirigiendo, a veces desde otro lado.
Soy un agradecido a BH. Es un club que me dio trabajo, que me ayudó, es un club que me dio un nombre para que te llamen de otro lado, para que se me abran otras puertas, para mí es un institución muy importante. Además de darme trabajo, mi familia se siente muy identificada, me siento querido. Es un lugar donde viví, literalmente porque vivía arriba, no ahora que tienen Wi-Fi, aire acondicionado y más, vivía cuando no había nada, cuando la entrada no tenía el vidrio sino que era una puerta de chapa que no sabíamos si abría o no abría (risas). Son cosas que con el correr del tiempo uno valora. También me enorgullece de que con un grupo de dirigentes, unos loco aventureros como Mingo y Lolo, que me abrieron la cabeza, y dijimos: “Bueno, vamos por acá”. Al principio nos costó, nos mataban y hasta que él proceso se fue desarrollando bien. Entonces creo que fue una aventura linda que hasta ahora sigue, con tormentas en el medio obviamente. Pero siempre agradecido, donde mi familia disfruta, donde a mí me gusta estar.