Pbro. Jorge H. Leiva
Pacto educativo global
Hace algún tiempo el papa Francisco ha propuesto con mucha fuerza lo que se ha dado a llamar el “Pacto Educativo Global”. ¿De qué se trata?
Es una iniciativa del Sumo Pontífice, que convoca a unir esfuerzos para realizar una transformación cultural profunda, integral y de largo plazo a través de la educación, para quien “La educación es siempre un acto de esperanza que, desde el presente, mira al futuro”.
“No podemos callar a las nuevas generaciones las verdades que dan sentido a la vida”, subrayó el papa en su mensaje del mes de octubre de 2021, y reiteró su llamamiento a un Pacto Educativo Global que ponga a la educación y a la persona en el centro de la agenda internacional.
Y agregaba también en esa ocasión: “Hoy más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna”.
Luego de la pandemia, el papa Francisco se hizo eco de una expresión muy llamativa diciendo: “Estamos ante una catástrofe educativa”. Es que esa especie de vorágine informativa en la que vivimos nos hace olvidar lo que se decía antes de ayer, luego del fin de la pandemia del coronavirus: aproximadamente diez millones de niños podrían verse obligados a abandonar la escuela debido a la crisis económica generada por el covid-19.
Este hecho aumentaría aún más una brecha educativa ya alarmante, con más de 250 millones de niños en edad escolar excluidos de toda actividad educativa. Frente a ese diagnóstico tan severo, nos propuso esa especie de alianza que es de “transformación”, “cultural”, “profunda”, “integral”, “a largo plazo” a través de la educación. (Pongamos nuestra atención en cada término, dada la importancia de lo escrito y la brevedad de este artículo semanal).
Quiero poner el acento en el carácter “integral” de la propuesta porque lo parcelado con mala intención es mentiroso y, por lo tanto, estafa para las nuevas generaciones. Y también quiero deparar en lo del “largo plazo”, ya que hay tácticas y estrategias que son inter-generacionales como la construcción de una gran catedral: Recordemos en este sentido la famosa frase de la sabiduría oriental: “Si tu plan es para 1 año planta arroz…para 10 años planta árboles y para 100 años educa a los niños”.
Por otro lado, pensemos brevemente qué significa el término “cultura” en este contexto. En mi lejana juventud leyendo “Documento de puebla” (del año 1979) del episcopado latinoamericano decíamos que “Con la palabra «cultura» se indica el modo particular como, en un pueblo, los hombres cultivan su relación con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios de modo que puedan llegar a «un nivel verdadera y plenamente humano». Es «el estilo de vida común» que caracteriza a los diversos pueblos…».
¿Y qué propone en concreto ese pacto global para los católicos y todos los hombres de buena voluntad que se sumen a él? Se nos sugieren 7 compromisos: Poner a la persona en el centro. Escuchar a las jóvenes generaciones. Promover a la Mujer. Responsabilizar a la familia. Abrirse a la acogida hacia los vulnerables. Renovar la economía y la política. Cuidar la casa común. Las siete consignas tienen que entusiasmarnos a quienes educamos, evangelizamos y aconsejamos, para que las nuevas generaciones también se animen a pensar que otra realidad es posible y que vale la pena trabajar por esa “humanidad más fraterna” de la que nos habla Francisco. Los creyentes, por otro lado, sabemos de la eficacia del Poder del Corazón de Jesús y por eso no tenemos permiso para la desesperanza y sabemos que cada semilla de este pacto producirá fruto a su debido tiempo.