Este viernes pasado por la noche
Palabras a la carta: encuentro del club de lectura de Liebre de Marzo
Una bacanal literaria en un lugar que se presta para escuchar e imaginar. Elogio de la iniciativa.
Este sábado por la noche usted tenía muchas opciones para elegir. Todas igual de respetables. Los detractores de la ciudad dirán que nos ponemos de acuerdo y que otro finde puede no haber nada para hacer. No voy a entrar en esos debates. Hablaré por lo que yo vi.
Liebre de marzo sabe encantar. Antes de entrar a la sala uno puede mirar fotografías, recuerdos de obras viejas, cuadros y murales. Se nos va la vista, nos distraemos/distendemos. Y adentro, usted que ya fue, ya sabe. Y si no fue, le cuento.
La luz, la temperatura, las risas de las conversaciones que han empezado antes de que lleguemos (siempre está sucediendo una charla en Liebre) nos hacen sentir a gusto. No importa si hay diez o si hay cien. El lugar siempre está impecable, dan ganas de sentarse en cualquier parte. Y cada vez que voy, algo está dispuesto de manera diferente. Puede ser un sillón que mira con otra orientación, un grupo de almohadones, sillas, lo que sea. Puede ser algo sutil, o algo muy notorio. Nunca es casual. Hay una intención de que sea familiar y extraño a la vez. Y una cosa más: una cantina que nos da lo que necesitamos.
Este sábado sesionaba un club. “Se sintió en el aire como el nacimiento de algo muy potente, como la materialización de un deseo colectivo”, dicen las redes de Liebre de Marzo. También agradecen a Paula Sciutto, “que se puso al hombro la gestión de este encuentro”, y a Gastón Miranda “por su bello registro”, que ilustra también esta brevísima crónica.
Comenzó la mencionada Paula con una puesta en escena de un texto. Un diván, hojas que se desparraman, una música. Un vínculo que nos atrapa y nos incomoda. Luces que saben decir lo suyo.
Después Gastón hizo lo propio con otro tono. Sillas, sombras, una historia que nos asfixia, nos da nostalgia, nos deja preguntas.
Al final, un grupo de más de diez personas se subieron al escenario a compartir algo. A veces propio, a veces no. Eso no es lo importante. Cada una de las y los artistas que tomaron la palabra marcaron su impronta y aportaron a esta fiesta de las letras gualeyas.
Quedan ganas de más. Veremos qué dicen lxs organizadores.