ESPACIO DE PSICOLOGIA
Pandemia y la responsabilidad adulta.
"Están siendo tiempos difíciles para todos, pero especialmente para ti que has tenido que adaptarte a muchas situaciones nuevas, por ello, nos sentimos orgullosos de ti."
Una pandemia (del griego πανδημα, de παν, pan, "todo", y δμος, demos, 'pueblo', expresión que significa 'conjunto del pueblo')1 es una epidemia de una enfermedad infecciosa que se ha propagado en un área geográficamente extensa, afectando a un número considerable de personas.
La pandemia por el coronavirus y las medidas de aislamiento impactaron en la vida de todas las personas a nivel global. Para quienes son adolescentes en estos tiempos, esta coyuntura los encuentra en una etapa de pleno desarrollo y crecimiento, de transición de la infancia a la edad adulta, con cambios físicos, emocionales y mentales. En los inicios de la pandemia publiqué varias columnas acerca de adolescentes en la cuarentena, volveré sobre este tema que resulta enigmático.
Según el Lic. J. Rodríguez la adolescencia es uno de los momentos en que más cerca estamos de la experiencia de no ser. Salvo en momentos de enfermedad nunca estamos tan vulnerables como a esta edad. Imprevistas oscilaciones entre estallidos violentos y dependencia apática. Insoportable mezcla de dependencia y desafío, momento de fragilidad extrema y sabiduría en potencia.
La pubertad es maduración física, nadie se engaña en pensar que la sexualidad es lo único que importa, esencialmente interesa SER, como para no sentirse irreales todo el tiempo. La pubertad en tanto tal, es condición necesaria pero no suficiente para que se de esa compleja experiencia existencial llamada adolescencia que solo se constituye en presencia de cualidades ambientales específicas: familiares, grupales- amigos- institucionales- escuela y sociales que los cuidan y posibilitan su desarrollo, se lo facilitan, pero a veces traicionan, o frenan o traban.
Es central la necesidad de desafiar, de confrontar. No existe adolescencia sana sin que se confronte corporal y verbalmente con alguien próximo, familiar que lo soporte, que lo acepte, lo tolere. Cuando falla ese otro opuesto que le aguanta la agresión, se darán variantes de AGRESIVIDAD, exagerada, insensata que lo llevan más al no ser que al ser real. Entonces, no existe confrontación sin oposición ambiental, sin presencia real, actual, viva y no, ni fundamentalmente mediante sustitutos inanimados, algo en lugar de alguien, cosas: dinero, objetos. El sujeto adolescente necesita modelos, figuras, y ejemplos con que orientarse y forjar valores que otorguen horizonte a sus más legítimos deseos. Es imposible el adolescente sin
un adulto que sostenga y soporte esa necesidad de pasar de la dependencia infantil hacia la independencia. De allí que este momento, donde todos los caminos parecen cerrados por esta pandemia resulta necesario convocar a la actitud más adulta que un sujeto pueda poner en práctica, a saber: hacernos cargo los mayores de los más jóvenes, de manera que, lejos de quedarnos paralizados u horrorizarnos por las actitudes de ellos, pongamos lo mejor de nosotros mismos para cooperar en la lucha contra el virus y los otros virus que, desde ya hace tiempo, afectan la vida y la convivencia. Concretamente, desde la óptica de la salud mental se presentan estados de ánimo con síntomas tales como: sensaciones de ansiedad difusa, depresión, se observa una hiperactivación del sistema nervioso simpático, con inquietud y problemas para dormir (con una alteración específica de los ciclos naturales del sueño). También ataques de pánico por el aumento del cortisol en el organismo, hormona del stress, ya que la crisis sanitaria se ha extendido demasiado en el tiempo. Todo ello confluye con una visión negativa del futuro y con la percepción de tener ante nuestros ojos una situación incontrolable.
¿Qué queremos decir cuando hablamos de responsabilidad adulta? ¿Cómo podemos hacernos responsables de nuestros jóvenes?
La responsabilidad es la cualidad que tiene aquel individuo que cumple sus obligaciones o promesas y asume las consecuencias de sus actos, cuando los realiza de manera consciente e intencionada, incluye a todos aquellos actos en los cuales los seres humanos buscan cumplir con algo luego de haber adquirido un compromiso. En general, un ser humano actúa de manera responsable cuando sus actos le benefician a ella misma o a otras personas y no perjudica a nadie.
Desde el punto de vista moral, la responsabilidad alude a un compromiso o a una obligación que surge de un error que amerita ser resarcido. En el terreno de lo subjetivo, es la habilidad desarrollada por el ser humano para medir y reconocer las consecuencias de un acto llevado a cabo con conciencia y libertad.
El universalismo y la benevolencia son dos características de las personas con valores socialmente responsables que tienen que ver con la necesidad de trascender. El universalismo se podría identificar con organizaciones que tienen una visión altruista y universal de la Responsabilidad Social, tales como organizaciones de cooperación internacional. La realidad actual requiere muchas acciones benevolentes para poder hacer frente a los desafíos que afronta la humanidad, tal como es la crisis de sanidad global. En resumen: estamos ante una crisis pandémica grave, al igual que una guerra, ésta provoca un trauma que implican terror e indefensión, ponen en peligro la integridad física o psicológica de una persona y dejan con frecuencia a la víctima en tal situación emocional que es incapaz de afrontarla por sí misma.
Cualquier acontecimiento traumático supone una quiebra en el sentimiento de seguridad de una persona y una pérdida de confianza básica en las demás personas. La intensidad y gravedad supone una especie de empacho emocional que la víctima es incapaz de digerir por sí misma y conllevan una cantidad de información que no puede ser procesada cognitivamente de forma adecuada. No siempre se puede negar, olvidar, hacer como que no existe el suceso estresante, ello no es bueno, y la palabra, el relato de nuestras emociones ayudan a sobrellevar esta pesada carga.
Precisamente, los adultos debemos ayudar a nuestros jóvenes en este proceso a transformar las imágenes del trauma que se hallan en la memoria emocional en sucesos ordenados espacio-temporalmente bajo el control de la memoria verbal.