Escuelas
Patricia Aguiar (Deptal. de Escuelas): “La escuela no puede cumplir funciones que le corresponden a otros organismos”
La directora departamental de escuelas de Gualeguay, Prof. Patricia Aguiar, dialogó con El Debate Pregón y se refirió al comienzo de clases y los desafíos de su gestión
En primer lugar, la responsable educativa del departamento se refirió a cómo ha decidido encarar su nuevo cargo: “Para mí es una continuación. Venía trabajando en la departamental hace cinco años y estaba en el equipo de supervisión. Había adjudicado ese cargo por un examen de oposición. Eso a mí también me daba cierta seguridad. Se produce el cambio de gestión y no estaba definido un nombre. El nombre lo supimos diez minutos antes de la asunción porque fue la decisión que todos tuviéramos el nombramiento y fuera dado a conocer en ese tiempo. Se designa a la de mayor antigüedad en la departamental, y yo tengo 38 años en la docencia (y un poco más porque empecé a trabajar antes de recibirme). Muy pocos saben de mi trayectoria porque vengo de Paraná, más allá de que hace más de veinte años que estoy acá, pero venía ya con una trayectoria iniciada. Cuando tomo esto, por supuesto que hice contacto, lo tenía permanente con la gestión anterior porque era mi superior y conocía un poco lo que se estaba haciendo. Algunas cosas no porque no eran específicamente de mi tarea, pero sí hacía algunas exigencias”, comentó. Luego de las formalidades, el desafío fue intenso: “A partir de ahí, no dejamos de trabajar porque no hubo vacaciones, porque había que poner en claro algunas cuestiones. Había que organizar, no teníamos la gestión anterior para que nos pudiera ayudar, así que más allá de que estaban predispuestos a ayudarnos y a preguntar y a hacer consultas, nosotros fuimos ordenando en la medida que podíamos. Tampoco teníamos una idea de la gente con la que íbamos a poder contar. Sí sabíamos que era mucha la gente que regresó a la departamental y que la departamental no era necesaria tanta gente”.
“Tengo solamente dos afectaciones”
Una de las primeras decisiones fue trasladar trabajadores a las escuelas: “Las necesidades de las escuelas se fueron manifestando en la medida que se iban incorporando todo el personal. Había muchas afectaciones que cayeron en diciembre. Hay muchas escuelas que están necesitando personal auxiliar, fundamental para el tema de la limpieza y el cuidado y el mantenimiento de las escuelas, pero también había necesidad de administrativos. Nosotros teníamos muchos administrativos acá muy eficientes y que creíamos que esa eficiencia también podía ser trasladada a las escuelas. Es por eso que nosotros hicimos este traslado de ese personal y creemos que están haciendo una buena tarea en cada institución y lo están manifestando los mismos directivos de las instituciones. No eran tan necesarios para nosotros, pero sí para las escuelas. Nosotros teníamos la posibilidad de nombrar nuestro propio personal. No era mucho, tal es así que yo tengo solamente dos afectaciones. Una que ya la teníamos, que es la secretaria que me acompaña a mí y que es de mi confianza, y otra que se acaba de complementar por una cuestión de necesidad en la UENI de un auxiliar, porque nivel inicial lo está necesitando hasta tanto se crea un nuevo cargo en esa institución”, explicó.
“No hay dinero disponible para solventar gastos”
Le consultamos si la escuela es un termómetro de la situación social que se vive: “Hoy el termómetro está bastante alto por una cuestión de que no hay dinero disponible para solventar gastos que pueden surgir y seguramente van a surgir, como son desperfectos en las escuelas, mantenimiento de las escuelas. Comenzamos a trabajar con una iniciativa del gobernador de aunar esfuerzos y hacer acciones solidarias. Tomamos como ejemplo dos escuelas. La idea es poder contagiar a los demás, no que sea esta la forma de solucionar el problema. Me parece que el trabajo colaborativo es el mejor trabajo que puede lograrse para poder tener resultados positivos. Trabajamos en la escuela 75 y en la escuela 69 y nos acompañaron gente que se solidarizó con esto, pero también los funcionarios políticos que también estuvieron presentes. Todos ellos que estuvieron con las máquinas, tuvieron que carretear, juntar todo el pasto y pintar. Se sumaron todos, inclusive nuestra familia porque la idea no es esperar a que venga todo resuelto, sino empezar a gestionar en las escuelas” enfatizó. La actividad tuvo el apoyo del municipio y de otras instituciones: “Se trabaja con el municipio porque no hay fondos para poder sostener una cuadrilla propia. Se eligieron esas escuelas que tenían más dificultad. Por eso, cuando fuimos a la escuela 75 colaboró la escuela agrotécnica que tenía herramientas. En el campo cada escuela trabajó con su Junta de gobierno más cercana. Entonces, quizás eso no lo vieron desde acá, pero nosotros estábamos permanentemente en contacto y ahí se limpiaron tanques, se acondicionaron redes de agua, se limpiaron escuelas y espacios verdes. Fue una movida muy interesante, pero lo que nosotros esperamos de esa movida es contagiar al otro. La idea es que la comunidad se sienta parte, que sienta que el niño que va a esa escuela pueda decir, esto lo hizo mi familia y yo como lo hizo mi familia lo voy a respetar y lo voy a cuidar”.
“Lo que más me preocupa es la escuela secundaria”
Hablamos luego sobre los cambios que ha experimentado el vínculo entre estudiantes y escuela: “Me parece que la escuela tiene que replantearse su forma de enseñar, porque no puede cumplir funciones que le corresponden a otros organismos. La escuela está pensada para enseñar, para recibir a los niños y que los niños no se eduquen, sino que aprendan y logran aprendizajes que le puedan servir para su vida. O sea, la idea es que esto que la escuela le brinda, el niño sepa cómo aplicarlo cuando sale de la escuela. Y que le sea útil lo que la escuela le dé como herramienta. Por eso hablamos de habilidades que tienen que adquirir. Hablar de contenidos es llenar la cabeza de un montón de cosas, pero a veces no nos damos cuenta que el chico ya esas cosas las sabe. Lo que no sabe es cómo aplicarla y cómo ponerla en funcionamiento, cómo poner en práctica eso”, desarrolló para después puntualizar: “A mí lo que más me preocupa es la escuela secundaria. Me preocupa porque tengo, siempre lo digo, un hijo que es adolescente y no veo reflejado en él lo que yo sentía cuando iba a la escuela. Esas ganas de poder volver, ese entusiasmo por poder encontrar en la escuela lo que no podía encontrar en mi casa. Ese esperar ansioso que llegue el día de clase para poder encontrarme con mis compañeros. Hoy eso no lo veo. Tenemos que pensar no solamente dar para aquel que tenga capacidad. Tenemos que dar también para aquel que tiene dificultad. Pero también tenemos que saber cómo hacerlo. Lo primero que decimos es la familia es así o la sociedad o el barrio donde vive tiene esta realidad. Nosotros no tenemos que pensar en eso. Nosotros tenemos que pensar en lo que podemos hacer nosotros como escuela para que ese niño logre superar esa realidad que tiene”, destacó.
Las nuevas tecnologías
Le consultamos sobre el rol que puede cumplir el celular y las nuevas tecnologías en la educación: “Muchas veces nosotros tenemos esas herramientas tecnológicas en las escuelas y le tenemos que dar otra utilidad. No es que esté prohibido, le tenemos que dar otra utilidad porque el chico al celular ¿para qué lo utiliza? Para usar las redes sociales, para poder hacer de las redes sociales un desahogo, tener un medio de desahogo para el enojo que tiene, pero por ahí no le estamos dando las herramientas para que lo pueda utilizar para otras cosas. Muchas veces ese aprendizaje que se adquiere lo puede generar para hacer otras cosas que puede encaminarlo hasta para la vida laboral. El camino laboral puede estar por ahí enlazado con eso”, alentó. También se refirió a los escraches y los reclamos que algunos miembros de la comunidad educativa hacen a través de las redes: “Siempre dije, y se los dije los directores. Cuando alguien viene a hacer una una queja o presentar una queja o dar o insultar a alguien, yo no lo voy a atender si no hay pruebas. Para poder exponer hacia el afuera tengo que tener pruebas, tengo que empezar a interiorizarme cuál es el tema y por qué se está actuando de esa manera. Hay muchas cosas que se quieren tener respuestas inmediatas, y a veces no es tan inmediata esa respuesta. Tiene que evaluarse, tiene que analizarse, porque si nosotros damos una respuesta inmediata y nos equivocamos tenemos que volver para atrás. No me van a ver a mí dando respuestas inmediatas. Yo voy a dar la respuesta cuando tenga realmente la respuesta”, explicó y siguió: “La normativa es la que me va a indicar el camino, no es que yo pueda hacer lo que yo quiera.
Nuevas maneras de trabajar
El trabajo coordinado es un tema que le interesa resolver: “Cuando digo empezar a replantearnos la manera de trabajar en las escuelas, no estoy diciendo que todos estamos trabajando mal. Hay gente que está haciendo las cosas muy bien y hay gente que está aprendiendo: esos son las dos estadios que yo encuentro. Tenemos que poner hombro con hombro para aquel que está aprendiendo y sostenerlo y darle las herramientas. Si cada escuela pudiera definir cuál es su perfil, bien podría cada escuela, de acuerdo a su nivel, trabajar en conjunto y sería mucho más fácil la tarea. Ahora, cuando todos queremos hacer lo mismo, a veces cometemos ese error de ir a un lugar donde no es el correcto, porque un alumno está esperando otra cosa de esa escuela. Hay escuelas que pueden estar posicionadas desde el arte, desde lo específicamente musical, la pintura, a ver, pero no podemos estar siempre encajonados en dar lo mismo. Hay un chico en una escuela equivocada y hay otro chico que quisiera estar o que debería estar en esa escuela para sentirse feliz, y que, en realidad, está en el lugar equivocado y está sufriendo. Es importante reconocer eso porque es una manera también de acompañar a la familia”. Otra preocupación es la repitencia y la deserción: “Me preocupa la brecha que queda entre ese alumno que tiene mucha edad en el primario, pero tampoco puede estar contemplado en una escuela de adultos porque no ha llegado a la edad, y está en ese margen en el que no sabemos dónde encuadrarlo, dónde ponerlo. El peligro es que deje la escuela. Perderlo para siempre. Y si lo perdemos, no lo vamos a recuperar. Me preocupa también que el secundario que tenga su mayor cantidad de repitencia en un primer año. Antes lo teníamos en segundo. Hay muchos primeros años que han tenido un índice de repitencia alto. Esto hay que analizarlo y hay que ver qué pasa con la articulación de un pasaje de un nivel al otro, y cómo lo tomo desde un nivel y cómo lo asumo como responsabilidad y acompañar aquel nivel que lo deja a ese niño. Cuesta muchísimo poder trabajar en conjunto. Más allá que es una continuidad de la trayectoria, siempre hay una brecha, hay un impedimento que hace que no podamos tener el contacto que debemos tener”, se lamentó.
A modo de cierre
Le pedimos como cierre una escena que pinte la importancia de la escuela: “Puedo rescatar un montón. Teníamos en una escuela rural un chico con discapacidad. Sabíamos que él iba a llegar hasta un momento porque no podíamos más. La escuela rural tiene ese problema de tener poco contacto con la ciudad, el impedimento de llegar. Hoy estamos trabajando con ese niño muchísimo y ya está en otro estadio. Pero lo importante es que tenía una mamá que no estaba alfabetizada y la mamá lo acompañaba, pero lo esperaba afuera. Lo que hizo la maestra fue incorporarla y, poco a poco, la mamá llegó con un cuadernito y empezó a escribir, empezó a leer, empezó a redactar, empezó a hacer lo que quizás su hijo no iba a poder lograr. Pero ella lo consiguió, y me parece que ese es el comienzo de algo distinto”.