Cine Mayo
Pedro Ríos y su historia con el Cine
Un hombre y su pasión por el séptimo arte. Una expresión cultural que a pesar de los cambios tecnológicos sigue estando al alcance de las multitudes. En esta nota escuchamos cómo fue el recorrido del emblemático trabajador del Cine Mayo.
En tiempos de inmediatez e incertidumbre, nada mejor que una historia de vida real y atrapante. La precisión de sus recuerdos indica que Pedro Ríos es memorioso. Su pasión por la música y los ecos lejanos de una tonada anuncian que es correntino. Sin embargo, Pedro se enamoró de Gualeguay y su abundancia cuando llegó en su infancia siguiendo a su padre ferroviario. Su vínculo con lo audiovisual y las máquinas comenzó cuando era un niño. Entre sus tíos, había algunos que tenían taller, músicos y demás. Esas influencias familiares calaron profundo. A los cinco años fue a su primera matinée en un cine en Monte Caseros, Corrientes, donde vio una película de payasos que dejó una impresión duradera en él: "Era uno de esos sainetes, que se parecen al circo. Lo que más me quedó hasta el día de la fecha de esa película -y hasta lo probé haciéndolo, es ese acto que el payaso agarra y se le cae el sombrero y busca de agarrar el sombrero y le pega con el pie y salta y así hasta que en lo último termina tirándose arriba el sombrero".
Dentro de su familia, la salida al cine era una de las que más se disfrutaban. Así, mientras se trasladaba junto a su padre a Santo Tomé, Posadas y Concordia, la posibilidad de ver películas siempre estaba ahí: "Cuando papá se va a rendir los exámenes a Concordia para manejar las máquinas eléctricas diesel, a la vuelta del hotel en el que estuvimos varios meses había cine y teatro. Y en Posadas con mis tías, mis primos y demás, también me la pasaba viendo películas".
Un poco de historia
El cine es una forma poderosa de narración visual que tiene sus raíces en los experimentos tempranos de proyección de imágenes en movimiento a finales del siglo diecinueve. A medida que la tecnología evolucionó, se pasó de las películas mudas en blanco y negro a las películas sonoras y en color. La industria cinematográfica creció rápidamente, con películas que reflejaban la cultura, la política y la sociedad de diferentes épocas. Actores icónicos como Charlie Chaplin se convirtieron en figuras emblemáticas de todos los tiempos. A su vez, las películas se convirtieron en una parte integral de la cultura popular, con los cines como lugares de encuentro y entretenimiento. A lo largo de los años, el cine ha continuado evolucionando, hasta fusionarse hoy con la revolución tecnológica. La historia de Pedro nos permite recorrer uno de los momentos más altos dentro de los consumos culturales.
El pasatiempo se hace trabajo
Esa relación con las máquinas y el pasatiempo del cine desembocaron naturalmente en un oficio. Viviendo en Gualeguay, a los diez años, Pedro era un habitual de los cines Variedades y Mayo. Estamos en la década del cincuenta, el auge de la industria es total. Además de mirar las películas, Pedro mostraba fascinación por manejar las películas y las máquinas de proyección: “Me iba haciendo amigo de los maquinistas, porque yo nunca iba a la platea, sino a la tertulia donde estaban las máquinas, y los conversaba. Iba tanto al Variedades como al Mayo, y ahí conocí a Torena y a José Abrahan, que eran los maquinistas de aquel entonces”, recuerda. A través de sus experiencias, aprendió a manejar las películas, proyectarlas y mantener las máquinas en funcionamiento: "Empecé como ayudante hasta que, a los catorce años, ya me dieron trabajo”. Su tarea como maquinista involucraba cuidar las películas y asegurarse de que todo funcionara correctamente: "Había que ir a buscarla. Venían por ferrocarril y después por colectivo. Después de pasarlas en Buenos Aires viajaban para acá. Lo primero era recibir la película, rebobinarla bien, ver que no tuviera ninguna fallita, ninguna arruga, ningún daño”. En el caso de que hubiera fallas, debía enmendarse esa parte para que no se cortara durante la proyección. Si bien trabajó en ambos cines, luego de un breve paso por Variedades se quedó en forma definitiva en el Cine Mayo.
“La gente hacía cola”
En el Cine Mayo se hacía una función que incluía dos películas con un intervalo en el medio. Las películas duraban por lo general entre una hora y una hora y media. Durante el intervalo se proyectaban videos de actualidad, entre los más conocidos se encuentra Sucesos Argentinos: “Había gente que se impresionaba y no quería ver los videos de la guerra y demás”, comenta. Las funciones se daban primero todos los días, desde las nueve de la noche, y después empezaron a descansar los lunes. Si bien era su trabajo, disfrutaba de las películas mientras las proyectaba: “Las veía hasta siete veces”. Luego de proyectarla en Gualeguay seguía su recorrido: “La metíamos dentro de la bolsa y la mandábamos a Victoria, por ejemplo”, cuenta. Fue una época de mucho auge del cine. “La gente hacía cola, la fila daba la vuelta para 9 de julio. Si bien era muy popular, las costumbres eran diferentes: “La gente se ponía de pinta, con lo mejor que tenían, bien bañados y prolijos”. Después de una película, algunos vecinos se reunían en los cafés a comentar los argumentos. Las reacciones también eran propias de un arte incipiente: “Se asustaban, reían, lloraban. Depende de las películas, y hubo películas que nos las pudimos pasar porque eran muy fuertes. La gente disfrutaba mucho, por ejemplo, las películas del Gordo Porcel y Olmedo el púbico explotaba de risa”.
Si lo sabe cante
El escenario del Cine Mayo también se utilizaba para espectáculos teatrales: "Me encargaba del escenario, de que estuviera todo bien. Cuando vino ‘Si lo sabe cante’ metimos setecientas personas y todavía quedó gente afuera”. Los fines de semana se podían combinar las dos cosas: “Por ahí pasábamos una película familiar a la tarde y después un espectáculo. Se juntaba el público del cine con el asunto de los cantores”, recuerda. Siempre mantenía el escenario en condiciones y las compañías que legaban de todo el país podían actuar sin ningún inconveniente, llegando a elogiar la versatilidad del espacio. El propio Pedro alguna vez despuntó su vicio musical en el Mayo y también en las míticas churrasqueadas en las que no faltaba la música y el entretenimiento.
Aprender con el cine
“Había películas que eran muy importantes. Las personas estudiosas se daban cuenta de todo lo que se venía haciendo en el resto del mundo, de los avances científicos. Se veían películas que mostraban la rotación de la tierra, comenzaban las imágenes satelitales, daban todos los datos de cómo funcionaba el mundo. En Sucesos Argentinos se venían videos de la guerra. Lo pasábamos en el intervalo y y los quería agarrar a todos sentados antes de empezar la segunda película”, recuerda. Era tan importante su conocimiento en aquella época que, pese a que se salvó de la colimba por tener número bajo, fue contratado por el Ejército durante un tiempo para explicar el funcionamiento de las proyectoras y enseñarles a otros ese oficio. También organizaba funciones especiales en los cines para los médicos que tenían películas con las nuevas prácticas que llegaban desde distintas partes del mundo. En tiempos de YouTube se hace difícil dimensionar la importancia que tenían esas proyecciones.
El final
Los saltos tecnológicos, la situación del país y el centralismo porteño dañaron la industria cinematográfica local en los años noventa: “El tema vino de Buenos Aires, las empresas que eran las distribuidoras tuvieron problemas y entonces al Interior ya no le prestaban mucha atención. Además, ya estaban grabando mucho para la televisión y eso afectó también. Después de que cerró el Mayo estuve un tiempo en el Teatro Italia. La gente ya empezó a ir menos. Con el asunto de la televisión se dio un cambio cultural. Cambió mucho el público, también. Eso lo noté en el Italia. Era todo más relajado, y después ya dejé”, cierra. Pedro reconoce el poder del arte para explicar la realidad y anticiparse a los hechos: “Todo eso que yo conocí en las películas, hoy lo estoy viendo en la realidad. Ves las cosas que van pasando, y ya las viste, y me voy dando cuenta cómo es el tema”.
Nos debemos otras charlas con Pedro porque sus conocimientos no se reducen al séptimo arte, sino que abarcan la música y la invención y arreglo de todo tipo de máquinas. También tiene un vínculo personal y familiar con el periodismo. No va a faltar oportunidad.
por Santiago Joaquín García