Razón crítica
¿Periodismo o relaciones públicas?. La conexión mediática entre verdad y poder.
En tiempos de sobreinformación y discursos construidos, la confusión entre el periodismo y las relaciones públicas se ha convertido en un problema que socava la credibilidad de los medios y la capacidad de la sociedad para discernir la verdad. Si bien ambas disciplinas operan en el ámbito de la comunicación, sus objetivos son fundamentalmente distintos. Sin embargo, cuando un relacionista público del poder se disfraza de periodista, los riesgos para la democracia son enormes.
Periodismo y relaciones públicas: diferencias clave.
El periodista tiene un compromiso ético con la verdad. Su función es investigar, analizar y difundir información de interés público con independencia, fiscalizando al poder y brindando herramientas para que la ciudadanía tome decisiones informadas. La independencia es su principal estandarte y su relación con el poder político suele ser tensa debido a su rol de controlar.
El relacionista público, en cambio, trabaja para construir y proteger la imagen de una institución, figura política o empresa. Su objetivo no es revelar verdades incómodas ni desafiar el poder, sino moldear la opinión pública a favor de su cliente o empleador. Diseña estrategias discursivas, maneja crisis y busca persuadir a la audiencia con mensajes planificados.
El disfraz del periodismo: un peligro para la democracia.
Cuando un relacionista público del poder se hace pasar por periodista, el debate público se contamina. La ciudadanía recibe información que aparenta ser objetiva pero que en realidad responde a una estrategia de comunicación política. Esto ocurre con profesionales de la comunicación que se presentan como periodistas, pero cuyo verdadero rol es operar como voceros encubiertos del poder.
Este fenómeno genera varios riesgos:
- Desinformación masiva: Al disfrazar propaganda como noticia, se manipula la percepción pública y se distorsionan los hechos.
- Pérdida de confianza en los medios: Cuando la audiencia descubre que ciertos comunicadores responden a intereses políticos, la credibilidad del periodismo en su conjunto se ve afectada.
- Debilitamiento del debate público: La diversidad de opiniones se ve amenazada cuando la información se filtra y se direcciona en función de intereses partidarios.
- Menos transparencia y control ciudadano: Si la prensa no cumple su función de contralor, el poder político queda exento de rendir cuentas.
Estrategias de disfraz.
Los relacionistas públicos que se presentan como periodistas suelen recurrir a diversas estrategias para legitimar su discurso:
1. Uso de formatos periodísticos: Publican informes, entrevistas y notas de opinión con un tono supuestamente neutral, pero con una agenda marcada.
2. Acceso privilegiado a la información: Presentan primicias y datos exclusivos, pero filtrados para beneficiar a sus representados.
3. Lenguaje de objetividad: Utilizan términos propios del periodismo independiente para disfrazar su función propagandística.
4. Ataques dirigidos: Desacreditan a la prensa crítica para fortalecer la narrativa oficialista.
Milei y el escándalo de la criptomoneda $LIBRA.
Un caso reciente que ejemplifica estos riesgos es el del presidente Javier Milei y el escándalo en torno a la criptomoneda $LIBRA. Medios internacionales de distintos países han reportado la magnitud del caso, señalando presuntas vinculaciones de figuras cercanas al gobierno en la promoción de esta criptomoneda, que luego resultó ser altamente volátil y perjudicial para numerosos inversores. Sin embargo, en Argentina, ciertos periodistas afines al oficialismo se han dedicado a minimizar el asunto, desviando la atención pública y quitándole importancia a un hecho de trascendencia global.
Lejos de encarar el tema en una conferencia de prensa abierta a toda la ciudadanía, donde los medios pudieran preguntar libremente, el presidente optó por entrevistas grabadas y armadas con comunicadores afines, asegurándose preguntas cómodas y evitando cuestionamientos directos. Esto refleja cómo ciertos sectores del periodismo, en lugar de actuar como fiscalizadores del poder, operan como meros instrumentos de relaciones públicas.
Distinguir entre periodismo y relaciones públicas es crucial para la salud democrática. La existencia de comunicadores que, sin declararlo abiertamente, operan como voceros de intereses políticos o corporativos representa una amenaza directa a la información libre y veraz. Para la ciudadanía, el desafío radica en desarrollar un pensamiento crítico que le permita identificar estos mecanismos y exigir un periodismo que esté al servicio de la verdad y no de la propaganda.
Julián Lazo Stegeman