Carnaval
Recuerdos del Carnaval: Siestas de agua y noches de lanza perfume
El juego con agua en las horas de la siesta se daba y aún continúa en los días oficiales de Carnaval, pero menos organizadas.
A las 14 hs. lanzaban una bomba de estruendo que habilitaba el juego con agua en las calles y comenzaban a surgir camionetas y camiones con tachos de 200 litros colmados de bombuchas o simplemente con agua que se tiraba a los baldazos.
Muchos inflaban con agua las bombuchas dobles o a medio inflar, las cuales pegaban más fuerte y hasta producían moretones.
Si bien había personas que tenían obligación de transitar por las calles en ese horario, generalmente no se las respetaba y llegaban a sus destinos convertidas “en patos”.
A las 18 horas, una nueva bomba anunciaba el final del juego con agua en las calles, aunque no siempre se cumplía, porque desde más de un zaguán o balcón, los muchachones seguían tirando agua y algunos eran reprendidos por las autoridades.
Ese juego con agua se retomaba, a veces, al finalizar el corso.
Luego del Corso, se realizaban los bailes en los clubes, siendo muy famosos los de Sociedad Sportiva, Club Gualeguay Central, Club B H y a veces Club Barrio Norte. Comenzaban alrededor de la 1 de la madrugada y duraban hasta que la luz del día ya había llegado.
En décadas pasadas, un cotillón famoso en los bailes era el lanza perfume, divertido para el que lo lanzaba, agresivo para el que lo recibía.
“Los lanza-perfumes aparecieron en el Carnaval de Río de Janeiro hacia 1906 y prendieron rápidamente, siendo incorporados a los festejos de los carnavalescos de todo el Brasil, principalmente en las batallas de confeti (confete dicen los brasileños), corsos y bailes. Para los que no saben cómo era un lanza-perfumes, ahí va la descripción: eran unos tubitos de vidrio que tenían una válvula en la boca. Accionando un pequeño gatillo, la válvula dejaba salir perfume de a chorritos. La sustancia que eyectaban era una mezcla gaseosa, de la familia de los inhalantes, que se podía aspirar por nariz o boca y que en contacto con el aire se evaporaba rápidamente. Contenían una combinación de éter, cloroformo, cloruro de etilo y una esencia perfumada. Pese a lo pretendidamente fino del adminículo y hasta de la galantería de la intención, debe decirse que como se trataba en general de un artículo muy barato –se agotaba fácilmente; había que usar muchos en cada noche- el perfume era bastante ordinario y como además los había de varias fragancias, la mezcla final se tornaba insufrible…”
Era un juego divertido, pero agresivo, porque muchas veces se buscaba echarlo a los ojos lo que producía ardor e irritación en los mismos y algunas veces era inhabilitante. La diversión mayor era lanzarle al más desprevenido, al igual que pasa con la espuma. Con la nieve pasa lo mismo, aunque no causa daño siempre y cuando el juego mantenga cierto respeto por el otro.
“…” Fuente El Litoral