Promoción 1981
Reencuentro de la Promoción 1981 del INEF de Santa FE
“Es volver a tener los dieciocho años en la mochilita y llegar con las mismas intenciones e ilusiones”
Desde el día jueves se encuentran reunidos en el complejo El Tronco, camino a Puerto Ruiz, más de 30 egresados de la Promoción 1981 Instituto Nacional de Educación Física de la ciudad de Santa Fe, compañeros del profesor Eduardo Chiozza. Provienen de distintas provincias de nuestro país y varios se aventuraron desde muy lejos como lo han hecho otros años para celebrar el reencuentro, y el viernes arribaban más. Llegamos hasta allí para conversar con ellos y un clima de algarabía nos recibió. El espíritu era de estudiantina; la alegría, las risas, las charlas estaban presentes. Entre tantos egresados, profesores ya jubilados con alma de jóvenes, pudimos rescatar estos testimonios
Graciela (ciudad de Santa Fe): -Ahí ejercí la profesión. Tuve el gusto de juntarme a mis compañeros de esa etapa hermosa de nuestras vidas. Encontrarnos una vez más, después de cuarenta y tres años, somos promoción 1981, es un placer. Es volver a recordar esos momentos que, año a año, los volvemos a repetir, nos hace sentir muy cercanos y los disfrutamos muchísimo. Fuimos la última promoción de tres años de carrera del Instituto “César Vázquez”, de Santa Fe. Llegaron “forasteros” de todos lados del país, de una punta a la otra: Misiones, Chaco, Salta, desde el sur, Neuquén, Roca, Chubut, Entre Ríos, Córdoba. Toda gente con la que nos sentimos muy cercanos; compartir estos cuatro días para nosotros es muy energizante, muy placentero, alegría plena; totalmente un disfrute, ésa es la palabra.
-Somos unos treinta y cinco. Se trata de convivir hora a hora, minuto a minuto, charlar con uno y con otro; conocer nuestras vivencias, cómo nos fue, qué hicimos, qué dejamos de hacer, cuáles son los sueños, si hay alguien con nietos. Vidas dispares en lugares dispares, pero en este punto somos todos iguales.
-Todos los años nos juntamos una vez en distintas partes de Santa Fe, de Entre Ríos y hasta los lugares más alejados como Misiones. Estos encuentros no son muy comunes; hay promociones posteriores a la nuestra en las que no se ve que hagan estos reencuentros. Volvemos acá y es como volver a tener veinte años.
-Tenemos una característica los “profes” de Educación Física y es que somos amantes de la naturaleza. Nos da igual todo porque nos conocemos desde “el antes” y “el ahora” es una circunstancia en la vida. Entonces, es volver a tener los dieciocho años en la mochilita y llegar con las mismas intenciones e ilusiones que hoy tenemos nosotros acá, pero ya con una vida y un bagaje de cosas; somos, en el reencuentro, lo que fuimos en aquel momento.
Luego habló Roxana, de Paraná: -La primera juntada fue todo un desafío para mí, con mis compañeras de Paraná. En ese momento, llamábamos por teléfono pues no había celulares, ni mail. De a poco estábamos empezando; la gente venía y yo con mi “platita” –no había transferencias- me jugué, pagué todo y en el día que vinieron me abonaron. Fue un desafío; llamé doscientas veces a Jujuy, a Salta, a buscar compañeros; a la casa de cualquiera, porque llamaba por los apellidos. Las cuentas de teléfono fueron increíbles. Todo esto fue a los veinticinco años de egresados. Buscábamos por todo el país porque éramos unos ciento veinte. No sabíamos dónde había “caído” cada uno.
Por su parte Silvana expresó: -Soy de San Francisco, Córdoba. No estudiamos en Córdoba porque en Santa Fe el nivel era superior; era uno de los niveles más destacados en el país, muy superior. Había cuatro profesorados nacionales. En ese momento, para trabajar en escuelas nacionales, había que ser profesor nacional de Educación Física. Estaban los profesorados de Mendoza, San Fernando, CABA y el nuestro, en Santa Fe. Cuando terminamos, si bien las etapas de la vida nos fueron llevando por caminos distintos, cada uno empezó a a formar una familia o no, pero en distintos lugares y ahí nos alejamos. Después, cuando Roxana tuvo el buen tino de reunirnos, ahí reavivó la llamita de volver a encontrarnos.
-La juntada era en el último fin de semana de agosto; los que llegábamos el viernes hacíamos algo en Santa Fe y al otro día se organizaba el almuerzo e íbamos todos a Paraná. En ese momento estábamos todos trabajando y era difícil porque tenían recepciones, colaciones, torneos; así que la idea era juntarnos un día en el que pudiéramos todos.
Otra de las egresadas comentó: -En el año 2018, por una invitación de María Cristina, que es misionera, fuimos al Club del Río, en Misiones, pero sólo las chicas. Paramos en cabañas; nos encantó y, a partir de ahí, empezamos a proponer que, en vez de encontrarnos el viernes y sábados, alquiláramos cabañas para tener un lugar común donde compartir, un lugar cómodo, con algún quincho, por si llueve. En estos reencuentros, las chicas no hacemos prácticamente nada, más que complementar en algunas cosas. Los de la cocina son ellos, los varones: ¡son unos reyes!
Uno de los egresados que pudo meter un “bocadillo” nos dijo: -La otra particularidad es que de acá no salimos. Ninguno va a ir a conocer Gualeguay; nos cocinamos acá: hacemos pescado, guiso, asado… Compramos las cosas, se cocina; ¡todo el tiempo estamos comiendo!
En esta conversación en la que todos querían intervenir, una egresada con el alma colmada de alegría, cerró este torbellino de voces y risas: -Desde que existe WhatsApp, armé grupos; tenemos un grupo que es mixto, de unas cincuenta personas. Hay otro que es de chicas; así estamos conectados, en total, más de sesenta. Todos los días hay algo en los grupos, siempre en contacto.
Nos fuimos de ese hermoso reencuentro contagiados por la alegría de ese bullanguero grupo; ya se aproximaba el almuerzo. Después de mucho revolver en la olla, los cocineros y el aroma invitaban a la mesa.