Anoche en AGMER ante un buen marco de público
Se presentó la revista que retoma la historia de CachoDa Dalt
La publicación especial del 24 de marzo de la Revista Meta, se titula ‘Con la esperanza entre los dientes’ y recorre historias asociadas al Terrorismo de Estado. Uno de los textos se enfoca en la relación de Néstor Enrique Da Dalt con el deporte, y en especial, con el club Gualeguay Central.
Meta es una revista de deporte social y comunitario. Fabián D’Aloisio, su editor, ya estuvo en nuestra ciudad cuando se presentó en el Club Urquiza ‘Semilleros: la historia de los campeones del mundo en sus clubes de barrio’, homenajeando a Lisandro Martínez. Esta vez, le tocó el turno a Gualeguay Central, de la mano de Cacho Da Dalt, uno de nuestros desaparecidos. Su familia tiene una relación entrañable con la institución, a tal punto, que el estadio rojinegro lleva el nombre de su padre Quique. Beatriz, hermana de Cacho, colaboró a través de una entrevista para poner el foco en su relación con el deporte. ‘Con la esperanza entre los dientes’ se presentó este miércoles por la noche en AGMER con la invitación de la APDH y la presencia de diferentes sectores de la comunidad que se acercaron para conversar.
El club nunca te deja a pata
La nota se titula ‘El club nunca te deja a pata’, está firmada por el periodista Santiago García y compartimos un extracto a continuación:
“En estos tiempos violentos, donde el gobierno de Javier Milei reprime las calles y continua su avanzada contra los organismos de derechos humanos, es necesario seguir construyendo espacios de resistencia y mantener bien alto nuestra lucha por la verdad, la memoria y la justicia. Ni un paso atrás.
Néstor Enrique Da Dalt Carboni (Cacho) nació el 15 de octubre de 1951 en Gualeguay, Entre Ríos. Tuvo tres hermanas: Marta, Beatriz y Patricia. Beatriz ha contado en detalle la vida de su hermano en el libro ‘La verdad es hija del tiempo’, donde se narra la historia de los detenidos desaparecidos gualeyos, pero nosotros queremos saber del vínculo con el club.
- Los domingos en mi casa se comía costeleta con huevo duro porque era lo más rápido y a la una y media había que estar en la cancha. Papá fue tesorero muchas veces. Tenía cuadernos con balances y anotaba absolutamente todo. En uno decía la cantidad de comida que se servía por comensal en las cenas de recaudación. Él escribía una papa y media y un huevo por persona en una hoja cuadriculada. En mi casa podía haber un foco quemado dos meses, pero si se quemaba en el club había que salir corriendo.
(…)
Además de jugar al fútbol en Central, Cacho hacía atletismo, softbol, vóley y básquet. Era tan deportista que al igual que se prende la antorcha olímpica, en el Centro de Educación Física de Gualeguay se encendía un fuego antes de las competencias. Lo eligieron a él para que lo haga. También le gustaba remar, nadar y pescar en el río Gualeguay. Con los amigos tenían una canoa que dos por tres se rompía. Con algunos de esos amigos, como Néstor Furrer y Martín Hauscarriaga decidieron estudiar para contador en Santa Fe. Hoy los tres están desaparecidos.