boccia
Stefanía Ferrando, Medalla de Bronce en los Juegos Paralímpicos
“Estamos felices por todo lo vivido y porque logramos la primera medalla paralímpica para Argentina en boccia”
Conversamos con Stefanía Ferrando, deportista en boccia, que obtuvo la medalla de bronce en pareja con Rodrigo Romero, “El Gaucho”. Una inmensa alegría para todos. Sabíamos de la intensa preparación que habían llevado adelante y este premio esmás que merecido. También conversamos con su asistente y pareja, Juan Ferreyra.
S.F.: -Estoy muy contenta por toda la gente que nos acompañó cuando estábamos allá, con mensajes de aliento; también a los medios de comunicación que estuvieron con nosotros desde que clasificamos hasta que llegamos allá y durante la estadía.
-Llegamos una semana antes de las competencias y entrenamos en el estadio principal. Había días con entrenamiento de doble turno y otros con un solo horario, por la mañana o por la tarde. Al tercer día de nuestra estadía, como teníamos un solo turno, decidimos salir a pasear y recorrer un poco. Conocimos a un voluntario que estaba trabajando en la villa, que, en su trabajo oficial, era guía turístico; nos llevó a recorrer París, una experiencia muy linda, y nueva para él y para nosotros. Éramos cuatro deportistas con nuestros cuatro asistentes y dos técnicos. Fue una experiencia importante para el guía porque tuvo que aprender cuestiones que tienen que ver con la accesibilidad para poder movilizarnos. En el primer paseo fuimos a conocer la Torre Eiffel y la zona en donde está; en una segunda salida, fuimos al Museo del Louvre y la zona, también. En la tercera, y última salida, un día antes del regreso, fuimos al Palacio de Versalles. Todo nos pareció muy lindo y estamos felices de haber compartido con tanta gente.
Más adelante comenta: -La villa olímpica es una miniciudad, creada para deportistas, asistentes y técnicos, donde nos alojamos los veinte, veinticinco días que estuvimos. No estoy segura de la cantidad exacta, pero tenía entre cincuenta y sesenta hectáreas de superficie. Había unos veinticinco, treinta edificios donde estaban los departamentos en que nos alojábamos. Además, la villa tenía un policlínico, con todos los profesionales necesarios, también, un comedor abierto las veinticuatro horas; lugares de recreación para ir a tomar un café; un estand de cervezas sin alcohol. Podías hacerte masajes, tatuajes; también, peluquerías. Había televisión para ver deportes, juegos de mesa; todo sin costo para todos los deportistas. Luego estaba la zona internacional, que es donde podían ingresar los periodistas o familiares que habían ido y no eran parte del evento; no se podían alojar, ingresaban con un permiso, por una determinada cantidad de tiempo. Se podían hacer consumiciones, pero eran pagas. Es un lugar creado para eso; si eso no es accesible, no hay nada más accesible. Estábamos en un departamento con cuatro habitaciones; cada habitación tenía dos camas, para el jugador y su asistente.
Con respecto al desarrollo de la competencia, Stefanía nos dice: -En individuales, llegué hasta cuartos de final y perdí por diferencia de una bocha; lo que hizo que en el recuento final de las dieciséis mujeres que éramos, quedara en el puesto número cinco. Perdí con Jamieson Leeson, de Australia.
Juan José y Stefanía ante todo lo vivido y disfrutado-
-En parejas, mi compañero es Rodrigo Romero, le dicen “El Gaucho”. Previo a ser deportista de bochas, era jinete; por una lesión medular, queda con discapacidad. Desde el 2022, estamos compitiendo juntos, con nuestros dos asistentes. El mío es Juan José Ferreyra, el de Rodrigo es Leandro Villagra y el técnico de la selección es Cristian Rosado.
Le preguntamos si pudieron ver otras disciplinas: -No hubiésemos podido ir a ver otros deportes pero no lo hicimos por falta de tiempo. Terminaron nuestras competencias, más de siete días, tuvimos dos días libres y nos volvimos. De todas formas, aunque con credenciales propias, no podíamos ir a otros eventos deportivos. Sí o sí, teníamos que pagar entrada y era muy difícil conseguir entrada y ubicación, ya que estaba casi todo vendido.
En referencia a la ubicación de los estadios, expresa: -Los estadios estaban en distintas partes de París; el nuestro estaba a unos cuarenta minutos de la villa. Los transportes eran todos adaptados, con rampas; cada uno tenía su lugar dentro del colectivo. Cada ubicación tenía su cinturón de seguridad. En las competencias individuales, si competíamos, por ejemplo, a las cinco de la tarde, nos buscaban a eso de la una y había colectivos cada quince minutos; se iban tomando los transportes de acuerdo a la hora en que se jugaba.
Más adelante nos comenta detalles de los partidos por pareja y el resultado final: -Éramos, en total, doce países, compitiendo en parejas, divididos en cuatro zonas, de tres países cada una. Pasaban los mejores dos de cada zona a cuartos de final; así que jugamos dos partidos para pasar de la zona; jugamos los cuartos de final; jugamos la semifinal, cuando perdimos contra Corea. Luego, jugamos el quinto partido, por la medalla de bronce, contra Tailandia. El varón tailandés era Akkadej Choochuenkli y la mujer, Ladamanee Kla-Han. En este partido, empezamos perdiendo 2-0; en el segundo parcial, lo empatamos 2-2; en el tercero, sumamos una bocha nosotros; así que quedamos 3-2. Y, al final del partido, el último parcial, lo ganamos con una bocha más; terminamos ganando 4-2.
-La verdad es que estábamos muy emocionados, porque nos habíamos preparado para un lugar con una medalla. No nos habíamos conformado solamente con clasificar para los Juegos Paralímpicos, sino que habíamos ido a competir y a volver de la mejor manera posible. Estábamos “con la espina” de haber perdido las semifinales el día anterior, que se nos escapó por muy poquito contra Corea. Salimos a jugar este último partido, por la medalla de bronce, muy contentos por todo lo que estábamos logrando, por estar jugando el último partido contra Tailandia, que hasta ese momento era número tres del mundo. Lo disfrutamos un montón; obviamente, estábamos nerviosos, como en cualquier partido y más jugando por una medalla en un juego paralímpico, la cita deportiva máxima. Se nos dio y es la primera medalla paralímpica que se gana en nuestro deporte; Argentina nunca había ganado una medalla paralímpica en esta disciplina. Sí habíamos participado durante muchos años, en distintas categorías, pero nunca nadie había ganado una medalla.
-Al otro día de la competencia lo tuvimos libre y al día siguiente fue la ceremonia de clausura. Fui abanderada en esa ceremonia. El chico que iba con la bandera participó en atletismo, salto en largo; tiene parálisis cerebral. La mayoría de los deportistas argentinos se quedó hasta el final, aunque no todos. Cada una competencia que terminaba, se entregaban las medallas. Además de la medalla, se entregaba el peluche distintivo de estos juegos.
El regreso y el encuentro con sus afectos: -Salimos en un vuelo directo hacia Buenos Aires; volvimos todos juntos. La gente de la Federación de Boccia estaba con nosotros en París. Obviamente, también el Comité Paralímpico Argentino estaba con nosotros.
-Mi mamá me dio la sorpresa de esperarme en Ezeiza, con mis primos Gise, Leo, mi tía Carola y dos de mis primos de Buenos Aires, Gabriela y Javier. Muy contenta porque no esperaba que estuvieran ahí; así que agradecida también.
Ya en nuestra ciudad: -En Gualeguay, hemos estado haciendo notas desde que llegamos; contentos porque es muy importante difundir el deporte paralímpico. Como siempre digo, el deporte es una gran herramienta para todos. No importa si tenés discapacidad o no, o si lo hacés recreativo o competitivo, pero el deporte es siempre una gran herramienta para crecer. Para mí, hay algo que me dio el deporte, que es la “carta mágica”, como siempre digo yo, y es trabajar en independencia, porque si bien tengo una discapacidad en la que necesito que una persona me asista, casi al cien por ciento en todas mis actividades, a mí el deporte me enseñó a gestionar cómo pedir esa ayuda, cómo sentirme mejor. Aprender a respetar, también, mis tiempos, el tiempo de las personas que me acompañan. Creo que el deporte es súper importante.
Para cerrar, Stefanía no habla de su actividad laboral: -Nunca dejé de trabajar, porque yo lo hago por redes sociales; en mis tiempos libres en París, trabajaba allá. Ahora estoy haciendo unas cosas que tenía acumuladas acá, en casa. Trabajo como community manager, yo manejo redes sociales; lo puedo hacer desde cualquier lugar del mundo.
También conversamos con el asistente de Stefanía, Juan José Ferreyra quien expresó:
-La verdad es que estábamos muy contentos de clasificar para la cita máxima en la que todo deportista quiere estar, quiere pertenecer. Hay que tener en cuenta que no todos llegan hasta ahí. Era un proyecto a largo plazo que teníamos de participar como país, que desarrollamos durante estos siete, ocho años. Tuvimos la suerte de clasificar para los juegos anteriores, pero fuimos de manera individual. Clasificó Stefanía, pero no Argentina. Esta vez lo planteamos de forma diferente, queríamos ir en grupo. Lo conseguimos y las dos plazas las utilizaron Stefanía y Rodrigo. Nuestro objetivo era ir a competir; se puede ganar, se puede perder. La idea era no recriminarnos nada a la hora de la competencia allá. Fuimos allá, a dar todo nuestro mejor esfuerzo, nuestro mejor desempeño. Creo que se logró; la medalla en sí es algo secundario, es un premio, una caricia por todos los años de esfuerzo. Por ahí, todo el esfuerzo que hay detrás no se ve. Hace ocho años que no tenemos fines de semana, que no tenemos feriados, que no tenemos vacaciones porque, además, del entrenamiento para el alto rendimiento, tenemos nuestros trabajos. En los tiempos libres de nuestros trabajos, ubicábamos los entrenamientos; cuando más entrenábamos era en los feriados, en los fines de semana, en las vacaciones. Es un ritmo tal, que si queremos salir de él, no se puede. Entonces, es un sacrificio muy grande que, por ahí, la gente que no está metida en esto no comprende. Haber llegado a esta cita deportiva y haber tenido el desempeño que tuvimos para nosotros fue muy gratificante y dio como resultado una medalla. La idea era ir y participar en la competencia, no sentirnos ni más ni menos que nadie: ir a competir. Además, estuvo buenísimo conocer algo de París; también lo fueron las ceremonias de apertura y de clausura. La clausura se hizo en el Estadio de Francia, ubicado Saint-Denis; es imponente, inmenso. Y mejor aún, estaba repleto, repleto de gente; nunca habíamos visto tanta gente junta para nosotros.