Salir del infierno de la adicción
Testimonio de una mujer que pudo superar el alcoholismo
El Debate Pregón mantuvo una larga charla con una mujer que sufrió el infierno del alcoholismo durante muchos años
El Debate Pregón mantuvo una larga charla con una mujer que sufrió el infierno del alcoholismo durante muchos años; un fuerte sacudón la llevó a buscar ayuda en diferentes grupos de Alcohólicos Anónimos y gracias a ellos y a sus deseos de superación, su vida dio un vuelco positivo. Con estas vivencias desea ayudar a quienes están inmersos en esta adicción de la que se puede salir con ayuda y verdadera voluntad.
-Recuerdo que mi abuela paterna era una persona muy enferma, a quien en ocasiones yo cuidaba, era alcohólica (en realidad, mis dos abuelas lo eran). Seguramente, de ellas he heredado la predisposición al alcoholismo. A mi abuela, lo único que le permitían tomar era champaña y yo tomaba con ella, desde los doce años. Pero a los dieciséis años empezó (o se acentuó) mi problema-, comienza diciendo nuestra entrevistada, para continuar: -En ese tiempo, nos fuimos a vivir a Chile, por razones de trabajo de mi padre; empecé a tomar y no les parecía raro a los demás que yo bebiera; al contrario, hasta me ofrecían.
Más adelante nos comenta: -A los dieciocho años, volví, me puse de novia y me casé. Pero mi esposo ya era alcohólico. Yo, en ese entonces no tomaba, quizá algún poco, debido a mis embarazos. En ese entonces, mi vida me resultaba aburrida; además, mi esposo era indiferente para conmigo. Así fue que a los ocho años de casada, más o menos, me separé de mi marido y comencé otras relaciones. Dejaba un novio y tenía otro, afortunadamente, tenía una excelente niñera. He perdido mucho: casas, dos o tres departamentos y con mis hijos he sido una figura ausente. Y a eso no lo restituís más. Esto fue por unos treinta años más o menos, hasta que un buen día hubo un punto de inflexión en mi vida.
Un llamado de atención del destino: -Me ganaba el sustento haciendo empanadas y una vez tuve que hacer unas quinientas y todo ese día lo pasé tomando. Así, cuando descansaba un rato en la cama, me quedé dormida con un cigarrillo encendido y se incendió el colchón; me salvó mi hijo que estaba en una habitación alejada de la mía, pero sintió el olor a quemado. Claro, mis hijos empezaron a despreciarme, y con razón. Lo del incendio fue determinante. A la mañana siguiente me desperté y me dije: "Yo no tomo más". Me volqué a los grupos de Alcohólicos Anónimos. Ahí encontré gente muy amorosa, que me trató muy bien.
¿Y la familia? -He reconstruido las relaciones con mi familia, he tenido que pedir perdón; cambié completamente. Además, tengo las armas para defenderme que son el grupo, todo lo que aprendí, tengo el contacto con el grupo desde las siete y media de la tarde hasta las nueve, cada día.
Las afecciones que acarrea el alcoholismo: -El alcohol afecta también el aspecto físico; cuando entré a A. A., yo estaba gorda, el desaliñe que tenía el día que entré al grupo era enorme. No tuve problemas con mi hígado, pero sí perdí una gran cantidad de dientes, es típico del alcohol. También tuve algún problema de tabaquismo, sobre todo cuando dejé el alcohol, pero fui a un grupo de fumadores y pude salir adelante aplicando el método de A.A., con firme constancia. Siempre decimos que "sólo por hoy dejás de tomar" y al día siguiente lo mismo, entonces "vas contando los perlas del collar". Es un programa interesante, de una sabiduría maravillosa.
Le agradecemos a esta valiente mujer su valioso testimonio, su fuerza para reponerse y en especial su consejo para quienes están inmersos en esta adicción, tan destructiva como todas, como muchas que quizá ni imaginamos.