Tiranía del relativismo
Cuando todo es relativo, ¿hay más libertad y democracia?; cuando las comunidades viven sin dogmas, ¿hay más tolerancia y, por lo tanto, más paz social y bien estar?
A primera vista pareciera que es así. Aunque, cuando un joven de nuestra modernidad reciente accede a todos los productos del "gran Shopping "que es la ciudad, puede navegar con sensación de infinitud en la infinita red, con ilusión de poder y de sentir de manera ilimitada. En ese gran laberinto del consumo no se necesita aparentemente la verdad.
Sin embargo, entrar en la red sin la verdad de la inteligencia significa no poder separar lo importante de los superfluo, lo más general de lo particular, significa no poder leer entre líneas. Porque, justamente, "ser inteligentes" significa saber "inteligir". La palabra "inteligir" deriva del latín intelligere y significa "entender, saber escoger, saber leer entre líneas". Sus componentes léxicos son: el prefijo inter- (entre) y legere (escoger, separar, leer). Entonces, cuando toda verdad es relativa y está desordenada ¿qué razón prevalece? En este caso prevalece la razón del más fuerte, la razón del que más puede manipular. Este es el motivo por el cual, cuando todo es relativo prevalece "la razón del poder y no el poder de la razón".
Entonces lo que prometía ser democracia se transforma en "pensamiento único", en "tiranía del relativismo" como decía el papa Benedicto XVI. Cuando toda verdad es relativa, el que domina aprovecha para confundir gritando para que no se logre la intersubjetividad del diálogo: de esta manera el que grita más fuerte logra acallar la voz del débil sin que este se dé cuenta y, también, el que logra igualar a todos como fotocopias tiene un mercado más homogéneo y manipulable. En nuestro tiempo, ese proceso se realiza de modo casi imperceptible porque el internauta, navegante de la red, cree tener una brújula, y no es consciente de que el itinerario se lo impone el sistema, porque éste ya tiene los datos de los "me gusta" que el mismo "vagabundo online" fue "sembrando" en la selva de datos que tiene la "nube de la red". El internauta, además, cree dialogar, cree estar entrando en la subjetividad de otros pero su "Iphone" sólo le devuelve sus datos, sólo sirve de espejo en el que se mira Narciso. No puede inteligir porque no tiene la alternativa de lo otro lo distinto sino, que quizá, sin darse cuenta, se está reflejando en el espejo de sí mismo. Por el contrario, al internauta le cuesta dialogar porque ve pocos "rostros" que lo interpelen, que lo saquen de su mundo cerrado en el que sólo entran los iguales que le devuelve la red. Al respecto, sería importante recordar el mensaje que el papa Francisco envía a los jóvenes: No se debería olvidar que "en el mundo digital están en juego ingentes intereses económicos, capaces de realizar formas de control tan sutiles como invasivas, creando mecanismos de manipulación de las conciencias y del proceso democrático. El funcionamiento de muchas plataformas a menudo acaba por favorecer el encuentro entre personas que piensan del mismo modo, obstaculizando la confrontación entre las diferencias".
Días pasados fueron traídas por jóvenes misioneros a nuestras parroquias las reliquias del beato Carlo Acutis. Respecto del beato decía también Francisco en ese mismo texto: "...que en todas las situaciones oscuras o dolorosas que mencionamos hay salida. Por ejemplo, es verdad que el mundo digital puede ponerte ante el riesgo del ensimismamiento, del aislamiento o del placer vacío. Pero no olvides que hay jóvenes que también en estos ámbitos son creativos y a veces geniales. Es lo que hacía el joven venerable Carlos Acutis..."
Pbro. Jorge H. Leiva