Feria
Una Feria que no para de crecer
A medida que uno se acerca por la Avenida Illia el movimiento ya se puede percibir. Cada sábado la playa de estacionamiento del Centro Integrador Comunitario N°1 se llena de vehículos, en especial, motos. Caminando por la calle Urquiza en dirección a las vías del ferrocarril se observan personas estacionadas en la puerta, ingresando, saliendo o esperando a alguien. Predominan las mujeres, abanderadas de la economía popular. Tanto entre las feriantes como entre el público. Son sus manos las que construyen muchos de los productos. Es su ojo el que sabe elegir lo mejor para el hogar.
Existe un recorrido que está marcado por los puestos (los postes de madera, el techo a dos aguas), pero se puede transitar con libertad y en cualquier sentido que uno elija. De todas formas, la gran cantidad de personas (centenares de feriantes y otros tantos de público) obliga a seguir cierto orden. La armonía y el ambiente de compañerismo se siente en el aire. Una emprendedora le pide cambio a una compañera: “¿Tenés dos billetes de quinientos?”, consulta y consigue. Una mujer consulta con otra sobre una ropa infantil: “Le tiene que quedar ese talle”. La diversidad de productos no sólo varía de un puesto a otro. En un mismo lugar se puede conseguir ropa y comida. A esta altura del año abundan las bolsitas con cítricos (limones y naranjas) sobre una lona que también tiene prendas. También se venden cremas y electrodomésticos. Los baños que están sobre la pared que da a la avenida están cuidados por personal municipal. La dimensión de la Feria ha crecido tanto que sigue fuera de los márgenes, hacia el lado de la Estación de Ferrocarril.
“Ayuda a mucha gente”
María José Barrios tiene un puesto que atiende cada sábado. Le preguntamos desde cuándo: “Arranqué en la feria desde que arrancó, empecé a ir cuando arrancó en el CIC. Empezó ahí todo, y después ya quedó pequeño porque iba cada vez más gente”, recuerda. Le preguntamos qué significa para ella: “Es algo muy bueno, la verdad, es algo que hacía falta, y hace muy bien. Porque la verdad que ayuda a mucha gente. Mucha gente espera los sábados porque es lo único que tiene, la única entrada. Así que es algo muy bueno para la gente”, afirma. Los cambios que se han dado en los últimos años también entienden que han sido positivos: “Ahora que cambiaron de lugar, es mucho más grande, tenemos más espacio. Tenemos comodidad, tenemos todo. La verdad que hay una organización muy buena. Hay mesas, hay techito, ahora tenemos bancos nuevos. El sábado pudimos disfrutar de los bancos. Hay sillas, te acomodan los chicos, te dan tu lugar, te buscan un lugar si llegaste tarde. Cae cada vez más gente, es algo muy bueno”, resalta.
“Si no hay Feria, no es sábado”
Le preguntamos cómo era el vínculo entre los diversos emprendedores que allí se reúnen: “Hay mucho compañerismo, la verdad que sí. Y yo me encuentro con toda la gente conocida ahí. Si no hay feria, no es sábado para mí. Es un encuentro, yo voy con todas mis hermanas, compartimos el mate. Hay música, es algo muy lindo”, se alegra. María José no sólo vende sino que también encuentra cosas que necesita:
“Llevo de todo, llevo ropa, calzado, mochilas. Y compro también ropa para mí, que me viene bárbaro también, y lo hago junto con mis hermanas. Aparte te hace bien. El sábado en esa feria, es como que la necesito porque es una terapia, te encontrás con gente, charlás, escuchás música, vendés, compras”, enumera.
“Ayuda a mucha gente que está sin trabajo”
María José destaca nuevamente la organización: “Lo que hay ahora es impresionante. Los chicos están en todo, te ayudan. Tenemos comodidad, tenemos espacio, es lo mejor. A mí me encanta ir de feria. Me preparo mucho para los sábados. Los viernes ya estoy preparando mi ropa, le pongo los precios, y estoy esperando que sea la hora. Esa feria para mí es lo mejor que hay. Ayuda a mucha gente que está sin trabajo, está sin nada, y espera los sábados para tener una entrada de plata. Estamos muy contentos con la feria del CIC. Todos. Súper agradecida con los chicos de la organización”, reafirma. Le pedimos que contara cómo fueron esos cambios: “Antes era dentro del CIC, donde está el salón y atienden los médicos. En el lugar ese, y en el espacio verde, nos ubicábamos todos, pero era muy chico porque había más gente. Y ahí sí se cobraba. Vos agarrabas, llegabas y ponías en el piso en tu lugar una sábana o un mantel que llevabas. Y nos cobraban un monto, pero lo organizaban otras personas”, recuerda. Los cambios son significativos: “Después nos pasamos para el lugar de las vías, y llegás vos y agarrás el espacio que puedas, que tengas, que consigas. Si no los chicos te organizan, ellos también, si llegás tarde te buscan un lugar”.
“Se puede llevar de todo”
Le preguntamos si notó un aumento de personas en los últimos tiempos con la crisis: “Hay cada vez menos espacios porque cada vez va más gente. Hay baños nuevos, te podés probar la ropa cosa que antes no podías. Te la tenías que traer así nomás, sin probártela. Ahora te la podés probar. Están los baños que no teníamos, así que está buenísimo eso también”, agradece. Nos sorprende la diversidad de productos y queremos saber si hay algún requisito: “Se puede llevar de todo. Llevan herramientas, llevan comida, llevan ropa, lo que te imagines. Hay de todo. Plantas, verduras. Y no pagamos nada. Es todo gratis y esos chicos que nos ayudan son de la Municipalidad. Estamos re bien ahora”, cierra.
Vuelvo a la tarde que recorrí la Feria con las palabras de María José en la cabeza. La presencia del Estado garantizando la economía popular. Definamos qué es esto que parece mala palabra en estos tiempos de agresión y maltrato. Estamos hablando de personas que se encuentran fuera del sistema formal de empleo y que, a menudo, no tienen acceso a los beneficios y protecciones del trabajo formal. Y ahí tenemos al Estado brindando una solución a centenares de personas que están atravesando la crisis como pueden. Muchas de las familias que allí se reúnen (algunos puestos son atendidos en pareja, uno al lado del otro en una silla de playa) llevan algo a la mesa con ese ingreso del fin de semana. Se adaptan, trabajan en red, en comunidad. La salida a toda crisis nunca es individual. Siempre es solidaria. Y ejemplo de eso es la hermosa Feria del CIC.