Monseñor Jorge Eduardo Lozano
En 2023 no tropezar con la misma piedra
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina) y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)
Equivocar en las opciones es bastante común. No siempre tenemos todos los elementos necesarios para tomar las decisiones acertadas; desde las cuestiones más simples a las de gran trascendencia.
Pero a menudo erramos porque “no escuchamos la voz de la experiencia”, sea propia o de otros. No hacemos memoria. Por eso se dice que “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”.
Esta experiencia personal también se traslada a lo comunitario. Por ejemplo, en el plano social y político, sabemos que para crecer como país debemos fortalecer la educación, pero a la hora de distribuir los recursos no hay coherencia. A nivel internacional, sabemos que la guerra destruye vidas y debilita la convivencia entre naciones y culturas; pero continúa el absurdo de la guerra. Es pisoteada la condición humana y bastardeada la paz.
Hoy nos unimos en la Jornada Mundial de Oración por la Paz. El lema del Mensaje que nos propone el Papa es “Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz”.
Francisco nos llama a reconocer que “el COVID-19 nos sumió en medio de la noche, desestabilizando nuestra vida ordinaria, trastornando nuestros planes y costumbres, perturbando la aparente tranquilidad incluso de las sociedades más privilegiadas, generando desorientación y sufrimiento, y causando la muerte de tantos hermanos y hermanas nuestros”.
Durante la pandemia hemos experimentado que dependemos unos de otros, que debemos cuidarnos entre todos. El Papa ha repetido en varias ocasiones que “nadie se salva solo”, y que de la pandemia salimos mejores o peores, pero no iguales. Han pasado tres años desde el inicio de los contagios masivos y los primeros intentos de solución. Por eso es necesario preguntarnos: “¿qué hemos aprendido de esta situación pandémica? ¿Qué nuevos caminos debemos emprender para liberarnos de las cadenas de nuestros viejos hábitos, para estar mejor preparados, para atrevernos con lo nuevo? ¿Qué señales de vida y esperanza podemos aprovechar para seguir adelante e intentar hacer de nuestro mundo un lugar mejor?”. No le esquivemos a estos cuestionamientos.
Hemos sufrido enfermedad y muerte de personas cercanas. En muchos casos la imposibilidad del duelo en familia. También “un malestar generalizado que caló en los corazones de muchas personas y familias, con secuelas a tener en cuenta, alimentadas por largos períodos de aislamiento y diversas restricciones de la libertad”. Palpamos la fragilidad de la condición humana; se instaló la desconfianza y profundizó la soledad.
Una de las mayores enseñanzas que debemos capitalizar “es la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo”.
La segunda parte del mensaje de este día es el contrasentido de la guerra. “Al mismo tiempo, en el momento en que nos atrevimos a esperar que lo peor de la noche de la pandemia del COVID-19 había pasado, un nuevo y terrible desastre se abatió sobre la humanidad. Fuimos testigos del inicio de otro azote: una nueva guerra, en parte comparable a la del COVID-19, pero impulsada por decisiones humanas reprobables.” Quisiera resaltar esta afirmación de Francisco: “decisiones humanas reprobables”
“Ciertamente, esta no es la era post-COVID que esperábamos o preveíamos. De hecho, esta guerra, junto con los demás conflictos en todo el planeta, representa una derrota para la humanidad en su conjunto y no sólo para las partes directamente implicadas. Aunque se ha encontrado una vacuna contra el COVID-19, aún no se han hallado soluciones eficaces para poner fin a la guerra. En efecto, el virus de la guerra es más difícil de vencer que los que afectan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del corazón humano, corrompido por el pecado (cf. Evangelio según san Marcos 7,17-23).”
“Al compartir estas reflexiones, espero que en el nuevo año podamos caminar juntos, aprovechando lo que la historia puede enseñarnos.”
Un gran científico dijo que “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” (Albert Einstein). No sigamos tropezando con las mismas piedras.
¡Feliz 2023!