Monseñor Jorge Eduardo Lozano
Todos podemos cuidar el planeta
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina) y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)
Muchos de nosotros como humanidad estamos en conciencia de la oportunidad que nos sigue dando (todavía) nuestro planeta Tierra de comprender que es único, que tenemos que cuidarlo de depredaciones ambientales y de que es nuestra Casa Común. Con este contexto, la COP 27 es una ocasión global para sentarse a hablar sobre las prioridades de ese cuidado y los compromisos que cada país puede asumir para sumarse a ese cuidado tomando en cuenta lo que se viene haciendo desde hace ya muchos años.
¿Qué es, entonces, la COP 27? Es la 27ª conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se llevará a cabo del 6 al 18 de noviembre de 2022 en Sharm El Sheikh, Egipto.
La Iglesia Católica y los credos en general vivimos en estado de colaboración con el cuidado de nuestro planeta y es desde aquí que el miércoles pasado pude participar del “Seminario Diálogo Abierto Por El Cuidado De La Casa Común. Gobiernos, Ciencia, Organizaciones de la sociedad civil y la Iglesia. Latinoamérica y el Caribe en camino hacia la COP 27 y el tratado de no proliferación de combustibles fósiles”, organizado en la sede del CELAM y con intervenciones virtuales de varios expositores.
Es urgente escuchar-observar los hechos. Aumenta la temperatura global. Esto trae como consecuencia la retracción del volumen de los glaciares y el derretimiento de los hielos —que suponíamos eternos— en los Polos. Se eleva consecuentemente el nivel de océanos y mares.
No se trata de afirmaciones ideológicas o fantasías. Tampoco de discursos tremendistas que buscan generar angustias en la sociedad. Son hechos concretos.
La ciencia nos advierte sobre el peligro incuestionable que enfrenta la humanidad y su solución. Para ser buenos cuidadores de nuestra Casa Común, la Tierra, debemos actuar y eliminar gradualmente la producción de combustibles fósiles. En este sentido, el Papa Francisco nos indicó que «sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes —sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas— necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora» (LS 165).
Los credos y diversas tradiciones religiosas tenemos postulados de fe distintos. Sin embargo, acordamos en ponderar la gravedad de la situación. También nos unimos a un amplio abanico de organizaciones de la sociedad civil en la búsqueda del cuidado de la casa común.
No somos voces aisladas. Estamos cerca y en medio de los pobres y sencillos y junto a ellos alzamos el grito de justicia. La situación es grave y demasiado importante como para que sólo sea tratada por unos pocos.
La preocupación por el cuidado del ambiente es creciente en la sociedad. Ante la evidencia científica hay preocupación compartida con los hombres y mujeres de las ciencias, las organizaciones sociales, las comunidades basadas en fe religiosa, unos cuantos políticos, las universidades… pero, a la hora de tomar decisiones políticas, influye más lo económico que lo científico, tiene un impacto mayor la influencia económica que la ciencia y la voluntad popular.
Al finalizar el encuentro adherimos a un Mensaje final “acerca de la valoración del llamado moral a nuestros gobiernos por un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles en la próxima cumbre climática COP 27”. De los 15 puntos del Mensaje, tomo el último que resume cabalmente el espíritu que nos reunió:
“Apoyamos moralmente a nuestros gobiernos en la consecución de un Tratado global y vinculante a fin de abandonar pronta y gradualmente los combustibles fósiles, y apoyar una transición energética justa, impulsada por las energías limpias localmente accesibles, y un futuro de desarrollo integral y sostenible para todos”.
Y acordate: todos podemos, de una forma u otra, cuidar nuestro querido planeta.