Recuerdo
Aquellas recepciones de antes
Anécdotas y reflexiones sobre una tradición que ha ido cambiando con el tiempo. por Santiago Joaquín García
“Se nos viene fin de año,
festejamos Navidad.
Los ensayos se complican
preparando Carnaval”, cantaba Jaime Roos en una canción tan pero tan actual. Pero no nos vayamos de tema. Además de los ensayos en esta etapa vienen las despedidas (del trabajo, del gimnasio, del taller de sarasa, etcétera), y las mencionadas recepciones. Las hay de jardín, de primaria y de secundaria, por mencionar a las más “formales”. Y dentro de estas nos vamos a centrar en las que implican la finalización del colegio secundario.
Ritos y tradiciones
La escuela está llena de ceremonias que se repiten generación tras generación. En un primer momento, en nuestro país, una de sus funciones elementales era unificar a una población compuesta de vertientes tan diversas como la de los pueblos originarios y la inmigración europea. Algunas de carácter más regional (como cantar la Marcha de Entre Ríos) y otras que se repiten en todo el territorio nacional (la Jura de la Bandera). Hubo costumbres que se abandonaron y otras que se incorporaron con el tiempo (el Último Primer Día o las serenatas). Pero el acto de graduación se mantiene, aunque con variantes.
“Era todo un logro”
Rolando Menescardi lo vivió como estudiante y como docente, y así lo plantea: “Cuando regresamos al secundario a los 30 años de habernos egresado, en el 2004, pensaba qué distintas eran las colaciones nuestras. En el año 2007 fue la última participación que tuve como docente en representación de la Dirección Departamental de Escuelas. Las colaciones de grado en mi época eran sumamente formales. Tenían solemnidad y había emoción, una profunda emoción. Nos costaba lágrimas a más de un egresado y egresada, pero en general eran todas así, porque en esos años recibirse del secundario era todo un logro, era un paso adelante importantísimo. Se valoraba mucho la educación. Tener un título te abría puertas para un trabajo. Además, por la simbiosis que había entre profesores y alumnos terminábamos teniendo cierta amistad. Cuando me toca en el 2007 presenciar un acto solemne, no lo fue. Parecía una fiesta de cumpleaños de quince el acto de colación de ese secundario. ¿Por qué esa desvalorización? Porque el país y su sociedad fueron decayendo en posibilidades para la gente. Entonces ya recibirse era más o menos lo mismo que no hacerlo. Los jóvenes de las nuevas generaciones fueron percibiendo, intuyendo, que casi todo era medio en vano. Como que al final, con título o sin título, la situación era igualmente amarga. A mí me parece que pasa por ahí. Y porque de pronto la juventud valoró otras cosas o se sintió como desorientada.
Un poco de rebeldía
Nora Cosso explica cómo impactó la vuelta a la democracia en las instituciones escolares: “Esas cosas por ahí no me gustaban mucho. La verdad que bajé medio a la fuerza porque mis padres querían verme bajar. En ese momento no me gustaba la escuela secundaria y era como que quería terminar de una vez e irme. Es más, fui una de las pocas y de las primeras que bajé de vestido corto. Antes se gastaban millones en vestidos y todas esas cosas que a mí me parecía algo superfluo y yo me hice un vestido de bambula corto. Bajé con un compañero en el año 1984 en la Escuela Normal después de haber pasado por la Comercio primero. Recién llegaba la democracia y armamos un Centro Estudiantes que antes de que asumiera Alfonsín hicimos una protesta y nos negamos a entrar a la escuela porque habían puesto una amenaza de bomba. Fue un escándalo porque teníamos que ser todos muy obedientes y esa fue una de las primeras veces que hubo una rebeldía así”.
“Era todo un solo evento”
Javier Ernesto Bongio nos cuenta la época en la cual todo se hacía en la escuela: “Las recepciones de antes estaban buenas. Se tomaba como una recepción y a su vez como un baile, era como ir al boliche hoy en día. Se hacía en la escuela, la misma cooperadora de la escuela armaba el evento y se hacía la recepción y después se hacía un baile. Después de hacer la celebración de la entrega de los diplomas, se habilitaba para que entrara gente de afuera. A la entrega de diplomas iban los familiares y después de las doce de la noche ya habilitaban a la gente de afuera para que entre. Había cantina con bebidas alcohólicas, se armaba todo en la misma escuela como si fuera el boliche. Estaba muy lindo y se hacía hasta las seis de la mañana. Era como la despedida de la secundaria. Era con todos tus compañeros de la escuela, todos los quintos. Hoy se hace por un lado una fiesta y, por el otro lado, se hace la fiesta de despedida. Era todo un solo evento. Los más chicos también, los hermanos de los que se recibían ya se quedaban también en el boliche y después los iba a buscar la familia a la salida. Terminaban a las seis de la mañana, incluso hasta las ocho de la mañana. Después hubo un decreto para terminar a las seis. Luego, vino la Ley de Alcohol Cero, y también por las peleas se cortaron este tipo de eventos dentro de la escuela”, recuerda.
Otras alternativas y lugares
Una de las cosas que ha cambiado tiene que ver con el lugar. Hemos tomado algunos testimonios que relatan cómo se hacían en los clubes (como BH y Sportiva) porque no todas las escuelas tenían el mismo espacio. En algunos casos se reunían más de una escuela y hacían el evento juntas. También por los años 2000 se hizo en la Rural. Lo que siempre se mantuvo fue esta tradición de que el alumno baje acompañado de quien eligiera (ya sea un familiar, un amigo, un docente). Cabe destacar que esto en muchas escuelas de Buenos Aires no se hizo nunca. Ni la fiesta, ni la ropa solemne, ni otro evento más que retirar el diploma e irse para la casa. También es importante remarcar que las asociaciones cooperadoras juntaban dinero con este tipo de eventos. Era una oportunidad para sumar un ingreso para cubrir los faltantes de siempre.
La caída de Sarmiento
Hubo una historia, entre tantas, que picó mi vena de periodista de investigación. Tiene que ver con la caída del busto de Sarmiento en la Escuela Normal que ocurrió hace más de veinte años en una de estas fiestas. Me reservo mis fuentes, pero estos son los hechos que pude precisar:
“En algún horario cerca de la madrugada se subieron donde está el busto de Sarmiento, en el centro del patio de la Escuela Normal, y sacándose fotos con él se cayó al pasto que tiene como un cantero redondo. Fue medio escandaloso, y después no se hizo nunca más dentro de la escuela”, comentó mi primera fuente. Dimos con uno de los protagonistas:
“Creo que fue el baile de recepción del año 1998 en la Escuela Normal, junto con la Escuela de Comercio. Se hizo el baile, pasó la noche, bastante alcohol, y ya no quedaba mucho para hacer. Se largó a llover y quedamos los de siempre. Salimos a saltar bajo la lluvia y abrazo que va, rondita que viene. En el medio del patio está ese busto en la rotondita. Nos subimos todos ahí, y alguno se trepó al busto y habrá pensado: ‘a este pelado hay que bajarlo, que se cree que es Sarmiento’. Alguno le pegaba pensando que era Sarmiento de verdad. Hasta que se cayó, ‘involuntariamente se cayó sola’ dijo uno. No recuerdo con lujo de detalles, pero eso fue lo que pasó”.
Así como Fray Mocho lo burló en el Colegio del Uruguay, acá en Gualeguay, Sarmiento también recibió sus agravios.
Las recepciones, colaciones, los actos de cierre del secundario, sean los de antes o los de ahora, implican un cierre necesario. Una etapa que termina y otra que comienza. Son un reflejo de nuestra cultura, de nuestras costumbres locales, pero también del a situación social y económica del país. Veremos qué nos depara en estos próximos años.