La Mirada de Afuera
Historia de un "esqueleto" ilusionado por tener su cuerpo
En la gualeya cuadra de 1º de Mayo entre Córdoba y Monte Caseros hay un esqueleto. Y no es humano.
En la gualeya cuadra de 1° de Mayo entre Córdoba y Monte Caseros hay un esqueleto. Y no es humano. Se trata de la estructura de hormigón de un edificio de departamentos de 12 pisos, de 4000 m2, con entrepiso, cocheras en Planta Baja y subsuelo. El piso 12 es la terraza y en el 11 se encuentra un gran tanque de agua y el lugar para los motores de los ascensores. No obstante el empuje del inicio, su final fue mucho antes de su nacimiento, hace más de cuatro décadas. Pero aún hoy, sus dueños esperan que el proyecto se reactive y pueda tener feliz final.
Claro... tanto tiempo pasó que las leyendas urbanas ocuparon el lugar de la verdadera historia. Alguien le puso el nombre de "El Esqueleto" y solo faltó el sacerdote, el agua bendita y la piedra bautismal; porque todo Gualeguay reconoce esa estructura con ese nombre. Muchos creen que está abandonado porque lo edificaron "torcido". Y hasta están los que afirman, equivocadamente, que "si se lo termina se cae".
Pero ni está torcido, y tampoco colapsaría. "El Esqueleto" no es más que otra víctima de los vaivenes de la economía argentina. Fue la materialización de una seductora idea motorizada por el bajo precio de los materiales de construcción. Todo terminó cuando los precios se dispararon y financiar la obra era una cuesta demasiado empinada.
El proyecto lo trajeron tres arquitectos de Buenos Aires de la mano del arquitecto gualeyo Julio Carbone, y tuvo una gran aceptación entre varios inversores. Así fue que el 21 de mayo de 1977 se le compró a Celestino Turinetto el terreno conformado por dos lotes con una superficie total de 725 m2, ubicado en 1° de Mayo, a solo media cuadra de la Plaza Constitución. Pocas semanas después se inicia la construcción tras formarse un "consorcio" de propietarios donde figuraban Adan Carbone, Miguel Neffa, Alfredo Cabrera, José Messina, Hilario Marcó, Francisco Vegh, Antonio Barel, Juan Moliné, María Amelia Saizar de Amado, María Angélica Susini de Vivanco, Irma Anchutz de Marcó, El Carmen Sociedad Agraria, Carlos Harari, Raimundo Flah y Estela Buonomasa de Burei.
En tanto, el arquitecto Carbone; el constructor de Paraná encargado de ejecutar la obra, Antonio Cavalli, y los arquitectos de Buenos Aires recibirían unidades como pago de sus honorarios. Había entonces un total de 20 dueños para distribuir entre los 10 pisos de los 12, en donde iban a estar los departamentos, que serían semipisos muy amplios. Cada mes los dueños realizaban un aporte de dinero contra una certificación del avance de obra.
La construcción tuvo buen ritmo hasta que los costos se elevaron. Algo más de un año y medio después de su inicio, en diciembre de 1979, se paralizó. Ese mismo mes, el consorcio compra la parte de los arquitectos de Buenos Aires. Pero antes, tal vez por la imposibilidad financiera de continuar, Anchutz vendió su parte en abril de 1978 y Moliné en agosto de 1979. En tanto el arquitecto Carbone lo hace en enero de 1980.
De los 20 futuros propietarios originales solo quedaron 10, a lo que hay que agregar el hecho natural tras cuatro décadas del fallecimiento de algunos de sus integrantes, las partes entraban en sucesiones, que en muy pocos casos aún todavía tramitan.
A pesar del tiempo, sus dueños siguen teniendo la esperanza de que la construcción se reinicie. Hay decenas de ejemplos de otros "esqueletos" que han pasado décadas esperando hasta que algún grupo inversor, una constructora, empresa o dependencia de gobierno o judicial lo compra y lo finaliza, sin temor a que la estructura caiga, por el contrario hay mucha confianza en estas construcciones.
Ingenieros consultados afirmaron que "El Esqueleto" de Gualeguay está construido con hormigón de excelente calidad como se acostumbraba en esa época, que las inclemencias del tiempo no lo afectan dado que corre aire entre sus pisos y le da el sol todo el día. Pero lo importante es que la estructura actual está diseñada para resistir un peso mucho mayor que el actual. Es más, subrayaron que, por un lado, existe hoy la tecnología que abarata en mucho los costos de saber el real estado de las losas, vigas y columnas. Y por el otro es que de seguir la construcción, hoy se usan ladrillos huecos o bloques que son mucho más livianos, o para la parte externa perfiles de aluminio y vidrio. O sea que al final, la estructura o "El Esqueleto" soportaría mucho menos peso para el que fue diseñado. Hay que destacar que al momento de paralizar la obra, en la terraza se colocó una cubierta para impermeabilizar y se designó a Cabrera para el mantenimiento a cambio de la explotación de las cocheras que hoy se alquilan a particulares o son utilizadas por los pasajeros del Gran Hotel Gualeguay.
Hace alrededor de una década, el Concejo Deliberante de Gualeguay citó a los propietarios ante la preocupación de los vecinos, para que expliquen cuál es el estado edilicio y si "estaba torcido". El consorcio se presentó con un acta en el que se detallan los resultados de un estudio de cálculo de estructura realizado por el ingeniero Horacio Arrate de Gualeguaychú, y que dio un diagnóstico positivo.
En definitiva, la ilusión de "El Esqueleto" de tener su cuerpo y alma aún puede hacerse realidad porque técnicamente no hay nada que lo impida. Lo contrario es leyenda urbana.
R.A
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