Cultura
Marcelino Román: Tierra y gente
Poeta, periodista, ensayista, peón de campo, compañero de Amaro Villanueva en los “estudios folclóricos”. Román nos dice más de nuestro tiempo de lo que estamos dispuestos a aceptar. por Santiago Joaquín García
Usted me dirá ‘se está jugando el destino del país y va a escribir una nota sobre un hombre que murió hace más de cuarenta años’. Y yo le contestaría que veo que las y los candidatos saben mucho de economistas extranjeros, de cómo son las leyes de otros países, de cuáles son las costumbres extranjeras, pero poco saben del pueblo que dicen querer representar. Los más ‘eruditos’ (si se me permite la ironía) repiten de memoria frases de sus líderes intelectuales o políticos. De cultura poco y nada. Quieren gobernar un lugar que desconocen y, en algunos casos, también odian. Así nos va.
“Las modas que nos disfrazan”
Vamos con algunos datos biográficos elementales. Marcelino Román nació en la ciudad de Victoria el 2 de junio de 1908 y falleció en Paraná el 10 de mayo de 1981. Como dijimos en la introducción, no sólo se dedicó a la escritura de ficción y no ficción, sino también a las tareas rurales. Siempre puso los ojos en su propio pueblo, y así lo decía: “Nada conseguiremos renovar si buscamos la clave de la renovación fuera de nuestra realidad”. En ese mismo sentido, criticaba a quienes pretenden “cultivar entre nosotros, atribuyéndoles relieves prestigiosos de la tan zarandeada cultura occidental, las modas que nos disfrazan, las drogas que nos dañan, o los virus transmitidos por un monstruo enfermo”. De ninguna manera, esto debe interpretarse como una búsqueda exclusivamente regionalista: “No hay que soterrarse, pero tampoco desarraigarse”, decía para explicar el equilibrio con lo universal. Compartió junto con Amaro Villanueva y otros grandes pensadores de su tiempo, el compromiso con los estudios folclóricos. Así como Villanueva se dedicó al mate, Román lo hizo con la payada. Así lo detalla en su obra ‘Itinerario del payador’ de 1957. A partir de la década del setenta, con la influencia de los estudios culturales británicos, los ‘folcloristas’ fueron dejados de lado e incluso despreciados desde el punto de vista de su valor científico. En mi humilde opinión, esa sociología popular merece ser estudiada y reivindicada.
Tierra y gente
Debajo del título de la obra que nos ocupa encontramos una aclaración entre paréntesis que nos pone en tema: ‘Canciones, romances y coplas de la tierra entrerriana’. Como sucede habitualmente con la mayoría de las y los escritores entrerrianos, este libro tuvo su primera edición en 1943, y tuvo que esperar hasta 2020 para una segunda a cargo de Ediciones del Clé. En la dedicatoria dirigida a sus padres, Marcelino define a su libro como ‘un leal mensaje de simpatía entregado al pueblo’. Nada es accesorio en su escritura. Su primer poema ‘La vuelta’ evoca desde la capital entrerriana y el trabajo intelectual, su juventud campesina:
Me voy al campo ¡qué diablos!
a echarme trigo en el lomo:
la ciudad me achica el cielo
y me amarga el pan que como.
Alma campesina tengo:
quiero volver a los pagos
donde he corrido de chico
y de grande he trabajado.
Madre, déjeme marchar;
déjenme ir, compañeros,
que quiero limpiarme el alma
y acordarme de otros tiempos.
Compartimos un par de estrofas de ‘Coplas de andar queriendo’, donde se anticipa lo que será su posterior libro dedicado a los pájaros de nuestra tierra:
Como en el campo dormido
el chajá y el tero alertas,
mi alma siente pisadas
de tu amor y se despierta.
Van al amor de las flores
el picaflor y la abeja;
a ti van mis pensamientos
en busca de la querencia.
Conocedor de nuestros orígenes, Marcelino no pierde oportunidad para rastrear los orígenes del guaraní en nuestra lengua insular litoraleña. Así lo vemos en su poema Camachuí:
Corazón de miel sabrosa
lo mismo que el camachuí;
el amor me ha lanceteado:
no me dejará morir.
Camuatí o camachuí, según el diccionario folclórico guaranítico de López Breard, es el panal de la avispa kabichu’i que produce una miel de coloración oscura, muy sabrosa y nutritiva. Y si se me permite ir un poco más allá en la metáfora erótica, los senos en guaraní son denominados con el vocablo ‘kamá’. Dejando en claro que todo tiene un orden establecido por el poeta, la serie de temas guaraníes está agrupada en el libro. El dominio de Marcelino es tal que se permite jugar con las rimas y los significados al mismo tiempo. Así lo muestra en el poema que sigue, ‘Camambú’:
Su corazón encerrado
lo mismo que el camambú
está dormido y no atiende
ninguna solicitud.
(…)
Por ella anda y no por otra
mi corazón sin salud,
como friolento y perdido
pichón de ñacurutú.
Más allá de la forma de la planta camambú, el vocablo guaraní refiere a una burbuja o ampolla que el poeta quiere romper para llegar al corazón de su amada. Por su parte, el ñacurutú, según López Breard, es un lechuzón muy ligado a las creencias de la región. Se las define aves malagüeras, compañeras de las brujas que, cuando de noche pasan en vuelo chitando sobre los ranchos, anuncian desgracia.
Para cerrar esta aproximación al libro, otra constante es que sus ojos siempre están posados sobre el pueblo. Así lo deja en claro en ‘Mateando’.
Mateando y mateando;
venga lo que venga.
Ya me han de dar alce;
buscaré la vuelta.
Vida de los pobres,
¡tanto la golpean!
Mas la vida es linda,
¡quieran o no quieran!
Mateando y mateando
cansaré la yerba.
Vengan horas malas;
ya vendrán las buenas.
Comentarios finales
No es tema de esta nota, ni lo permite la extensión, hacer una crítica de la obra de Marcelino. Agregaremos al final los títulos de sus libros por si a alguien le picó la kabichu’í de la curiosidad. Como comentario final, queremos dejar sus propias palabras en torno al rol social de las y los artistas: “No es verdad que el poeta maneje únicamente palabras. Las palabras representan ideas. El poeta no es un simple ordenador de sonsonetes ni un funambulesco practicante de juegos imaginativos y retóricos. Cualquiera sea su organización mental, es también un hombre de pensamiento. Y el pensamiento, por su propia condición dinámica, es siempre militante”.
Obras de Marcelino Román (Recuadro)
Calle y cielo (1941); Tierra y gente (1943); Pájaros de nuestra tierra (1944); Coplas para los hijos de Martín Fierro (1949); Canciones del mar Caribe (1950); Tierra de amor (1950); Sentido y alcance de los estudios folclóricos (1951); América criolla (1953); Itinerario del payador (1957); La querencia y los caminos (1961); Comarca y Universo (1966); Reflexiones y notas sobre poesía y crítica (1966); Nuevas coplas para los hijos de Martín Fierro (1968).