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PROCESO DE ENVEJECIMIENTO: MENOPAUSIA
El proceso de envejecimiento humano comienza muy temprano en relación a la duración cronológica de la vida. Este proceso se hace evidente en la segunda o tercera década de la vida, y por supuesto en el Siglo XXI, nadie podría considerar a una persona de 30 años vieja.
El proceso de envejecimiento humano comienza muy temprano en relación a la duración cronológica de la vida. Este proceso se hace evidente en la segunda o tercera década de la vida, y por supuesto en el Siglo XXI, nadie podría considerar a una persona de 30 años vieja.
En el momento actual, los factores que han contribuido el estudio de la menopausia y su atención se deben principalmente a la disminución del índice de mortalidad y el aumento de los problemas de salud relacionados con el envejecimiento. Se calcula que en los países desarrollados más de 30% de las mujeres tienen una edad mayor de 50 años. En los Estados Unidos 35 millones se encuentran en la postmenopausia y un millón entran a este período cada año. Durante las etapas de la premenopausia (período que comprende de 3 a 7 años antes de la menopausia) y menopausia (última menstruación de la mujer), los ovarios van dejando de producir las hormonas estrógenos y progesterona y esto afecta a la mujer a nivel físico y psicológico. Como afectan al sistema nervioso central y a la eficacia de los neurotransmisores, llevan a una reducción de los niveles de serotonina, que es un neurotransmisor que influye directamente en nuestro estado de ánimo y en otros procesos importante del cuerpo como la regulación del sueño, del apetito, del deseo sexual, etc.
Alteraciones en el estado de ánimo y cambios de humor: este es el síntoma emocional más común de esta etapa, pues los cambios hormonales comentados pueden provocar cambios significativos y repentinos en el estado de ánimo de la mujer. Se puede pasar de la euforia a la tristeza y la ira sin razón aparente, así como estar más susceptible de lo habitual y enfadarse o molestarse con más facilidad. La irritabilidad: cuando los sentimientos están a flor de piel, se suele ser mucho más irritable, y durante la menopausia es posible que la mujer esté mucho más sensible y susceptible, que le moleste cualquier cosa que anteriormente no, que le ofenda cualquier cosa que le digan, que esté a la defensiva, etc.
Ansiedad: la reducción de los niveles de estrógeno y la consiguiente disminución de los neurotransmisores que regulan el estado de ánimo también pueden provocar ansiedad, un síntoma que puede agravarse o intensificarse, además, por los otros síntomas físicos que se padezcan, como los sofocos o los sudores, y la repercusión que estos supongan para la vida personal y social. Tristeza profunda o síntomas de depresión: se ha señalado que el descenso de estrógeno junto al padecimiento de los síntomas incómodos de esta etapa y el hecho de que la mujer esté asumiendo que está sobrepasando la etapa de la adultez, puede aumentar el riesgo de desarrollar depresión en la menopausia. Hay también dificultad de concentración: tanto el estrés y la ansiedad como el insomnio, los sofocos y otros síntomas de la menopausia la provocan. Problemas para conciliar el sueño: padecer de sudores y sofocos nocturnos puede afectar severamente a la calidad del sueño y hacer que sea muy difícil conciliar el sueño y descansar. Pérdida de deseo sexual: la reducción de estrógenos y los cambios que se producen en la zona íntima durante esta etapa provocan que la mujer tenga una menor libido. Pérdida de memoria: la disminución de estrógenos también afecta al funcionamiento normal del cerebro y se han observado más lapsos de memoria a corto plazo, aunque no de gravedad, en mujeres que están en la premenopausia y menopausia. En general, se vive traumáticamente este proceso y provoca problemas de autoestima, con gran irritabilidad que se refiere como enojo, tensión, intolerancia, pérdida del control. La relación hormonal con la serotonina hace que en el periodo menopaúsico aumente la vulnerabilidad a periodos depresivos. es importante destacar la "anticipación a los síntomas", que hacen que la mujer este predispuesta a pasarlo mal…suelen ser pensamientos o cogniciones negativas erróneas sobre uno mismo y sobre el futuro, estas ideas negativas condicionan la visión negativa del futuro, originando problemas emocionales y de conducta. Cuando llega el momento las mujeres afirman que se esperaban que la menopausia fuera a ser mucho peor de lo que en realidad ha sido. Muchas perturbaciones se originan debido a que dicha etapa implica un duelo, ¿de qué duelo se trata? Primordialmente, de un duelo por la fertilidad, pero eso es solo una parte. El equivalente a la pérdida de la persona amada que Freud describe como desencadenante del duelo es, en este caso, una parte propia o pequeñas partes de uno mismo. Muchas veces, esas partes de uno mismo fueron objeto de orgullo o de aprobación social. Se trata de un cuadro complejo, atravesado por una idealización del cuerpo joven, que dificulta aún más el proceso. Hay un modelo social que exige mantener el ideal del cuerpo joven y no ayuda a poder aceptar el envejecimiento y disfrutar de la sabiduría que dan los años. La dificultad en la tramitación del duelo se expresa de diferentes maneras: desde un descenso del humor que termina siendo triste; una inhibición que se manifiesta por un enlentecimiento que reduce el campo de los intereses, repliega al sujeto sobre sí mismo y lo empuja a rehuir de sus relaciones con los otros; sumado a un dolor moral que se expresa por una autodesvalorización; hasta desmentidas que tratan de no ver la revolución física y psíquica en curso y tienden a situaciones compulsivas de rejuvenecimiento.
Helene Deutsch fue la primera en enfocar psicoanalíticamente el problema del climaterio, planteando que la crisis psicológica que lo acompaña es inevitable. Según Deutsch, sus características e intensidad están determinadas por la estructura psicológica de cada mujer, por sus conflictos infantiles, por todo lo que supo lograr o en los fracasos durante su época de madurez. Una menopausia libre de conflictos debe considerarse, en nuestro medio, excepcional. Debemos replantear el lugar que tiene, en lo social, una mujer madura: no es lo mismo una sociedad que valoriza de manera primordial sus atractivos eróticos, que una que considera que el envejecer le ofrece a la mujer nuevas posibilidades basadas en una mayor experiencia y comprensión. Las mujeres, sorprendidas por las modificaciones psicosomáticas, reaccionarán de acuerdo a su psicopatología previa, su historia, su experiencia y su filosofía de vida. La necesidad de enfrentarse a pérdidas actuales, la fertilidad, la juventud, el crecimiento y partida de los hijos, se monta sobre la reactivación de duelos anteriores, reabriendo viejas cicatrices.
El sentimiento de soledad invade y reactiva la sensación de desamparo. Los cuadros depresivos dan cuenta del arduo trabajo que requiere tener una nueva imagen de sí. La amenaza de la decadencia y la abulia pueden desencadenar un desinterés, trayendo aparejadas, por ejemplo, la pérdida del amor al trabajo y la renuncia a la sexualidad. En Occidente hay mandatos que ordenan mantener la juventud y la belleza, el envejecimiento es señal de decadencia y objeto de exclusión. Los mensajes, tanto conscientes como inconscientes, son amenazadores para nuestro narcisismo que está preso de las redes del éxito y del consumo, llevando a la negación de la muerte.
Considero que el trabajo y la elaboración para rearmarnos son una oportunidad para restablecer lazos perdidos, abrir nuevos caminos o desafíos que quedaron pendientes a lo largo de la vida. Se puede adquirir una experiencia de esta etapa, enriquecida por la acción con otros pares, posibilitando actualizar la imagen corporal y la representación que se tiene de una misma, elaborando exigencias y desvalorizaciones.