Raúl Rauch
Hace poco tiempo, nuestro entrañable amigo Raúl Rauch celebró sus noventa años en las instalaciones del Club Social, rodeado de su familia y afectos más íntimos.
Y así como en aquella oportunidad pude expresarle en palabras en vivo los sentimientos de cariño y reconocimiento hacia su persona, tanto en el mío propio, como de quienes lo rodeaban en esos momentos, hoy me toca hacerlo en nombre del Club Social para despedirlo rindiéndole con ello un homenaje a su personalidad intachable. Supo construir con responsabilidad y trabajo una familia que es espejo de su bonhomía y honestidad, la misma que le permitió contar con el reconocimiento de un sinnúmero de amigos.
Desde temprana edad se destacó por su colaboración con la farmacia La Estrella administrada por sus padres, para luego de un ciclo en Buenos Aires que comprendió su primera juventud, pero siempre trabajando con honradez y eficiencia, dispuso de su radicación definitiva en esta ciudad y en la cual fundó su hogar familiar que lo acompañó incondicionalmente hasta su final y, al mismo tiempo, destacarse en su actividad comercial de productor de seguros de la Compañía Hermes y actualmente de la Compañía Victoria.
Su austeridad no le impidió para nada la sociabilidad en los más diversos sectores. Así, en plena juventud, abrazó los colores de aquel histórico Club Estudiantes, como más tarde haría lo propio con el Club Social que hoy le rinde homenaje a su trayectoria, institución a la que acompañó y presidió allá por 1980-84 inaugurando, entre otras iniciativas que recuerdo, los almuerzos criollos festejando la fecha aniversario de su fundación, dando así la posibilidad de la concurrencia de toda la familia del socio.
También acompañó al Club Social cuando se hizo necesario revalidar su condición de institución social, apolítica y plural, sin ningún tipo de tendencia discriminatoria ideológica, religiosa o racista.
Siempre acompañando fue el digno sucesor entonces de la épica restauradora de edificio bajo la gestión de Arturo Berisso y su señora esposa, dando a su vez apoyo a lo que fuera la restauración del cuadro La Gitanilla de Cesáreo B. de Quirós, y para lo cual contó con el aporte de nuestro siempre recordado Roberto González (KCHT) y la contratación de un seguro aportado por Rauch para hacer posible su traslado a Buenos Aires. En todo siempre estuvo acompañado por su esposa y sus dos hijos, enriquecido por sus nietos y nueras.
Sin poner nunca palos en la rueda, transcurrió la vida de este amigo entrañable quien, sin duda, deja un vacío que será muy difícil de cubrir porque estuvo presente en todas las iniciativa que cultural y socialmente fueron vitales para Gualeguay, como la construcción del edificio de la Escuela de Comercio, como también Bomberos Voluntarios, y sin dejar de destacar su militancia democrática y republicana como ciudadano de la Nación.
Por todas estas razones expresadas precedentemente, es que el Club Social, su Comisión Directiva y asociados, lo despiden con todos los honores de reconocimiento y agradecimiento.
Descansa en paz, amigo, hiciste muchos méritos para ello.
Dr. Darío Crespo