Iglesia
Será beatificado el cardenal argentino Eduardo Pironio
El Papa Francisco aprobó el pasado miércoles 8 de noviembre, el decreto de la Congregación para las Causa de los Santos que reconoce el milagro atribuido al venerable cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio, nacido en 1920, en la localidad bonaerense de 9 de Julio y fallecido en Roma, en 1998.
Según informaron fuentes del Vaticano, la ceremonia de beatificación se hará en Luján antes de fin de año. La Santa Sede reconoció la intercesión de Pironio en la curación sin explicación científica de Juan Manuel Franco, un bebé que en 2006 tenía 15 meses cuando salió de un cuadro de coma profundo, luego de que sus padres le rezaran al futuro beato para que intercediera por él. Un poco de historia: Así recordaba el cardenal el origen de su existencia: “Si tuviera que hablar de mi vida, comenzaría con mi familia y, en particular, con mi madre, que fue una mujer sencilla, pero de fe profunda. Yo soy el vigésimo segundo hijo, el último nacido, y tengo que reconocer que en esta historia hay algo de milagroso. Mis padres eran italianos. Cuando nació el primer hijo, mi madre tan sólo tenía 18 años y se enfermó gravemente. Durante seis meses estuvo en cama, sin poder moverse. Cuando se recuperó los médicos le dijeron que no podría tener más hijos pues, de lo contrario, su vida correría un grave riesgo. Al no saber qué hacer, mi madre fue a consultar al obispo auxiliar de La Plata, quien la tranquilizó y celebró una misa pidiendo protección. Más tarde dio a luz a 21 hijos, yo soy el último. Pero lo mejor no acaba aquí, pues después fui nombrado obispo auxiliar de La Plata, precisamente en el cargo de aquél que había bendecido a mi madre. El día de mi ordenación episcopal el arzobispo me regaló la cruz pectoral de aquel obispo, sin saber la historia que había detrás”.
Pironio fue obispo de Mar del Plata en la década del `70 y muy vinculado al consejo episcopal latinoamericano (CELAM). Su prédica comprometida con la opción preferencial por los pobres, en línea con lo proclamado por la Iglesia latinoamericana, le valió ser tildado por algunos de comunista. San Pablo VI lo llevó como colaborador cercano a Roma y san Juan Pablo II lo designó presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, desde el que promovió las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Repito lo que escribí en esta misma columna la semana pasada: En nuestro tiempo se habla mucho de la corrupción y de los corruptos: y está bien que así sea. Pero por eso mismo es hora que propongamos con más entusiasmo la imagen de nuestros queridos santos que dieron-junto con los héroes, los estadistas, los pensadores- identidad a nuestras queridas y sufridas “provincias unidas del sur” como decimos con emoción cuando cantamos el himno. Y hoy agrego: mostremos a las jóvenes generaciones los ejemplos de estos dignos hermanos que siendo fieles a su vocación trabajaron la evangelización y la dignificación de nuestra gente. ¡Que nuestros jóvenes no se vayan del país y que descubran que vale la pena construir y reconstruir como lo hizo el cardenal Eduardo!