Razón Crítica
Algo está fallando
El último informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) denominado “Deudas sociales en la Argentina urbana 2010-2022” exhibió lo que ocurrió en el tercer trimestre de 2022 y estableció que en un año la pobreza pasó de 42,4% a 43,1%.
La indigencia, por su parte, fue de 9% a 8,1%. Con estos números, como indica el periodista de Ámbito Diego González, hay que tener en cuenta dos cuestiones: por una parte, la pobreza se mantuvo casi igual ya que “estadísticamente no es relevante el medio punto que creció la pobreza en 2022”, estima el titular del ODSA, Salvia, y por otro lugar, la indigencia sí marcó un descenso, pero se le atribuye al aumento de los planes sociales.
Asimismo, hay otros dos asuntos a los cuales prestarles atención. En primer término, si bien no hubo diferencias significativas con respecto al informe anterior, los números siguen siendo sumamente preocupantes. En segunda instancia pero no menos importante, están las palabras de Salvia: “Estamos ante la tercera generación de pobres en el país”.
Todo este este sumamente complejo suma una arista aún más difícil: la pobreza en niños y niñas. En septiembre el INDEC informó que la pobreza infantil afectó a 50,9% en el primer semestre del 2022. Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que hizo el Instituto Nacional de Estadística y Censos en 31 aglomerados urbanos de todo el país con una población de 29,2 millones de personas, la pobreza afectó en la proyección al total país de 47,3 millones habitantes -según el Censo 2022 del INDEC- a 5,54 millones de niños menores de 14 años, de los cuales 1,38 millones son indigentes (Fuente: Daniel Sticco para Infobae).
Como marca la ONG española, Ayuda En Acción, una realidad de la pobreza en Latinoamérica es que afecta a los derechos fundamentales de las personas. Entre las consecuencias directas de la pobreza ya hemos señalado el hambre y la desnutrición, pero existen otras muchas manifestaciones. La pobreza hace casi imposible, además, que muchas personas accedan a servicios básicos como la educación, una vivienda digna o al agua potable, entre otras.
¿Es posible que un país progrese con los números de pobreza e indigencia citados en los primeros párrafos de este artículo? La realidad indica que si las personas no pueden cumplimentar sus necesidades básicas, no hay manera de resolver ningún tipo de cuestión de fondo.
Si a este caldo de cultivo para el estacionamiento de cualquier país se le suma el hecho de que muchos de esos pobres a indigentes son niños y niñas, el futuro de cualquier nación está destinado al fracaso.
Muchas veces en Argentina, pareciera ser que las contingencias sociales más importantes son las que se resuelven en Comodoro Py. A su vez, pareciera ser que las cuestiones más importantes para el porvenir del país se resuelven antes en los juzgados federales que en el Congreso.
El fracaso de los administradores del Estado está a la vista, los datos son irrefutables en este caso. Éstos son las tristes ilustraciones de muchos políticos que no hacen honor a esta actividad como herramienta fundamental para transformar y mejorar la realidad de las personas.
Las cúpulas estatales no deberían ser para oportunistas de turno, sin importar procedencia partidaria. Los instrumentos que brinda el mencionado Estado son para la acción y colaboración colectiva de una sociedad. Ese es el punto más importante a comprender: la política es la forma fundamental para el equilibrio social. Cuando casi la mitad de la población es pobre, algo está fallando.
Julián Lazo Stegeman