Opinión
La política de la miseria
El costo de la canasta básica alimentaria (CBA) subió 4,6% en mayo, por lo que un grupo familiar compuesto por dos adultos y dos menores necesitó percibir ingresos por $ 44.498,60 para no caer en la indigencia, informó este martes el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Por su parte, el costo de la canasta básica total (CBT), que además de alimentos reúne indumentaria y transporte, también subió 4,6 % en mayo, por lo cual el mismo grupo familiar necesitó contar con ingresos por $ 98.676,85 para no caer debajo de la línea de la pobreza. De esta forma, en los primeros cinco meses del año la canasta total acumuló un aumentó 30,9%, mientras que la canasta alimentaria subió 35%, frente a una la inflación general de 29,3% en el mismo período. En tanto, en los últimos doce meses, el costo de la CBA avanzó 62,3% y la CBT 54,7% (Fuente: Agencia Télam).
La política es colectiva y se efectúa desde las bases. Cuando los números marcan que a cada argentino le resulta más caro comer, hay algo en la estructura política nacional que está fallando gravemente. Nuestros funcionarios no pueden omitir esta situación. Es tiempo de que pausen sus internas a cielo abierto y cambien el curso económico del país.
La política es una herramienta fundamental para transformar la realidad de las personas. Cuando este postulado se quiebra, esta actividad pasa a ser simplona, individualista y marcada por objetivos particulares para los cuales el resto de la sociedad queda anulada. La política no es una lucha de egos entre administradores estatales.
El encarecimiento de la canasta básica asegura más pobreza y miseria. Es imposible pensar en el crecimiento nacional si no se puede asegurar que los argentinos puedan acceder sin obstáculos económicos a los alimentos. La realidad es que si no se puede lograr algo tan básico como lo mencionado anteriormente, cualquier esfuerzo por el desarrollo es inviable.
Sin lugar a dudas, estos números exponen que la política está rota como tal. El Estado está cometiendo un sinfín de errores y sus administradores están en sus propios asuntos. De esta forma, es imposible imaginar una estructura nacional que promueva el bienestar de sus ciudadanos.
En fin, la política no debería ser la administración de miseria. Por el contrario, su principal característica pasa por otro lado, por el hecho de cambiar la realidad de los individuos. Cuando esto no se palpa en el cotidiano y en la calle, las fallas son muchas.
Julián Lazo Stegeman