Razón crítica
La responsabilidad de ir a votar
En las vísperas de todo acto electoral, siempre es oportuno repasar las responsabilidades que nos caben como ciudadanos. En este sentido, es pertinente recordar y reiterar continuamente la importancia del voto y la acción de ejercer este derecho.
El régimen republicano es, entre otras cosas, una relación colectiva. Por consiguiente, como toda relación, debe ser construida día a día. El hecho de ir a votar en cada proceso electoral es una acción que configura positivamente no sólo la república en la cual vivimos, sino que además posibilita la estructura política y social para el estilo de vida en el cual nos desarrollamos como sociedad: la democracia.
Sin voto, la ciudadanía no tiene voz. Es decir, entonces, que este mecanismo es la herramienta principal para que la sociedad civil se haga oír. En este sentido, no se puede omitir tampoco que cada voto es la participación individual de cada individuo en la construcción colectiva del régimen político en el cual experimentan sus respectivos cotidianos. Allí también reside en la importancia del voto, en la elección de qué día a día queremos como sociedad.
El CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) plantea una cuestión problemática a la hora del ejercicio electoral que se establece en todo el mundo: “Votar es la forma de participación más elemental en las democracias y, por lo tanto, su fuente de legitimación. A través de las elecciones, la ciudadanía elige a sus representantes para cargos públicos y también expresa sus intereses y demandas para que puedan ser traducidas en políticas públicas. Por eso, su importancia es evidente e innegable. Sin embargo, en contextos de desafección y baja confianza en las instituciones como el actual, se vuelve particularmente relevante cuidar los niveles de participación. En muchas democracias del mundo la participación electoral declina elección tras elección. Entre las explicaciones más comunes a este fenómeno se encuentra el hecho de que cada vez menos personas están dispuestas a encarar la logística que implica votar. Esto involucra no sólo cuestiones relativas a identificar y trasladarse hacia el centro de votación, sino sobre todo una serie de costos cognitivos asociados a ejercer un voto informado tales como la información sobre la oferta electoral, las reglas electorales y las categorías en juego, entre otras”. Frente a esta cuestión, el sistema político en su totalidad tiene mucho por hacer. Entre ello (además de lo citado en el párrafo anterior), brindar plataformas programáticas claras que inciten al debate público y no le den espacio a los discursos vacíos y agraviantes. El diálogo político en el contexto de un proceso electoral debe ser transparente, claro, lúcido y accesible para todos los votantes. Los temas que se deben enmarcar allí tendrían que estar ligados a las problemáticas nacionales colectivas y no a dirimir cuestiones personales de los candidatos en cuestión. En esta línea, vuelven a tomar importancia las plataformas programáticas que establezcan discusiones sobre planes concretos sobre el desarrollo del país.
La importancia del voto no sólo está en lo planteado más arriba, además responde a la necesidad de continuar cimentando el régimen republicano en el cual vivimos. Para esta tarea, a su vez, es clave que el sistema político brinde reglas claras sobre qué, cómo y dónde debatir los planes de desarrollo de la Argentina en términos colectivos.
Julián Lazo Stegeman