La violencia como matriz ideológica fundamental
La ideología no es sólo política. Es decir, no es un recorte partidario de cómo se debe dirigir o influir al Estado, por ende, el área de lo ideológico no se reduce únicamente al radicalismo, el peronismo, el liberalismo, el socialismo, etc. La ideología, entonces, es mucho más que lo comentado anteriormente. Esta es una forma de estructurarnos como individuos, de cómo nos observamos y nos relacionamos con el otro, de cómo entendemos nuestro entorno y la vida en general. Fundamentalmente, la ideología es la cosmovisión que tenemos del mundo, sus cosas y su realidad.
En este contexto, existen elementos que se sitúan como puntos de anclaje en donde la ideología predominante se forma, se configura, se reproduce y se propaga. Lamentablemente, desde los inicios de la humanidad, cuando el ser humano sobrepasa el carácter estrictamente natural que pertenecía a los primeros homínidos y se abre paso hacia la cultura, la violencia se erigió como el punto de anclaje dominante en la construcción de las realidades humanas. Desde los micromachismos del día a día hasta las grandes guerras mundiales, la mencionada violencia se fue convirtiendo en el eje predominante que siempre estuvo y, aún hoy, siempre está. Si no se comprende que la violencia no es patrimonio exclusivo de una sola clase social y que, por el contrario, es una matriz que atraviesa transversalmente a toda la sociedad, es imposible combatirla. Es sumamente importante entender que esta forma parte de la ideología con un carácter dominante. Es decir, que la violencia se ha inmiscuido en nuestra cosmovisión del mundo y su realidad. Por esta razón es tan difícil erradicarla. Sin lugar a dudas, si bien la violencia como ideología siempre está presente en todos los sectores de la sociedad, la manera en que es representada, entendida o, inclusive, utilizada como instrumento de interacción, depende de las clases sociales en las cuales se manifieste debido a las diversas maneras de sociabilización que existen en ellas. Por esto, cuando observamos a un ladrón de clase baja que mata y roba o a un grupo de clase alta que mata por diversión, debemos reflexionar y actuar sobre los códigos particulares de cada clase, sin olvidar que la violencia atraviesa a las dos ya que es una matriz ideológica dominante. De esta manera, posibilitaremos dos cuestiones: la primera, combatir la violencia desde sus particularidades, la segunda, no estigmatizar a ningún grupo humano ya que la estigmatización se funda en la ignorancia y desde esta no se puede luchar contra nada. Abundan las certezas acerca de que es necesario, un debate social que aglutine a todos los segmentos de la sociedad civil para ver cuáles valores queremos como ciudadanos. Este debe ser un gran diálogo social, amplio, democrático e inclusivo. Asimismo, sería pertinente que a partir de este mencionado debate, la participación ciudadana junto al Estado comiencen a pensar formas de erradicar la violencia como matriz ideológica mediante la aplicación de políticas públicas que den lucha en el terreno de la cultura para discutir, reorganizar y también eliminar aquellos valores que rompen con el tejido social. En fin, si queremos una sociedad más republicana, se debe comenzar a realizar un replanteo, que nos incluya a todos, para terminar con un flagelo que vivimos día a día: la violencia.Julián Lazo Stegeman
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