. La responsabilidad es un factor de vasta importancia en la toma de conciencia de todos y cada uno de los ciudadanos, desde la parte en la que nos toque actuar, ya sea como gobernados o gobernantes. Dicha responsabilidad tiene dos caras: una intersubjetiva o personal, que es la obligación del representante frente a sus electores y gobernados por sus actos como tal; y otra funcional, en cuanto se supone que quien acepta postularse como representante está en condiciones de ofrecer un adecuado nivel de prestación, en términos de eficiencia y capacidad; es decir, una conducta responsable, confiada en último término a su ciencia y conciencia; conocimiento y responsabilidad siempre van de la mano. Para la ciudadanía no están claras las consecuencias de que a alguna figura pública se le impute tenerla. Para los funcionarios que son elegidos mediante votaciones populares -trátese de cualquier nivel- la responsabilidad política de sus actuaciones se refleja, eventualmente, en su mayor o menor probabilidad de resultar aprobados, pero por desgracia no siempre sucede y además puede estar demasiado alejado en el tiempo de los hechos por los cuales son evaluados políticamente. Para los funcionarios no elegidos por votación, esta responsabilidad es aún más difusa, pues ellos pueden, sin más, ignorar hechos que pudieran atribuírseles y continuar en sus cargos si sus superiores así lo estiman, lo que ocurre con gran facilidad y frecuencia, por simple solidaridad partidista o en algunos casos, por marcado contubernio de intereses (Fuente: Ricardo Velázquez para el diario Milenio de México). Todo desastre natural es consecuencia, obviamente, de circunstancias medioambientales propias de la naturaleza que escapan al accionar del ser humano. No obstante, por otro lado, las prácticas del hombre siempre, sin excepción, contribuyen a que estos tipos de tragedias se produzcan. En este sentido, los sujetos suelen tener grandes responsabilidades de lo que sucede en el planeta. Lo que viene aconteciendo en Brasil desde hace más de dos semanas, con los incendios forestales en el Amazonas, es un hecho que exhibe claramente cómo las manos de los individuos, amparados fundamentalmente en los sujetos que se encuentran en el poder, son capaces de destruir todo su entorno ambiental en pos de meros beneficios económicos, sin considerar las consecuencias extremadamente graves que estas acciones pueden desencadenar de aquí al futuro en muchas comunidades y territorios. La triste situación que se está dando en el país vecino consta de responsabilidades políticas y empresariales.El Amazonas es el bosque tropical más grande del planeta (abarca siete millones de kilómetros cuadrados y comprende nueve países) y cuenta con unos 400 mil millones de árboles de los tamaños y tipos más variados. El "pulmón del mundo" está prendido fuego y la mala noticia es que el gobierno de Brasil intensifica su asfixia al ignorar las problemáticas ambientales. Bolsonaro redujo en un 95% el presupuesto de acciones destinadas a combatir el cambio climático y, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués), ya son 73 mil los focos de quema registrados en lo que va de 2019. Literalmente, el Amazonas arde y la deforestación amenaza con ser la peor de la historia. ¿Por qué? Desde comienzos de su gestión, los grandes terratenientes cuentan con el visto bueno del mandatario para quemar regiones boscosas y barrer con la biodiversidad presente. Cinco estados han experimentado un incremento notable en sus incendios: Mato Grosso del Sur (260%), Rondonia (198%), Para (188%), Acre (176%) y Río de Janeiro (176%). En estos momentos, el corredor se extiende por varias regiones del país (Medio Oeste, Sudeste y Sur) que declararon su situación de emergencia por alerta ambiental y avanza a ritmo sostenido sobre Argentina, Uruguay, Perú y Bolivia (Fuente: Página 12). Así como al Presidente brasilero y a sus políticas les caben una enorme responsabilidad por lo que está sucediendo en este enorme bosque tropical, en Argentina también tenemos y tuvimos gobernantes culpables, por acción u omisión, de diversas circunstancias que ocurren en nuestro país y amenazan constantemente el medioambiente nacional:1. Explotación de la fauna pesquera. La depredación de peces y recursos ictícolas entrerrianos no sólo continúa sin ningún castigo en el Río Uruguay, sino que desde Dirección General de Fiscalización Agroalimentaria (DGFA), el organismo responsable de controlar e impedir que esto suceda, pareciera que poco y nada les importa el asunto. Algunos empresarios apuntan a que habría una complicidad entre los frigoríficos de otras provincias y el órgano de control dirigido por Félix Esquivel, ente que a su vez depende de la Secretaría de Producción, a cargo de Álvaro Gabas. Otros, en cambio, opinan que simplemente todo esto es producto de la desidia y la inoperancia de los que están al frente de esta gestión (Fuente: Amílcar Nanni para El Día de Gualeguaychú).2. Tala ilegal. Camiones cargados con troncos de quebrachos blancos y colorados atraviesan a todas horas la carretera de tierra que une San José de Boquerón y Monte Quemado, en el norte de Argentina. Cerca del 40% procede de la tala ilegal. Santiago del Estero es la provincia argentina con más bosques, 7,7 millones de hectáreas, la mitad de su territorio. Pero están amenazados por la tala clandestina y el desmonte para uso agrícola y ganadero. Cada año esta región pierde más de 20.000 hectáreas forestales (una superficie equivalente a diez ciudades de Buenos Aires) pese a que una ley argentina obliga a proteger los bosques desde 2007 (Fuente: diario El País de España).3. Inundaciones. En las inundaciones se conjugan causas naturales y humanas. Entre los factores naturales se encuentran los geográficos y los meteorológicos. El aumento de las precipitaciones es otro factor natural que hace que se saturen los reservorios del subsuelo y se eleven así las napas, provocando mayores inundaciones. Por otro lado, la menor altura de la ribera derecha de los ríos Paraná y Paraguay, permite el desborde de las aguas hacia las provincias de Formosa, Chaco y Santa Fe. La Sudestada, con sus fuertes vientos, impide el desagüe de los ríos Paraná y Uruguay provocando inundaciones en la zona del Delta. Entre las causas por acción humana, las inundaciones se producen cuando se intervienen en los sistemas naturales sin conocer las características del sistema y sin evaluar lasconsecuencias. Por ejemplo, eso sucede ante el crecimiento descontrolado de las ciudades, ante el insuficiente y escaso mantenimiento del sistema de desagüe pluvial, el relleno y ocupación de franjas costeras que dificultan aún más el drenaje, así como con el desmonte y la sojización, entre otros (Fuente: www.argentina.gob.ar).Las responsabilidades políticas en los desastres naturales no pueden ser soslayadas en ningún análisis. Si bien existen circunstancias ambientales que escapan a las prácticas del ser humano, desde la ciudadanía debemos exigir que las cúpulas del poder político y empresarial respeten los derechos medioambientales de las diversas comunidades y que, las acciones que sí dependen de los individuos, sean controladas y reguladas eficientemente.Julián Lazo Stegeman