Razón crítica
Siempre lo mismo
Si hay que seleccionar las tras dificultades macroeconómicas más importantes del país, existe, más o menos, un consenso a propósito de éstas: endeudamiento externo, crecimiento per cápita negativo desde hace más de una década e inflación alta y descontrolada. Con respecto a todas ellas, muchas son las cuestiones que se pueden expresar. De todas maneras, hay algo sobre lo que se debe puntualizar: la falta de gestión política.
Vale tomar como ejemplo, dado el último dato difundido esta semana, el índice inflacionario. El IPC de Argentina ha vuelto a situarse en abril por encima de los tres dígitos, alcanzando el 108,8% interanual, lo que supone un incremento de más de cuatro puntos respecto al dato de marzo, según ha divulgado este viernes el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Por su parte, la inflación mensual ha escalado hasta el 8,4%, siete décimas más que en marzo. A su vez, solo en los primeros cuatro meses del año, la inflación acumulada es del 32% (Fuente: Diario La Nación).
El régimen político argentino tiene una gran dificultad a la hora de brindar repuestas a las contingencias sociales, ésta es la idea de creer en personalismos salvadores por encima de planes integrales que funcionen como ejes vectores de una determinada gestión. El caso del IPC es paradigmático. A medida que la inflación aumentaba, el Frente de Todos sustituyó al Ministro de Economía de ese entonces, Martín Guzmán, por el otrora opositor Sergio Massa. Es más, en la figura de éste aglutinó o intentó juntar toda la legitimidad que había perdido (y aún hoy continúa perdiendo) el Presidente Alberto Fernández. La llegada de Massa a Economía en un rol de “superministro” no traía aparejada un plan sistematizado para controlar la inflación. Por el contrario, éste no existía y todo apuntaba a que la figura del tigrense, por sí misma y sus supuestos contactos, lograría consensuar con el mercado y sus agentes, lo cual permitiría contener el espiral inflacionario. Nada de esto sucedió. Desde que él arribó al poder, el IPC continuó con un vertiginoso ascenso.
Un grave error económico del arco político nacional en general es sostener medidas o acciones que no se sustentan en incentivos. Si tomamos como parámetro a la hora de ejemplificar este punto a la actividad política reciente, podemos ir desde el 2015 al año actual y notar varios elementos de este tipo. Desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia que iba a traer una “lluvia de inversiones”, que finalmente no ocurrió hasta lo que se está comentando en la columna de hoy, el “consenso” Massista para frenar la inflación. Ambas cuestiones tienen en común el hecho de pensar en que los personalismos traen consigo soluciones, cuando en general ésta no es la regla. Para que las cosas ocurran hay que brindar incentivos económicos y políticos, no alcanza con un nombre o un apellido para convencer al mercado. Asimismo, estos incentivos tienen que estar involucrados dentro de un plan integral de mediano y largo plazo. Esto es lo que sustenta cualquier acción o medida que se pueda tomar para administrar la cosa pública.
En estos constantes tropiezos, la política nacional demuestra una constante falta de entendimiento de esta práctica. La praxis política implica gestionar recursos humanos y materiales para transformar y mejorar la realidad de las personas. Esto nunca va a suceder si se privilegian o se sobrestiman las personalidades por sobre lo material.
En definitiva, siempre es lo mismo. La clase política nacional continúa demostrando y argumentando a favor de la frase que dice que “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”.
Julián Lazo Stegeman