Salud y Bienestar
La importancia del control de la próstata
A partir de los 40 años, la próstata comienza un crecimiento que en la mayoría de los casos es de naturaleza benigna y que conocemos como adenoma de la próstata. Alrededor del 10 % este crecimiento puede ser maligno (cáncer).
¿Qué es la próstata?
La próstata es una glándula de secreción interna que anatómicamente se encuentra ubicada debajo de la vejiga y rodeando a la uretra (conducto a través del cual pasa la orina del interior de la vejiga al exterior). Una de las funciones más importantes de esta glándula exclusiva del varón es aportar nutrientes para la maduración de los espermatozoides.
¿Qué ocasiona el agrandamiento de la próstata?
El crecimiento prostático sea este benigno o maligno puede ocasionar síntomas conocidos actualmente como LUTS (Lower Tract Urynary Simptoms) o síntomas del tracto urinario inferior. Estos pueden ser de intensidad variable (leves, moderado o severos) y expresados como síntomas vesicales, irritativos o del llenado de la vejiga y síntomas uretrales, obstructivos o del vaciado vesical.
Las personas que tienen síntomas del tracto urinario inferior manifiestan:
- Orinar con mayor frecuencia.
- Levantarse durante la noche para orinar.
- Deseos imperiosos por orinar que muchas veces ocasiona perdida involuntaria de orina.
- Demora en iniciar la micción.
- Chorro débil y/o entrecortado.
- Sensación de vaciado incompleto de la vejiga.
- Goteo post miccional.
¿Cuándo y cómo debe evaluarse la próstata?
Se recomienda iniciar una evaluación prostática a partir de los 50 años o a partir de los 40 años en caso de existencia de antecedentes familiares directos de cáncer prostático.
Cuando realizamos la evaluación prostática tenemos en cuenta 2 aspectos:
- El tipo de crecimiento de la glándula (benigno o maligno).
- La alteración en la calidad de la micción (obstrucción urinaria) que genera LUTS.
La evaluación del crecimiento prostático se efectúa con un tacto rectal, que permite evaluar el tamaño, la sensibilidad, la presencia de nódulos y fundamentalmente la consistencia y por la determinación de un marcador presente en la sangre llamado antígeno prostático específico (APE o PSA en ingles). De acuerdo a los resultados del tacto rectal y el valor del PSA se sugerirá control o una biopsia prostática.
Para evaluar la alteración en la calidad de la micción se utilizan:
- Cuestionarios de autorrespuesta como el índice de score prostático de síntomas (IPPS en inglés) (agregar link que lleve al cuestionario).
- Flujometría urinaria, método que consiste en la emisión de orina en el interior de un recipiente conectado a un equipo que arroja un registro o curva de micción que puede inferir la posibilidad de una micción anormal.
- Ecografía renal y vesicoprostática abdominal para evaluar la anatomía del árbol urinario superior e inferior, el volumen prostático, la presencia de cálculos, quistes, tumores y de residuo posmiccional.
¿Cuáles pueden ser los resultados de una evaluación prostática?
Frente al diagnóstico de un crecimiento prostático benigno (adenoma de próstata) surgirá la indicación de control periódico anual, de un tratamiento médico o de una cirugía de la próstata (extirpación del adenoma de la próstata).
Es importante aclarar que la extirpación del adenoma de la próstata no evita el desarrollo de un cáncer prostático, por lo que todo paciente operado de adenoma de la próstata deberá continuar con sus controles periódicos.
Si la evaluación arroja la presencia de un cáncer de próstata surgirá la necesidad de determinar si el proceso está localizado a la glándula o ya excedió sus límites para realizar un tratamiento que podrá ser quirúrgico, con rayos o con medicación que bloquea el efecto de las hormonas masculinas.
¿Cuáles son los riesgos de no hacer una evaluación prostática?
Los riesgos son no detectar precozmente un cáncer de la glándula lo cual disminuye las posibilidades de tratamiento radical.
Cuando la próstata esta agrandada y sin tratamiento, los riesgos por la obstrucción puede generar complicaciones como infecciones urinarias a repetición, sangrado, piedras en la vejiga, retención urinaria, deterioro de la función de la vejiga, la dilatación de los riñones y en casos más severos la insuficiencia renal.