Dr. Bernardo “Cacho” Gandini
“Donde se come pan, migas quedan…” La soledad en el siglo XXI 7ª Entrega
No es lo mismo sentirse solos que estar a solas, según la psicoanalista Marie-France
Hirigoyen, cuyos libros ayudan a describir cómo nos sentimos en esta época; nadie escapa a la soledad, las chances de contacto son cada vez más grandes, pero las personas se sienten solas. En las redes sociales hablamos de amigos para referirnos a personas que nunca vimos, pero hacen compañía y si no asumimos este cambio, corremos el riesgo de caer en actitud nostálgica. Sin embargo, el pasado no fue mejor, la vinculación obligatoria producía sufrimiento. La soledad es un sentimiento que puede ocurrir ante otras personas, rodeado de otros; estar a solas es una capacidad, la de estar con uno mismo sin sentirse amenazado por tensiones internas. Estar solo es un problema desde la infancia. Para muchos niños es un trabajo de la niñez, les cuesta dejar de dormir con los padres, no pueden jugar o ir solos al baño, todo el tiempo le hablan a otro, sin que importe si los escuchan. Quizás en esta experiencia de la infancia esté la raíz del placer en usar las redes sociales.
El niño descubre su interioridad y se da cuenta de que los otros no saben qué es lo que él piensa; comienza a guardar secretos o cosas que no quiere decir.
Si la crianza no fue adecuada, el niño tendrá una personalidad dependiente y, con los años, tenderá a buscar el contacto con otros solamente con el fin de no estar solo. Será capaz de resignar sus ideas, por pertenecer a un grupo. Perderá capacidad crítica para no sentirse aislado. Se volverá conformista, sin pensamiento propio y tenderá principalmente a dejarse guiar adaptativamente.
También puede ocurrir lo contrario; que, si en la crianza no se resolvió su autonomía, se convierta en alguien atemorizado por los vínculos, que tienda al repliegue y la desconfianza en el trato con los otros. Hoy en día, una constante en los vínculos es el miedo al compromiso, cuya traducción psíquica está en la fantasía de quedar absorbido por el otro; por eso quienes sufren de este temor, por lo general, viven tratando de pensar qué piensa el otro, verdadero gesto de simbiosis por el cual se quiere entrar en la mente ajena.
Trata de apropiarse de la dependencia para que no sea absoluta y se la pueda vivir de forma relativa. Así nace lo que propiamente llamamos un “vínculo”, que es la relación con otro en vistas de que nos encontremos a nosotros mismos.
Los estudios de Hirigoyen giran en torno a una crisis vincular, basada en el destrato, la negación del otro y el odio como vía de separación.
Por suerte vivimos en Gualeguay, la capital de la cordialidad, y es difícil sentirse solos.
“El problema es que hay más gente interesada que gente interesante”
Quino